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Antón Castro

ADOLFO ARISTARAIN: LETRAS DE CINE

El mundo literario del cineasta Adolfo Aristarain

 

El zaragozano Sergio Casado publica una monografía sobre el autor de ‘Martín (Hache)’ (JC) y ‘Roma’, donde también rinde homenaje al director Mario Camus y al crítico Manolo Marinero

 

 

Sergio Casado (Zaragoza, 1972) es un escritor que posee un vasto campo de intereses: es biógrafo de Enya, de Sinnead O’Connor y de Alanis Morrisette, y a la vez es un enamorado absoluto del cine: de actores, de directores, de guionistas, de la vida oculta de las películas. Ha escrito artículos, ha realizado entrevistas y posee un programa de radio sobre cine. Y, además, es un entusiasta de la literatura: igual le interesan Joseph Conrad que Pierre McOrlan, William Faulkner que Pío Baroja, o la poesía de Alejandra Pizarnik. En cierto modo, de esa pasión literaria nace su atracción por el realizador argentino Adolfo Aristarain (Buenos Aires, 1943), que es un cineasta muy literario, marcado por las estructuras narrativas de Conrad, por un amplio puñado de autores y, sobre todo, por el embrujo de la palabra que convive con “el poderío de la imagen”. En cierto modo, su trilogía ‘Martín (Hache)’, ‘Lugares comunes’ y ‘Roma’ sería un cine de palabras. Un cine donde importante mucho lo que se dice, cómo se dice, la melodía esencial del lenguaje, e importan mucho el reparto. Dice la actriz Marina Glezer: “Adolfo Aristarain hace hablar hasta a las plantas”. Y matiza su ayudante Carina Sama: “Lo fundamental para él son los actores y cómo interpretan”.  

El interés de Sergio Casado por el realizador de ‘Un lugar en el mundo’, que arranca con una foto de Alfonso Reyes para HERALDO, cristaliza en el libro ‘Adolfo Aristarain’ (JC. Madrid, 2011. 224 páginas), que no es un libro nada convencional. Sergio Casado parece escribir a veces fragmentos de un diario de su relación y de sus encuentros con Aristarain, utiliza fragmentos de sus entrevistas, recrea las muchas cosas que le ha contado, acude a amigos del director (se cita, entre otros, con Pepe Sacristán y sus colaboradores), se cartea con Eusebio Poncela y, muy especialmente, conversa una y otra vez con otro cineasta y guionista que fue fundamental en la vida de Aristarain: Mario Camus. En realidad, el libro tiene mucho de vidas paralelas de Camus y Aristarain, que empezaron a colaborar cuando Camus se fue a Argentina a rodar ‘Digan lo que digan’ con Raphael. Allí nació una complicidad especial que se mantendría con los años y que tendría continuación inmediata en la serie ‘Los camioneros’.

Camus es decisivo en este libro: se explica a sí mismo y explica el cine y el mundo de Aristarain. Ambos han sido grandes lectores, ambos han entrado en el universo de las imágenes a través de la literatura, ambos se han intercambiado guiones y proyectos. Y con ellos, como tercer elemento fundamental del libro y de una amistad muy sólida, está Manolo Marinero, mitómano, cinéfilo y crítico, biógrafo de Bogart y gran amigo de los dos. Camus y Marinero están muy presentes en el libro, aunque Marinero haya fallecido en 2004.

Aristarain debutó en el cine en 1978 con ‘La parte del león’, luego hizo cine musical comercial en ‘La playa del amor’ (1979) y ‘La discoteca del amor’ (1980), ambas con Ángela Carrasco; poco a poco iría evolucionando hacia un cine más personal y comprometido con títulos como ‘Tiempo de revancha’ (1981), en medio hizo, entre otras cosas, la serie ‘Pepe Carvalho’ para TVE, que le ocasionó algunos disgustos con Vázquez Montalbán, que llegó a matarlo en una novela ‘Asesinato en Prado del Rey’.

Más tarde filmó una obra maestra como ‘Un lugar en el mundo’ (1992), que fue Concha de Oro en el Festival de San Sebastián, una cinta luminosa donde todo funcionó a las mil maravillas, tal como señala Sacristán, y donde ya se forja el estilo Aristarain, auspiciado en una técnica exquisita, en una forma de mirar y de rodar, y en una serie de temas: el amor, los celos, la amistad, la idea del suicidio, el impacto del magisterio y la devoción por los libros y por autores como Pizarnik o Marcel Schwob, por poner algún ejemplo.

Esa poética cristaliza -más que en la obra de encargo ‘La ley de la frontera’, que Casado valora muy bien- en ‘Martín (Hache)’ (1997), en ‘Lugares comunes’ (2002) y en ‘Roma’ (2004), películas que han cosechado éxitos muy distintos. Sergio Casado ofrece sus propios juicios y los contrasta con los de otros críticos. Ángel Fernández Santos dijo de ‘Martín (Hache)’ que era “Cine impuro, contaminado por la vida”, y lo colmó de elogios: “Es una película fresca, vitalista, irónica, descreída, inteligentemente ligera, subterráneamente romántica, inofensivamente cínica, perteneciente a ese difícil, subestimado y adorable género conocido como ‘comedia de aventuras’”.

Críticas así –de Carlos Boyero, de Manuel Hidalgo, de William Goldman…- se repiten a otras películas a lo largo del libro, que se completa, entre otras cosas, con una cronología de los tres amigos –Adolfo Aristarain, Mario Camus y Manolo Marinero- y con un ‘Diccionario informal alrededor de Aristarain’. Es un libro quizá caótico y a la vez muy atractivo, uno de esos artefactos escritos desde el entusiasmo, la reflexión y la presencia constante del autor, que es también un detective de la belleza, de la emoción, de las imágenes y de las historias menudas de la filmografía de Aristarain. Ese señor acaso melancólico que se empeña, como decía Truffaut, en mejorarnos la vida.

 

Adolfo Aristarain. Sergio Casado. Ediciones JC. Madrid, 2011. 224 páginas.

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