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Antón Castro

LÓPEZ SERRANO: UNA ENTREVISTA

LÓPEZ SERRANO: UNA ENTREVISTA

Francisco Miguel López Serrano (Épila, Zaragoza, 1960) es poeta, narrador en breve y en largo, y traductor del inglés. Ha publicado alrededor de una veintena de libros. Acaba de ganar el premio Setenil, al mejor libro de relatos, con 'Los hábitos del azar' (Setenil), dotado con 12.000 euros.

 

LA HUMANIDAD ESTÁ ENTREGADA A LA LITURGIA

SECRETA DE LA PORNOGRAFÍA"

 

¿Qué supone para usted recibir el Setenil, un premio específico y cada vez más consolidado y prestigioso al mejor libro de cuentos del año anterior?

Una gran satisfacción por el prestigio del premio y el reconocimiento a una larga, ardua y subterránea tarea. Es una suerte que existan premios como el Setenil que, al concederse a libros ya publicados, no tienen necesidad de atender al producto editorial (en este caso ya hecho o fabricado) sino tan solo a la calidad literaria.


¿Cómo nace 'Los hábitos del azar' (Renacimiento, 2009)? ¿En qué medida es un libro por acumulación de relatos o un libro unitario?

El mismo título define de algún modo mi propia poética con respecto al relato. Supongo que hay quien se propone escribir deliberadamente un libro de cuentos. Yo me propongo escribir un cuento. Así que para mí, que los escribo a ratos perdidos entre una novela o un libro de poemas, el cuento es de algún modo un producto del azar. Pero con el tiempo uno se encuentra con un libro de cuentos, y he aquí que el azar se ha convertido en hábito.

Son diez cuentos. ¿Cuáles serían los temas claves?

Simplificando mucho, considero que en literatura existen dos únicas corrientes, por un lado lo que yo llamo "traducción" (o clasicismo), que es la expresión de la realidad con las consabidas variantes y la visión y el estilo personal de cada autor, y por otro la "parodia" (o vanguardismo), que implica el acercamiento expresionista a esa misma realidad. Ilustre ejemplo de la primera sería Tosltoi, y de la segunda Cervantes y, a su modo, Kafka. A mí me interesa mucho la segunda y mis temas claves por tanto son los elementos que le son anejos: la ironía, el humor, el expresionismo, lo iconoclasta, etc.


¿Cuál es su idea del cuento?

El cuento solía definirse siempre con relación a la novela y por tanto a criterios cuantitativos de extensión, contención, etc. Ahora, con su reducción minimalista y su intención de suscitar una emoción inmediata o de crear un apunte impresionista, parece definirse más con relación al poema, al chiste o al chascarrillo. Mi idea del cuento seguiría, supongo, fiel a las dos grandes tendencias del género definidas por Poe y Chéjov. Pero ¿con cuál quedarse?


Estamos en tiempos del microrrelato. Sin embargo, la suya es una apuesta por el relato más bien largo, con tensión y sarcasmo, con personajes?

Pero esto del microrrelato no es nada nuevo. Las 'Greguerías' de Ramón Gómez de la Serna, cierta poesía oriental y el chiste han explotado ya esas formas de expresión. Por lo demás, yo también he practicado el microrrelato y he llegado a quedar finalista del premio Twinning-qué-leer, por lo que me regalaron un espléndido juego de té de La Cartuja. "Las baxillas tan fabridas" como decía el gran Manrique.


Ironía y humor y lirismo son tres condimentos frecuentes en los textos. ¿En qué proporción serían el núcleo de su escritura?

Esa es sin duda la gran trinidad de mi obra. Y todos esos elementos confluyen en dos: el estilo y la parodia.


Uno de los cuentos más impresionantes del libro es 'Sabor de Malta', donde el mismo Dios habla por boca de un bebedor.

Dentro de mi concepción iconoclasta y paródica de la literatura me interesa mucho en los relatos el ensayo de voces narrativas peculiares. En el caso del cuento 'Sabor de Malta', me planteaba parodiar la figura del narrador omnisciente que es uno de los grandes lugares comunes de la narrativa. Y en este caso ¿qué mejor parodia de esa voz omnisciente que un relato cuyo narrador es el mismo Dios y que, para más inri, resulta un narrador tan despiadado y cruel que llega de algún modo a "crucificar" a su personaje, es decir, a su propio hijo?


También hace, en otro relato, un viaje a Cuba, con resultados decepcionantes. ¿Podemos leer ese texto en clave crítica?

Si se refiere a una clave crítica de carácter político, no. Pero en lo que a Cuba se refiere todos los sucesos con substancia narrativa, todo lo peculiar susceptible de ser narrado, está sin duda mediatizado por la situación del país. No hay más que leer a algunos autores que, si bien manteniendo reservas críticas hacia el régimen, residen voluntariamente en Cuba, como Pedro Luis Gutiérrez, Ena Lucía Portela, etc., pera advertir que su obra está directamente condicionada por la situación que se vive en la isla.


Otro componente fundamental de su libro es el amor y el erotismo. ¿Por qué?
Son componentes esenciales en todo lo humano y sus manifestaciones, y lo son por tanto en mi vida y en mi obra. Hay un fenómeno que me interesa especialmente como tema literario: la pornografía.


Pero, ¡hombre! No exagere.

La pornografía se ha convertido en una suerte de liturgia secreta a la que prácticamente está entregada toda la humanidad. Me atrevería a decir que es ya la religión con más fieles y adeptos.

Acaba de publicar el poemario 'El último hombre sobre la tierra' (Devenir), galardonado con el Premio Blas de Otero de 2009. ¿No hay una marcada obsesión con la muerte?

Más que la muerte en sí, resulta una constante en mi obra el sentimiento de lo perdido, es decir, el sentimiento elegiaco. Y la gran pérdida que la humanidad afronta en el siglo es la de la existencia de una verdad absoluta a la que la Ciencia y en particular los nuevos subjetivismos radicales de la física teórica nos enfrentan. Esa barrera infranqueable que la Ciencia ha interpuesto al conocimiento humano constituye la idea clave de la postmodernidad. Como tema literario, la muerte es inagotable. La muerte es el gran misterio y es a la vez el precio que uno debe pagar por desvelarlo. Esta paradoja, esta especie de conceptismo cruel, es uno de los grandes temas literarios.

Tiene una relación especial con los premios. ¿Qué le aportan, para qué le han servido?
Me han dado sobre todo ilusión, algún dinero y la posibilidad de publicar. Si exceptuamos los premios de editoriales (que como nadie ignora son simples operaciones de marquetin) los premios literarios honestos, que los hay, son la gran esperanza de muchos autores que sin ellos no tendrían la menor posibilidad de ver su obra impresa.


¿Cómo lleva eso de ser escritor de poesía, de relato, traductor?

En cierto sentido, como decía aquel Bartolomé de Alcázar, todo es uno, Inés, jamón y berenjenas con queso.

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