'EMONAUTAS': EMOCIÓN DE CÓMICOS
CRÍTICA DE TEATRO
La emoción de los cómicos
Alfonso Palomares y Amparo Nogués-Elena representan en el Teatro del Mercado ‘Emonautas’, una pieza divertida sobre los sentimientos y los males de la crisis. La función se despide esta tarde de Cincomarzada
Alfonso Palomares y Amparo Nogués-Elena se han formado en el clown en la compañía Los McClown, aunque ambos son actores con muchos registros. Amparo mezcla la dirección y la interpretación, y Alfonso ha asomado a numerosos cortos, piezas teatrales y a la televisión: es uno de los personajes asiduos de ‘Oregón Televisión’, esa factoría incesante de humor.
Ambos han reivindicado en diferentes momentos la figura del cómico de la lengua, esos actores ambulantes que van de aquí para allá con un único afán: contar historias, entretener y divertir a la gente. Entre sus referentes están Fernando Fernán Gómez, en su trayectoria general y en obras como ‘El viaje a ninguna parte’ (que podría estar entre las fuentes de inspiración de ‘Emonautas’), Stan Laurel y Oliver Hardy, ‘el Gordo y el Flaco’, Buster Keaton, Marcel Marceau y, por supuesto, Charles Chaplin. Y está el teatro del absurdo: Eugene Ionesco y Samuel Beckett. El esperado Godot es citado en una ocasión y uno de los gags, el del tren o el de los trenes perdidos, gira en torno a la espera y la esperanza. Estos cómicos infaustos, desarrapados, desahuciados de cualquier éxito, buscan un interlocutor: un día, tras un sueño intranquilo, despiertan y ven que hay gente al otro lado para oír sus historias.
El espacio escénico es tan simbólico como intemporal, aunque podría remitir también a los años 50 y 60. Los actores, que en realidad son dos personas cándidas, con tanto sentido de humor como miedo, buscan trabajo. Él es Triste Trompeta y ella Valeria Aragón, y tienen alma de payasos. Empiezan una función donde hay de todo: la presencia constante de la radio y sus sonidos, suena ‘La raspa’, por ejemplo; el tren, Cyrano de Bergerac, cuya figura da pie a uno de los fragmentos más hilarantes de la noche, especialmente en ese instante en que Amparo Nogués hace intervenir a un espectador; la faena, la emigración o la Escuela de Ministros, que tiene algo de concesión crítica a esta compleja y convulsa situación que vive en España de corrupción y de desconcierto.
A través de las diferentes partes, los dos actores proponen un viaje alrededor de los sueños, la felicidad, la muerte (“la muerte no se comparte”, se dice), el amor (aunque aquí sea un amor a primera vista y con apuntador), la política, la provisionalidad de la existencia, el empleo casi como una quimera. Y lo hacen con variedad de registros: el mimo, la interpretación textual, el baile. Alfonso Palomares ha elaborado un texto ingenioso, con ironía y con algunos elementos de sátira, sin apenas caídas de ritmo, y ambos, Amparo y Alfonso, Alfonso y Amparo, lo resuelven con solvencia, con oficio, con absoluta entrega.
‘Emonautas’ tiene algo de abanico de emociones. El neologismo emonautas aludiría “a navegantes de los sentimientos”. El espectáculo es una invitación a reír y a entender mejor lo que ocurre, y es una exaltación del pequeño formato y de sus cualidades: un buen texto, intencionalidad, abundante vis cómica y actores versátiles en estado de gracia.
Emonautas. Texto: Alfonso Palomares. Compañía Lagarto Lagarto. Reparto: Amparo Nogués-Elena y Alfonso Palomares. Escenografía: Circoku. Coreografía: Carlota Benedí. Iluminación: Bucho Cariñena. Hasta el cinco de marzo en el Teatro del Mercado. (Este texto lo publiqué en heraldo.es el domingo)
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