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Antón Castro

LABORDETA, ARAGÓN Y EL ARAGONESISMO

LABORDETA, ARAGÓN Y EL ARAGONESISMO

Por José Luis MELERO RIVAS

En 1971 la colección ‘Fuendetodos’ que dirigía el poeta Julio Antonio Gómez publicaba un nuevo libro de poemas de José Antonio Labordeta. Se trataba de ‘Cantar y Callar’ y era su tercer poemario tras ‘Sucede el pensamiento’ (1959) y ‘Las sonatas’ (1965). Lo que hace fundamental a ‘Cantar y callar’ en la trayectoria intelectual de Labordeta es que en ese libro se incluía el EP o disco de 45 r.p.m. con cuatro canciones (‘Los leñeros’, ‘Los masoveros’, ‘Réquiem por un burguesito’ y ‘Las arcillas’) que nuestro poeta había grabado con ED-UMSA en 1968 y que había sido secuestrado entonces por orden gubernativa. Tardaría sólo tres años en publicar su primer LP, ‘Cantar i callar’, en la colección ‘Chant du Monde’, en el que aparecía ya su mítica canción ‘Aragón’, que, como recordó José Carlos Mainer, José Antonio le había dedicado a Eloy Fernández Clemente cuando ambos andaban ocupados inventándose ‘Andalán’ y que fue convirtiéndose en un grito de afirmación aragonesista con el que Labordeta iniciaba todos sus recitales. Y un año más tarde, en 1975, José Antonio grababa otro LP, ‘Tiempo de espera’, que contenía su famosísimo -y tantas veces reclamado por muchos como himno de Aragón- ‘Canto a la libertad’, con el que por aquellas fechas ponía broche final a sus conciertos.

El descubrimiento de Labordeta como cantante, aquellas canciones dedicadas a Aragón y a la libertad, al problema de la emigración  -con temas como ‘La vieja’ o ‘Todos repiten lo mismo’- o a unos parias de la tierra como eran por entonces leñeros y masoveros, nos mostraban un Aragón distinto, un Aragón preocupado por los humildes, los desheredados y las clases populares, una sensibilidad por los problemas de nuestra tierra que no habíamos visto hasta ese momento apenas en nadie. Y aquel fue el primer caldo de cultivo del aragonesismo de izquierdas de los primeros años setenta, un aragonesismo que debía en buena medida a las canciones de Labordeta su entronque con lo popular y que tenía en ‘Andalán’ su soporte intelectual y en el Partido Socialista de Aragón su brazo político. Lo que aquella generación hizo -con José Antonio Labordeta a la cabeza- por reinventarse Aragón, por levantar nuestra autoestima como comunidad histórica y diferenciada y por recordarnos a todos nuestra enorme tradición en defensa de las libertades, nunca se lo agradeceremos bastante.

Labordeta fue como es bien conocido uno de los fundadores de ‘Andalán’ y del P.S.A. y tal vez el primer responsable de que el aragonesismo de corte progresista se convirtiera en nuestro viejo país en una importante -y en determinados momentos históricos muy votada- opción política y cultural. José Antonio sólo militó en dos partidos políticos a lo largo de toda su vida: el Partido Socialista de Aragón y la Chunta Aragonesista. Los dos socialistas y los dos aragonesistas. El P.S.A. recogía la vieja tradición federal y la CHA, nacida en 1986 y que vino a ocupar en buena medida el hueco dejado por el P.S.A tras su desaparición en 1983, se declara abiertamente nacionalista. Pero Labordeta militó en estos partidos sólo por una cuestión romántica y sentimental. Él sabía muy bien que tenía que estar con quienes defendían Aragón y lo aragonés desde ópticas progresistas y que su condición de icono del aragonesismo le comprometía a defender estas opciones, pero quienes le conocíamos bien sabemos que a José Antonio nunca le interesó demasiado el día a día de la política, que acabó de diputado en Madrid por no saber decir que no a los amigos más que por propia iniciativa y que, pese a su compromiso leal y sincero con Chunta Aragonesista desde los años noventa, nunca se sintió verdaderamente nacionalista.

Él se conducía en política un poco a su aire, decía en cada momento lo que quería decir y no lo que convenía decir, y podía ser en ocasiones lenguaraz e indisciplinado. Esos pequeños actos de indisciplina, que en los dos partidos en que militó se le consentían de mil amores pues era mucho más lo que aportaba que lo que aquellos pudieran restar, le venían tal vez de su talante de poeta y escritor y no eran sino el reflejo de su enorme vocación intelectual, que le llevaba a pensar por sí mismo sin aceptar ataduras ni imposiciones de los aparatos de los partidos, y de su amor por la libertad de expresión. Esto lo percibía muy bien el hombre de la calle, que sabía que Labordeta era un aragonés de una pieza, leal amigo de sus amigos pero con voz y personalidad propias. Su muerte nos deja más desvalidos y solos que nunca.

 

*A Labordeta le gustaban mucho las tierras de Gúdar y Javalambre. Visión de Carlos del Siero de Gúdar.

3 comentarios

Paula R. Español -

Su muerte me ha cogido lejos de casa, en Barcelona. Y como han hecho muchos, me hubiera gustado asistir a cualquiera de las muestras de cariño que ha habido por las calles de Zaragoza, Huesca o Teruel. Se me ha ido uno de mis grandes. Descanse en paz.

gonzalo villar -

Todos estos días, no he querido entenderlo, asumirlo, dejarme llevar por la pena.

Hasta aquí llegaron sus poemas sus canciones, su forma de ponerle fuerza y árboles a la vida.

Javier Quiñones -

Muy buena y emotiva entrada, José Luis. Coincido contigo y creo que "Cantar y callar" fue uno de esos aciertos irrepetibles.¿Por qué será que muchas veces los primeros discos de ciertos cantantes acaban siendo los mejor valorados?
Un saludo, Javier.