DIÁLOGOS: A DEL ARTE, MARIANO Y MONTSE, PASIÓN Y VIDA
“CUALQUIERA PUEDE
COMPRAR ARTE”
Los propietarios de la galería A del Arte, una de las mejores salas privadas de Zaragoza, explican su concepción del trabajo y su propuesta de visitar los talleres de los artistas y de estar muy cerca del proceso creativo
PIE DE FOTO. Guillermo Mestre
Mariano Santander (Huesca, 1952) y Montserrat Navarro (1965) en su galería: luminosa, tranquila, con una atmósfera especial. Allí se sienten cómplices de los artistas.
¿Qué vinculación tenían con el arte?
MONTSERRAT NAVARRO. Yo me dedicaba al arte desde hacía veinticinco años. Empecé con la venta de libros de bibliofilia, como el ‘Pedro Saputo’ de Braulio Foz, ilustrado por Natalio Bayo, con Oroel, y luego asumí la representación de algunos artistas como el citado Bayo, Alberto Duce, Beulas, Lina Vila, Mariano Castillo o Maite Ubide, entre otros. El arte es mi pasión y mi vida.
MARIANO SANTANDER. Yo procedo de un negocio familiar, y llegué al arte a través de la alfarería y las antigüedades en general. Compré en 1983 o 1984 la edición de ‘Pedro Saputo’ y me atrajo la obra gráfica. Poco a poco empecé a interesarme también por el arte contemporáneo.
¿Qué tipo de galería querían abrir?
MN. Queríamos crear una galería con obra de calidad, no para la venta de cuadros únicamente. Eso, por decirlo de algún modo, ya lo hacía yo con mi cartera de clientes, en la venta a domicilio alrededor de Aragón.
MS. Al principio, desde que empezamos a vivir juntos, pensamos en una galería clásica, concebida para los artistas, para nosotros y para el público.
¿Cómo ha sido la experiencia de este primer lustro?
MS. Empezamos trabajando con gente cercana como fue la muestra colectiva ‘Siete artistas aragonesas’: queríamos llamar la atención sobre un colectivo poco visible en las galerías aragonesas: el arte de la mujer. Trabajamos por igual el arte figurativo que el abstracto. La experiencia ha sido mejor de lo que habíamos soñado.
MN. En A del Arte hemos expuesto arte que nos emociona. Yo le pido al arte que me remueva las tripas, que me llene, que me enamore y que lo quiera para mí.
Hablemos de las producciones... ¿En qué consiste ahí su labor?
Nosotros apoyamos a los artistas desde el principio hasta el final. Hacemos todo el proceso: visitamos su taller, seguimos la evolución de la exposición, aconsejamos cuando nos lo piden y cuidamos al máximo los catálogos, las itinerancias, la edición de obra gráfica, la promoción del artista. Para nosotros es muy importante la convivencia, la complicidad, el acompañamiento continuo al creador.
MN. Es cierto. Nos gusta trabajar con mucho tiempo para poder elegir.
¿Cómo son los artistas?
MN. Son especiales: sensibles, sencillos, buenas personas por lo regular.
MS. Los artistas son vulnerables. Frágiles. Obsesivos. Están muy volcados en su trabajo durante mucho tiempo, son generosos en el esfuerzo y en la entrega, y tienen la necesidad de exponer. Y eso a veces les lleva a estar tensos o preocupados, y esa preocupación se confunde con el ego o con la vanidad. La obligación de un galerista es colaborar para que su obra se vea. Nos hemos encontrado con gente muy profesional.
¿Quién compra cuadros?
MN. Mucha gente. Se compra por entusiasmo, por ilusión, por la creación de un pequeño patrimonio y por afán de decoración también. Y curiosamente, no existe una relación entre la clase social y la adquisición de arte. Con muy poco dinero y algo de afán se puede tener una buena colección. Cualquiera puede comprar arte. Comprar arte también es una opción de gasto, como viajar, ir de vacaciones, la moda o el golf. Ahora se puede adquirir una serigrafía, un dibujo o una litografía, y los precios pueden oscilar entre 60 y 180 euros.
MS. Compra arte gente de cualquier nivel social, gente a la le gusta el arte, que enmarca los cuadros de inmediato o que va haciendo su colección y que la conserva en carpetas. Y también se compra arte para regalar.
¿Por qué se han convertido en la galería privada de moda, en la que casi todos quieren exponer?
MS. No sé si es así como usted dice, pero creo que hay algunos factores que podrían distinguirnos. En primer lugar el local: limpio de obstáculos, sin interrupciones, ancho y situado en una calle tranquila, al nivel de la acera. En segundo lugar, cuando empezamos casi trabajábamos con criterios casi institucionales en cuanto a colección de obra, catálogo, presentaciones y todo eso; ahora, nos mantenemos en esas constantes, aunque ya no hay dinero para catálogos. Y en tercer lugar, seguimos trabajando a fondo con el artista cada exposición.
MN. La clave de todo es que a los artistas les damos cariño, los respetamos. Ellos son los protagonistas.
¿Cuál es el efecto de la crisis sobre su trabajo?
MS. La crisis afecta mucho. De entrada, de manera psicológica. Y eso también afecta a los coleccionistas. Nosotros intentamos romper esa barrera. ¿Cómo? Manteniendo la galería viva, no cerrando en verano, haciendo más exposiciones al año, preparando nuevas cosas y buscando visibilidad de lo que ya tenemos.
¿En qué consiste ser galerista?
MS. En este momento, ser galerista está siendo una labor menos completa y menos ambiciosa que lo fue en otros momentos. Ahora la galería se reduce más bien a un espacio para exponer, para crear ilusión, para apoyar al sector del arte aragonés, en el que hemos decidido volcarnos.
¿Cuál es el momento del arte en Aragón?
Las galerías hemos descubierto que necesitamos una mínima organización para presentarnos ante las instituciones, los medios, los colectivos culturales, las asociaciones de artistas, la sociedad civil. Estamos en un proceso de adaptación. La administración ni puede ni debe seguir haciendo la misma labor que ha hecho estos años, que lo ha capitalizado todo (existe una desproporción brutal entre las exposiciones públicas o institucionales y las privadas), y a la vez asistimos a un proceso de reivindicación del propio artista como protagonista del arte. A veces parece que él está al margen del movimiento que crea con su sensibilidad y su esfuerzo. Algo empieza a moverse en el arte en Aragón.
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