ROMÁN ESCOLANO HA MUERTO
Acaba de fallecer Román Escolano (Zaragoza, 1933), un apasionado del arte y, en particular, del grabado. En 1996 donó al Gobierno de Aragón la colección que había ido acumulando con su mujer Carmen Olivares. Se expuso, en diversos períodos (eran alrededor de 700 piezas), en el Museo Pablo Serrano, en Albarracín, en diversas itinerancias. Le hice varias entrevistas a Román Escolano: una, extensa, que apareció en la sección ‘Los raros’ de ‘El Periódico de Aragón’, y otra en la contraportada de ‘Heraldo’, más reciente, de 2002. Román se definió así: “Prefiero dar que pedir, soy amable y a lo mejor un poco oscuro”. Lo encontrabas en exposiciones, de aquí para allá, y siempre tenía una sonrisa en los labios. Para los artistas, los escritores, los críticos; estaba muy orgulloso de su hijo y de su nieto que se llamaban como él: Román Escolano. José Luis Lasala siempre me dijo que Román había sido determinante en su vida y en su manera de concebir el arte. Ayer Pepe Melero (cumplía 55 años bellamente llevados, todo hay que decirlo) me anunció su muerte; y poco después me llamó José Luis Lasala, que se recupera a pasos agigantados, para elogiar y recordar al gran amigo, al gran hombre. Reproduzco la entrevista que se publicó en diciembre de 2002.
DIÁLOGO CON ROMÁN ESCOLANO (ZARAGOZA, 1933-2011)
“El arte me ha dado felicidad y amplitud de miras”
¿Desde cuándo le interesa el arte?
Desde mucho antes de contar con algún medio económico. Coincidí con José Luis Borau, en Madrid, en una “república de estudiantes”, que coordinaba Cruz Martínez Esteruelas, muy autoritario él. Nos traía a escritores, y vino Antonio Gala, que estudiaba para abogado del Estado y tenía problemas personales muy fuertes. Al cabo de un tiempo se trasladó a una cartuja.
¿Cómo vivía el fulgor cultural de la ciudad?
Yo preparaba mis oposiciones, claro, y fue fundamental José Luis Borau. Hay hombres buenos, malos y regulares, pero él es óptimo en todos los sentidos. Yo iba a Clan, la librería-galería de Tomás Seral y Casas, a Bucholz, donde expuso “El Paso”, y por supuesto a El Prado, a Biosca, etc.
¿Recuerda cuál fue la primera obra de arte que compró?
Le compré a un compañero de Ibercaja su colección de pinturas de “La Escuela de Vallecas”, piezas de Martínez Novillo, Redondela, etc., pero pronto me di cuenta de que había un desenfoque entre mis gustos modernos y aquella pintura del paisaje. En cuanto pude, me quité aquellos cuadros a precio de saldo casi. De veras.
¿Y qué le llevó a hacerse coleccionista de obra gráfica?
Podías tener en casa cosas pequeñas que no te exigían un gran derroche económico. Recuerdo que me hice con unas carpetas estupendas, una maravilla, cerradas, en las que no entraba el polvo, y allí iba guardando mis obras. La obra gráfica me exigió mucha documentación, estudio, búsqueda. Fue una aventura fascinante.
Eso lo vimos todos cuando en 1995 donó la “Colección Román Escolano” al Gobierno de Aragón.
Lo hice tras haber hablado con mi mujer, Carmen, y con mi hijo. Comprendí que una colección es algo muy personal, que es muy difícil de continuar...
¿Es necesario tener dinero para ser coleccionista?
Más que dinero, es imprescindible la curiosidad, el espíritu de libertad, la buena fe, porque al principio, mientras aprendes, debes fiarte de los galeristas y los artistas. Jamás debes creerte eso de “esto lo hace mi hijo”. Creo que siempre he sido una de las personas mejor informadas de arte de la ciudad.
¿No fue traumática la cesión?
No me arrepiento de haberla hecho. Le diré que yo llevaba por las tardes las obras al Museo Pablo Serrano, que pagaba los taxis como si fuera con salida de la estación. Si fuese ahora la donación, pondría condiciones. Yo no quería nada para mí, sólo quería divulgación pedagógica, y creo que eso no se ha hecho bien.
¿De qué se queja?
Aquí en materia de artes plásticas hay muchas cosas de que quejarse. La legislatura anterior fue totalmente negativa. Fueron cuatro años perdidos.
¿Y ahora?
Hemos mejorado algo. Existen proyectos que empiezan a fraguar: se está hablando de anexionar al Museo de Zaragoza el edificio de la Caridad, y a mí eso me parece el huevo de Colón. Hace años que debía estar hecho. Y está el Museo Beulas, que es mejor por el continente que por el contenido, por ahora. En Albarracín, Javier Callizo dijo que una parte de la “Colección Escolano ” podía ir allí.
¿Y qué le parece?
Bien. He donado más de 700 obras y están todos los artistas y movimientos desde la II República hasta hoy.
¿Es suficiente el Museo Beulas para Aragón, qué ocurre con Zaragoza?
Zaragoza lleva muchos años de retraso. Yo creo que podía ser el Pablo Serrano ese principio. Hay que aprovechar lo que ya se tiene.
¿Qué le ha dado el arte?
Me ha dado felicidad, amplitud de miras. Me atreví a abrir la ventana y a mirar por ella. Y entraron aires nuevos.
Román Escolano tenía grabados de casi todos los artistas, entre ellos Picasso. No tengo foto de Román ni de su colección: tomó aquí varios grabados de Picasso.
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javier -