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Antón Castro

LOS CUENTOS DE JULIO CRISTELLYS

Julio Cristellys es un narrador meticuloso por vocación, por su paciencia y porque es un gran lector. Un curioso lector. Antes de la aparición de ‘Rasgueos’ (Huerga & Fierro) había publicado otros dos libros de relatos: ‘Relatos para Mariana’ y ‘Caminos de Ronda’. El primero era quizá más disperso, más cajón de sastre, y el segundo tenía una unidad más inequívoca dada por el mar, las casas de la burguesía o del verano en la cosa y la presencia del amor. El amor es uno de los temas que más le interesan a Julio Cristellys: el amor y sus adherencias. Las traiciones, las oportunidades perdidas, los abandonos, las deslealtades, la pasión imposible, la rutina y los grandes afectos. Hay siempre en sus cuentos un clima turbador, una corriente subterránea de desasosiegos, tan constante en sus murmullos como las notas musicales que siempre asoman a sus cuentos. Además de un lector pertinaz, ávido de descubrimientos, Julio Cristellys es un melómano. Aquí laten casi por igual el amor y la música (de ahí esos ‘rasgueos’: arañazos en el alma, heridas, sinuosidades, melodías arrebatadas por el desconcierto, crepitar de tazas y cucharillas en un café como el Levante…), la infamia, los sueños truncados, como ocurre al menos en tres o cuatro cuentos, ahí Julio Cristellys hace pensar en el Miguel Torga de ‘Cuentos de la montaña’ o ‘Piedras labradas’, también aparece el oficio mismo de la escritura en uno de los mejores textos del libro como ‘Romance prohibido’ o ese deporte náutico tan próximo a nosotros y al Ebro como es ‘El piragüista’. Otro factor que suele ser recurrente en la narrativa breve, suavemente dibujada del autor, es el cosmopolitismo y la composición sutil de atmósferas, de palabras insinuadas, de un laberinto de emociones y sentimientos a los que asoma un fogonazo de crueldad.

 

Rasgueos. Julio Cristellys. Huerga & Fierro. Madrid, 2010.

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