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Antón Castro

ILDEFONSO MANUEL GIL: AMISTADES. 4

ILDEFONSO MANUEL GIL: AMISTADES. 4

[José Luis Melero fue uno de los grandes amigos de Ildefonso-Manuel Gil. Le contó muchos secretos, le habló de sus libros, de sus amigos, de sus años en el exilio. Pepe le dedica este libro en ‘Escritores y escrituras’ (Xordica), que se publicó en ‘Artes & Letras’ de Heraldo de Aragón. En una foto de ferias, Jarnés, Ricardo Gullón e Ildefonso-Manuel Gil]

 

ILDEFONSO Y JARNÉS: DE ‘ESCRITORES Y ESCRITURAS’

 

Por José Luis MELERO

El poeta Ildefonso Manuel Gil fue un día a visitar a Benjamín Jarnés con una carta de presentación de Ángel Mingote, que había sido compañero suyo en el seminario. Desde entonces fueron inseparables y, a pesar de ser veintitrés años mayor, Jarnés no sólo fue un maestro para Ildefonso sino que se convirtió en su confidente y en uno de sus grandes amigos. Gil le correspondería sobradamente, pues fue siempre un gran defensor de sus libros y durante sus años de director en Zaragoza de la Institución Fernando el Católico se convirtió en su mejor editor y propagandista. Estos días he repasado las notas que tomé de algunas de mis conversaciones con Ildefonso sobre Jarnés. Me contó muchas cosas y algunas muy jugosas. Jarnés, que era muy mujeriego, tuvo una amante, Germaine, “una francesa putarrona abundosa en carnes”, decía Ildefonso, que, según le confesaba el de Codo, era “un torbellino en la cama”. Se hospedaba ésta en una pensión de la Gran Vía madrileña en la que también residían compañeros de Ricardo Gullón, el gran amigo de Ildefonso, que estaban preparando oposiciones. Germaine no cerraba la puerta de su habitación y los opositores se le colaban una noche sí y otra también. Para poder mantener a Germaine, Jarnés escribió con seudónimo novelas pornográficas, que le pagaban a 20 duros y que le colocaba en las colecciones especializadas el escritor Julio Angulo. También anduvo Jarnés enamorado de la escritora Rosa Arciniega y, después de que Ildefonso le diera lecciones de baile, se la llevaba a bailar al Palace. En 1934 Benjamín Jarnés vivía en el Paseo de Santa Engracia. Había en su casa dos cuartos de baño y uno de ellos lo tenía lleno libros que iba vendiendo a un librero de la Cuesta Moyano. Jarnés le decía a Gil que se llevara los que quisiera. Un día mi amigo se llevó ‘Las nacionalidades’ de Francisco Pí y Margall, la primera edición de 1877. “Desde entonces soy republicano federal”, me confesó Ildefonso.

14-IV-2011

Dos fotos de Rosa Arciniega.

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