POEMAS DE AMPARO SANZ ABENIA
Amparo Sanz Abenia me ha enviado hoy, muy gentilmente, los poemas de su libro ‘El edén de Eros’ que prologa Ángel Guinda con este texto que se titula ‘Sed de fuego’. Se trata de un libro de amor, de erotismo, de sexo, de deseos y anhelos explícitos, de consumaciones carnales. El libro lleva unas ilustraciones de J. Enrique González, pero yo no las puedo coger. Selecciono otros materiales, en concreto fotos de Pavel Mirchuk.
SED DE FUEGO
Una de las consecuencias más favorables del afianzamiento democrático español ha sido el avance incuestionable en la práctica de derechos individuales, más aún en cuanto se refiere a la libertad afectiva y sexual de las personas.
Ese ejercicio existencial sin trabas ha favorecido, por fin, la más sincera expresión y comunicación de la mujer, su actuación liberada de prejuicios religiosos, morales y sociales, el desenmascaramiento de las emociones, los deseos y, por ello, la absoluta autenticidad en sus manifestaciones cotidianas y artísticas, incluida la poesía.
Desde que en la década de los ochenta del siglo XX Ana Rossetti iniciara, en nuestro país, una estética de erotismo poético culturalista, la poesía escrita por mujeres ha ido conquistando altos niveles de libertad desatada en la formulación lírica del conocimiento experiencial tanto temático como formal con destacadas aportaciones de poetas emblemáticas actuales como María Antonia Ortega, Miriam Reyes, o las aragonesas Carmen Ruiz Fleta, Ana Muñoz, Almudena Vidorreta y Clara Santafé, entre las más jóvenes.
Al desarrollo de esta situación viene a colaborar El edén de Eros, conjunto de poemas erótico-sentimentales en los que Amparo Sanz Abenia reactualiza referentes bíblicos, místicos y renacentistas: Salomón, San Juan de la Cruz o Diego de San Pedro.
La imagen representa la idea de manera directa, mediante un gesto de simbolismo puro: “eres fuego que me quema con tu daga ardiente”, “la sangre blanca” (metáfora del semen); o indirecta: “Encarcelada vivo en tu cuerpo”. El ámbito fenomenológico refleja el entusiasmo o la crisis del sujeto con la más impúdica acción testimonial. Imagen clara como signo luminoso de unión carnal; o signo nocturno de misterio y relajación tras la ansiedad, más que de muerte.
Poemas de ebriedad sensorial e insaciabilidad (“¡galopemos de nuevo, amor mío, galopemos!”) que provocan, en su entusiasmo desbordado, la proyección del yo en el otro desde la invocación y el desgarro en un escenario donde la amada es “gacela herida” y el amado, a través de Eros, “jardinero de fuego”.
La aportación plástica de J. Enrique González complementa el libro como objeto de belleza, enriqueciendo la edición.
Ángel Guinda
IV
Eres fuego que me quema con tu daga ardiente.
Eres río
que me anega con su cauce desbordado.
Es furia en mis labios sedientos,
que se embalsa en mi garganta.
Recorre los senderos más profundos de mi lecho,
y anida savia en mis rincones…
en mis parcelas para ti consagradas.
XVIII
Volveremos al encuentro
de las pasiones en tu hemisferio.
Doblegaré mi paraíso
y te entregaré las llaves del edén,
donde nos desgastamos tantos siglos.
Licuaremos el jugo de nuestros gozos
condenándonos a la eternidad
del amor terrenal,
en el infierno divino de nuestro cielo.
XIX
Ante ti, Eros, reclinada
en ofrenda me entrego.
Una homilía de deseos tapizan
el santuario de la noche.
Capilla floral
donde nos desposamos cada atardecer.
Te atomizas, Eros, en mis rincones
y te adhieres a mi cuerpo.
Poro a poro me deshaces
con tus hebras de seda
que dibujan un camino de cometas
que alcanzan mi firmamento.
*Todas las fotos son de Pavel Mirchuk.
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