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Antón Castro

ADIÓS A UNA VOZ CAUTIVADORA

LA MALA MUJER DE TALENTO INFINITO

-ADIÓS A AMY WINEHOUSE: LA VOZ DEL NUEVO SOUL-

 

 

Buscando una foto, me encontré con un retrato de Janis Joplin, aquella cantante indomable y subversiva a quien se parecía tanto Amy Winehouse. Se parecía en la vida descontrolada, en la vida disuelta peligrosamente y, sobre todo, se parecían en su voz cautivadora. Cautivadora, sí: podía ser seda, pedernal estremecido, canto áspero o una garganta rota, de excepcional talento en su color y en su profundidad. Las dos también eran capaces de cantar soul y pop y rock con muchos bríos, tenían esa hermosa facultad de levantar cualquier tema, de darle intensidad y desgarro, de otorgarle poesía a mordiscos. Janis Joplin, que llegaba a orinar en los conciertos hacia el público, murió a los 27 años, igual que Amy, que ingresa en el Club de los 27. Allí estaban ya Jim Morrison, el líder de The Doors; Brian Jones, uno de los fundadores de Los Rolling Stones; Kurt Cobain, el alma de Nirvana, o Jimi Hendrix, aquel guitarrista impactante que tenía alma de fauno.

Amy Winehouse se ha ido demasiado pronto: con dos discos, ‘Frank’ (2003) y ‘Back to black’ (2007. Obtuvo por él cinco ‘Grammys’) y con muchas canciones por ahí, rescatadas un poco deprisa, tras el gran éxito y tras las huellas de la polémica, que la ha rodeado siempre. Unió los dos álbumes, canciones sueltas y algunas recuperaciones y versiones. Víctima de sí misma en primer lugar, superada por el alcohol, las drogas y la fama, siempre fue una joya a la deriva. La mujer que se destruye en cada minuto. La mujer de talento increíble que es mala para sí misma en cada paso, a solas o en medio de la muchedumbre. Ya sabemos que las drogas son un pozo: un pozo que empieza, se estira, se ciega y no resulta fácil andar por él sin ahogarse o sin estrellarse, pero su carácter ha sido muy complejo: caprichosa, ida en ocasiones, desafiante, alocada, perturbada...

La vida de Amy Winehouse ha sido la crónica de una demolición constante; eso sí, algunas de sus canciones son realmente maravillosas, intensas, rabiosas, desesperadas y a la vez lúcidas, son las melodías que harán inmortal a esta estrella fugaz. Escuchen ‘Rehab’, su autobiografía de la tozudez y de ‘la esclavitud’, y acaso de su propia libertad; escuchen ‘You know I’m no good’, ‘Valerie’ o ‘Back to black’, con esa voz oscura que a veces parece de jazz, de parentesco fácil con Billie Holiday. Eso, y perdonen la aparente desmesura, ya es patrimonio de la Humanidad.

 

*Este texto lo publiqué ayer en heraldo.es

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