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Antón Castro

INKA MARTÍ Y SU 'CUADERNO DE NOCHE'

INKA MARTÍ Y SU 'CUADERNO DE NOCHE'

 

Inka Martí o los sueños con serpientes

 

[La escritora, antaño presentadora de TVE y ahora editora de Atalanta, publica un personal y turbador libro: ‘Cuaderno de noche’]

 

 

Inka Martí era conocida como presentadora de televisión. Uno de esos rostros dulces y luminosos que entran a mediatarde o de noche en el comedor y se quedan allí como las buenas compañías. Hace algún tiempo, tras publicar dos libros infantiles, Inka Martí se unió al editor Jacobo Siruela y juntos crearon el sello Atalanta, que ya ha cumplido más de un lustro y que ha ofrecido al mercado editorial más de sesenta libros, que exploran la memoria, la literatura fantástica, el pensamiento, la historia de las religiones y el cultivo de la imaginación. Ahí han publicado libros extraordinarios, libros raros, han realizado algunos rescates espléndidos y han redescubierto a muchos autores. El propio Jacobo Siruela ha publicado un hermoso libro sobre los sueños: ‘El mundo bajo los párpados’, que nos hace recordar aquella colección tan turbadora, ‘El ojo sin párpado’, que publicaba en Siruela. Un libro casi totalizador que mezcla la ciencia con la especulación y el viaje literario. Y hace muy pocas semanas, Inka Martí publicaba en Atalanta ‘Cuaderno de noche’ (Vilaür, Gerona, 2011. 160 páginas), un libro que recoge sus sueños “reales, no tratados literariamente, sin artificio”, de una década: desde el año 2000 hasta este 2011.

Es un libro personalísimo, un viaje al pantano cenagoso del cerebro que nunca duerme, es un inventario que no es nada inocente, por decirlo de algún modo. A través de lecturas concretas, de aventuras específicas, de una nueva forma de vida, Inka Martí ha modificado su existencia, y estos sueños tienen un hilillo de conexión inequívoca, más o menos visible, con el mundo que frecuenta: el viaje, las religiones, el misterio, el esoterismo, los escritores fantásticos que le interesan, el eco de Borges, de Kafka, la naturaleza exuberante que la rodea, esos espacios oníricos que ella ha fotografiado (y que se pueden ver en www.edicionesatalanta.como/espaciosoniricos.html). Y no decimos esto para rebajar ni la fuerza ni la sinceridad ni el latigazo de los sueños: Inka Martí, como el marqués de Saint Denis, del que tanto habla Jacobo Siruela en su libro, es una perfecta onironauta.

En esos viajes está casi todo: el amor y el desamor, la irrupción de escenarios idílicos e inquietantes a la vez, como el corazón del bosque, las islas, las casas vacías o las construcciones que parecen palacios, fortalezas o laberintos, como ocurre en ‘El templo del amor’; aparecen los chamanes, los colgados, los monstruos, las criaturas imaginarias o híbridas, como el hombre-cocodrilo; aparecen pesadillas (como la historia del ‘bebé a la parrilla’), sacudidas reales que dejan sin aliento como la presencia de los violadores. También hay muchos sueños con mar, y a menudo esas imágenes o secuencias que tienen mucho que ver la subversión de la propia vida: el cerebro desordena las cosas y parece enfatizar un desencuentro con el ser amado, con el hombre altísimo con el que vives a diario.

Este ‘Cuaderno de noche’ de Inka Martí tiene muchas claves simbólicas que invitan a la interpretación y la conjetura. Puede leerse como un bestiario. Está repleto de animales: águilas, asnos blancos, perros y gatos, ratas y tritones, y muy especialmente de serpientes. Dice la autora para HERALDO: “Hablar del mundo interno y de los sueños es muy complejo, el terreno es resbaladizo y, al mismo tiempo, tiene algo de encantamiento. Hoy desperté con la idea de que este ‘Cuaderno de noche’ podría ser como el beso del príncipe a la bella durmiente: un despertar al mundo interno”.

Jacobo Siruela prologa el volumen y subraya: “Cuaderno de noche’ es un testimonio veraz de cómo discurre la vida en sueños”. E insiste, con Theodor Adorno, que estas piezas, a las que no se les ha añadido retórica ni afeite literario, pertenecen al mundo unitario de la mujer que los sueña. La mujer que lee, que atisba los pájaros, que posee caballos y perros, la soñadora que adivina las serpientes en pleno campo. En el texto ‘Serpientes’, escribe Inka Martí: “En varias ocasiones sueño con estas imagen: Un perro al que le sale una serpiente por la boca”. En ‘Serpientes ordenadas’ recuerda: “En un cuadro, con el marco colgado en el vacío, hay una serie de serpientes de distintos tipos. Disecadas y clavadas con alfileres, como las mariposas de un naturalista”. La obsesión por las serpientes reaparece en ‘El campo de olivos’: “Estoy en un campo de olivos. Anochece. De cada árbol penden varias serpientes”.

El volumen está escrito con un estilo límpido y a la vez resulta refinado, mágico, nítidamente poético. Y los sueños, ordenados cronológicamente, también tienen una estructura especial: son como microcuentos, poemas en prosa, piezas autónomas que se encierran en una bella estructura donde hay lugar para la sorpresa, la perplejidad, el espanto, la odisea en el tiempo. Cabría decir que Inka Martí desliza, página a página, un perturbador autorretrato.

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