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Antón Castro

MATHIAS ENARD, HOY EN CÁLAMO

MIGUEL ÁNGEL EN CONSTANTINOPLA

 

[Mathias Enard, Premio Goncourt 2010, publica ‘Habladles de batallas, de reyes y elefantes’ (Mondadori), una novela sobre un supuesto viaje del artista Turquía para construir un puente en el Cuerno de Oro. La novela se presenta esta tarde en Cálamo, con la presencia del autor y del escritor y crítico Félix Romeo]

 

Mathias Enard (Niort, Francia, 1972) es uno de los principales escritores franceses de la última hornada. Fue profesor de árabe en la Universidad de Barcelona, ciudad donde reside desde el año 2000; está casado con una catalana. Se formó en Irán, Egipto y Siria. Y ha firmado novelas como ‘El manual del perfecto terrorista’ (La otra orilla, 2007) y ‘Zona’ (La otra orilla, 2008) donde analizaba la violencia, la guerra, los comportamientos del combatiente y su percepción de la soledad, el dolor, la amistad o el miedo. Para redactar ‘Zona’ conversó con mucha gente que le acercó a un espacio de conflictos: el Mediterráneo que baña y marca territorios en casi constante estado de guerra, desde Líbano a los Balcanes.

De ahí y de estos tiempos tempestuosos se ha ido a Constantinopla y a principios del siglo XVI en compañía de un personaje fascinante, obsesivo, turbulento y apasionado como Miguel Ángel Buonarotti en su nueva novela, ‘Habladles de batallas, de reyes y elefantes’ (Mondadori, 2011). Se trata de una narración breve, resuelta con capítulos cortos, a veces de poco más de una docena de líneas, que parte de dos hechos: la enemistad entre el pintor y escultor y el papa Julio II, y la llamada del sultán Beyazid que convoca al artista para que le diseñe un puente sobre el Cuerno de Oro, el puerto natural de la ciudad, que Mathias Enard define como “ese estuario que tan poco se parece a la desembocadura del Tíber”.

A partir de ese instante, vemos a Miguel Ángel en acción: vemos, por decirlo así, sus cuadernos de trabajo, llenos de hombres, caballos y astrágalos, percibimos su obsesión por tener un taller propio y percibimos su melancolía de Italia y quizá también su sentido de culpa acerca de la discordia con el papa. Miguel Ángel barajó viajar a Constantinopla, pero parece que no lo hizo nunca.

Miguel Ángel, con o sin remordimientos, se muestra desde el primer instante como un hombre “estremecido de emoción”: ante la basílica de Santa Sofía, los palacios, ante el paisaje, ante el mármol, ante la voluptuosidad y la belleza reinantes. Pero poco a poco una serie de personajes intervienen en su vida: el secretario y poeta Mesihi, el traductor Manuel, una cohorte de sirvientes y pajes, y también aparece un personaje enigmático que narra sus encuentros con el creador italiano, del que aquí, tan joven aún, ya se habla de su desaliño. El descuido corporal e higiénico no es un obstáculo para que despierte pasiones. La exaltación de los sentidos es uno de los temas del libro: en cierto modo esta es una novela de amor, con varios enamorados no siempre correspondidos y en cierto modo inesperados, entre ellos una hermosa andaluza, entre ellos, también, el poeta Mesihi de Pristina, “un erudito, un artista, un gran poeta, un protegido del visir. Un rostro de ángel, una mirada sombría, una sonrisa sincera”, que cobra un protagonismo particular.

Pero ‘Habladles de batallas…’ es, ante todo, una novela sobre el arte de crear, sobre la inspiración, sobre la incertidumbre y la vulnerabilidad de los artistas, aunque sean tan grandes como Leonardo, y sobre la relación del poder y los creadores. Y la novela también es una mirada a Oriente, y es un diálogo entre dos formas de ver el mundo, unidas por el Mediterráneo, la cultura y una especial sensibilidad.

 ‘Habladles de batallas, de reyes y elefantes’ propone una intriga nada desdeñable de ecos bíblicos, una tensión sexual no resuelta e indaga en un supuesto viaje de Miguel Ángel que, en el fondo, sigue teniendo un enorme interés para entender mejor conflictos tan contemporáneos como los de Líbano, Egipto, Siria o la propia muerte de Bin Laden.

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