UN POEMA PARA CRISTINA GIL IMAZ
[La artista digital, pintora y grabadora y poeta Pilar Catalán Lázaro me envía este poema sobre Cristina Gil Imaz (Tudela, 1957-Zaragoza, 2011) con la siguiente nota: “He pasado las últimas horas con mi amiga y compañera de actividades artísticas Cristina Gil Imaz y desde el afecto he escrito este poema. Deseo que pueda llegar a los que la querían y admiraban…"]
A MI AMIGA CRISTINA GIL IMAZ
Por Pilar CATALÁN LÁZARO
Amazona de vientos, huracanes bordados.
Guerrera que llegaste en buques de los cielos
Cascada de unicornios, libertades que faltan
Dos lunas que sangraban en terciopelos negros.
Escuché sus palabras pronunciadas al alba
Respeté su corona tallada de tormentos
Su cuerpo con aromas de frutos limoneros
Saciaron las penumbras de huecos en silencio.
Los arcos se hermanaron para iniciar el viaje
Curtida su piel suave traspasaron el tiempo
Y en las diagonales de senderos activos
Encontraron patrones y saltaron el miedo
Los caballos salvajes le prestaron aliento
Las hierbas más pequeñas le sirvieron de lecho
Y la concupiscencia de las cigüeñas blancas
Sirvieron de vestido a la dama de invierno.
*Es una obra de Cristina Gil Imaz, que pertenecía a su serie de 'Ciudades imaginarias'. Cuelgo aquí el artículo que le dediqué el domingo a modo de complemento por si a alguien quisiera conocer más cosas de Cristina.
Adiós, Cristina, adiós
[Artista e historiadora del arte, era la directora del Museo Pablo Gargallo y alternaba su pasión por el grabado con la escultura, el interiorismo y el diseño de joyas]
Cristina Gil Imaz (Tudela, 1957-Zaragoza, 2011) estaba muy unida a Pablo Gargallo y a su museo, del que era directora desde hacía más de veinte años: tenía la sensación de que era un gran creador y un artista intemporal, clásico y moderno a la vez, que transmitía serenidad y que acariciaba con sus esculturas. En el palacio de los Argillo se sentía muy a gusto: disfrutaba, soñaba y trabajaba con una indecible sensación de felicidad. Pablo Gargallo era uno de sus amores y un estímulo constante.
Cristina Gil Imaz siempre fue una mujer sincera, directa, nada preocupada por lo “políticamente correcto” y, en apariencia al menos, segura de sí misma y de sus creaciones. Decía: “Desde muy joven he tenido habilidad en las manos. El grabado es un trabajo eminentemente manual, de barnices, de línea, de tintas”. Además, sentía una gran curiosidad por los artistas y su universo de creación. Estudió Filosofía y Letras y poco a poco se inclinó hacia otras disciplinas como el diseño industrial y gráfico, el interiorismo, el escaparatismo y la construcción. Uno de sus últimos proyectos, en esta dirección, fue la coordinación del libro colectivo ‘Casas’.
De la mano de Maite Ubide llegó al grabado, que fue toda una revelación para ella: lo aprendió, lo ejecutó y analizó el mundo de los grabadores en libros como ‘El grabado zaragozano actual’ (IFC), que era un resumen de su tesis doctoral, o ‘El mundo escénico de Natalio Bayo’ (Oroel), al que se sumaron otros trabajos sobre su admirado Manuel Lahoz, a quien consideró el mejor grabador aragonés después de Francisco de Goya, sobre Antonio Fernández Molina, Mariano Rubio, Alejandro Cañada o la citada Maite Ubide, “que ha sido mi maestra y la mujer que también me enseñó a aprender sola”. Le gustaba definirse, en este contexto, como “una apasionada del grabado –decía-. A mí me fascina el grabado porque requiere esfuerzo, concentración, y todo lo que significa esfuerzo conduce a un resultado meditado y, por lo regular, muy positivo. Me compensa”.
Crisitna Gil Imaz siempre estaba en el camino. Era hiperactiva y a la vez le gustaba la soledad del estudio, necesitaba hallar un refugio, un cuarto propio. Coordinó exposiciones, lideró proyectos colectivos y realizó numerosas muestras de grabado y pintura, de joyas, de escultura. Entre sus series figurativas y abstractas, de diferentes técnicas, figuran ‘Las ciudades imaginarias’, ‘El Apocalipsis’’, ‘El cantar de los cantares’, ‘Gargantúa y Pantagruel’ o ‘Naturalmente’. En los últimos tiempos había presentado sus diseños de joyas, en oro y plata. Hace algo más de un año se le descubrió un cáncer: lo sobrellevó, hasta ayer, con entereza y elegancia sin perder la atracción por la vida y por el arte.
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