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Antón Castro

'LA CASA' DE NESQUENS & M. LÓPEZ

 

Hace algunos años le encargué a Daniel Nesquens un cuento infantil sobre el Real Zaragoza. Me dijo: “Si yo lo que querría es escribir para adultos”. Quizá en realidad no haya dejado de hacerlo nunca, aunque cada vez su literatura tiene más misterio e inquietud y menos humor. Más voluntad de viajar, de conocer, de descubrir mundos que de hallar, en clave más o menos jocosa, las paradojas de la vida. Le importan los afectos, la fuerza de las relaciones, el río de las complicidades. En su último libro, que se presenta mañana sábado a la una en la librería Antígona con Rosa Tabernero, una de las grandes estudiosas de la literatura infantil y juvenil en Aragón, ‘La casa’, ilustrado con imaginación, talento y fantasía por Mercè López, Daniel Nesquens narra una doble relación entre un abuelo y su hijo, y entre este y su hijo, que es quien cuenta la historia.

El abuelo, misántropo y extraño, acaba de morirse y asistimos a su entierro. Eso sí, hay un detalle que lo humaniza y casi lo mitifica: todos los años por su cumpleaños le manda un regalo a su nieto. Padre e hijo lo acompañan en su último adiós. El niño, poco a poco, el niño que es “un  chico listo” quiere saber por qué no se hablaban el abuelo y el padre. Y ahí aparece en medio una casa, una historia fantástica, contada sin énfasis, con parsimonia y brillantez, con precisos diálogos, que tiene algo de cuento de terror y de viaje al fondo de un doloroso enigma. El libro, contenido y elegante, pertenece al género fantástico: importa lo que no se sabe, lo invisible, la atmósfera tensa de sombra, la ambigüedad.

Nesquens, con su habilidad habitual, con ese talento cada vez más parsimonioso, se mueve con comodidad en las estancias informes, ante la estación o en las evocaciones del corredor Jim Hines, citado, la conquista de la luna en 1969, las puertas condenadas, que hay unas cuantas, o esa hoja de un periódico de 1910 que narra un naufragio. El trabajo de Mercè López es excelente: descriptivo y onírico a la vez, maneja el negro y el rojo a la perfección, exalta la complicidad entre padre e hijo y juega muy bien con otro motivo que incorpora Nesquens: el espejo de Alicia, el espejo sin fondo de Lewis Carroll. El libro lo ha publicado el sello A Buen Paso, cada vez más sólido.

 

*Daniel Nesquens en una foto de Vicente Almazán. Una de mis favoritas.

 

 

 

 

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