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Antón Castro

MORATHA Y MAJARENA EN LA MINA

MORATHA Y MAJARENA EN LA MINA

A PLENO SOL. El ilustrador Moratha y el guionista e historiador Luis Majarena, ambos darocenses, publican un curioso tebeo: ‘Mina romana. Cueva del Hierro’, que constituye un viaje en el tiempo y un elogio de ese personaje tan veraniego como el guía turístico

 

Viaje al corazón de la mina

 

Antón CASTRO

El cómic vive un buen momento. Casi todo se asimila mejor con dibujos, dinámicos y divertidos, y textos breves en un tebeo. Eso parecen pensar Luis Majarena, guionista y documentalista, y Moratha, dibujante, ambos darocenses. Majarena ha pasado de escribir artículos sesudos de divulgación histórica a realizar guiones de novela gráfica. Moratha, que ha creado personajes como el Porrero medieval, que ha hecho trabajos sobre Goya o Van Gogh o el tebeo ‘El Compromiso de Caspe’, «lleva más de veinte años dibujado mañana, tarde y noche», como le gusta decir. Ahora se han vuelto a reunir, no solo en las tertulias de su villa medieval, sino alrededor de un proyecto: ‘Mina romana. Cueva del Hierro’, que propone un viaje al corazón de esa gruta que está ubicada en el pequeño pueblo conquense de apenas 50 habitantes.

El cómic tiene algo de viaje en el tiempo y es un homenaje, lleno de guiños de humor y picardía, a los guías turísticos. El de aquí, Martín, posee un don: sabe fabular, enriquece sus historias con una atmósfera de cuento y cierra sus ficciones con un desenlace inesperado o sencillamente con una pregunta. Así, los turistas o viajeros, que pueden llevar un perro llamado Tigretón o estar inmersos en una relación de noviazgo o coqueteo amoroso, se quedan un tanto perplejos. Ese es el ardid que usa el guía turístico de este cómic, que les presenta a los espeleólogos, les muestra las estalactitas, mientras desgrana múltiples historias en el interior de una gruta de más de 200 metros, por la que han pasado 200.000 personas en los últimos años.

El dibujante y humorista Moratha señala: «La idea salió del alcalde del pueblo que también es uno de los promotores que hicieron de esa mina un lugar turístico. Estuvo en Soria y compró un cómic anterior nuestro: el de ‘Thurrakos’. Le gustó, le pareció que este método era una buena manera de promover la mina y nos encargó nuestro tebeo». ‘Thurrakos’  (Cornoque, 2012) era una historia de celtíberos que firmaron Morata y Majarena tras visitar Mara y Numancia y trabajar a lo largo de seis meses. El investigador Alex Hernaiz dice, a modo de prólogo, que la idea les rondaba por la cabeza desde que en el año 2000 «visitamos el Museo de la Minería de la Unión y allí nos hicimos como un ejemplar de un pequeño tebeo de cuatro páginas que resumía por orden cronológico la historia del pueblo y sus minas». Moratha ha hecho muchas más páginas que cuatro con su chispeante sentido del humor y su buen gusto por el color. Una pareja de turistas, más seria, exclama poco antes de entrar en la cueva: «Ahí tengo apuntadas más de mil preguntas para hacerle al guía».

El historiador y guionista Luis Majarena señala: «El guion lo hicimos después de visitar la Cueva del Hierro, en la que el guía explica las características generales. Esa explotación tiene una continuidad en el tiempo y nos planteamos imaginar los personajes que a lo largo de las distintas épocas pasaron por allí». Cuenta Majarena que los niños y los adultos del tebeo son inventados, pero los personajes y los sucesos históricos son reales. Agrega: «En todas las épocas hemos intentado reflejar la sociedad en la que se vivía, así que históricamente todos los sucesos están documentados –dice-. Pongo algunos ejemplos: el yerno del novelista Miguel de Cervantes tuvo una ferrería, el marqués de Urquijo obtuvo la explotación de los Altos Hornos de Beteta... Dicho eso, evidentemente las aventuras que pasan son noveladas y todo ello con un hilo conductor: ese pico que pasa generación tras generación». Y que aparece y reaparece en las distintas historias del tebeo.

Los autores, en páginas muy narrativas y con muchas viñetas, abordan la vida de los celtíberos y romanos, en términos de esclavitud y producción; la Edad Media, donde se cruza una historia de amor con el arte de fabricar espadas y con una batalla a punto de comenzar; la caída de la nobleza en la edad moderna, donde se incorpora una visita a la ferrería de Santa Cristina; hay alusiones al fuero de Cuenca, a los vagones, a la electrificación... «Todo eso está documentado y reflejado en el cómic. Tuvimos cuidado de los más pequeños detalles. He aquí un caso. Unos niños se van a bañar a la balsa de la ferrería porque tienen fiesta. No se podrían ir a bañar si las fiestas fueran en invierno, evidentemente», dice Majarena.

El libro ofrece muchos datos útiles: «Los mineros dejaban las rocas de cuarzo y caliza como pilastras naturales», apuntan los autores. Concluye Mejarana: «Por lo que respecta a los visitantes y los guías, cogimos arquetipos y los hemos ido actualizando. Durante años enseñé Daroca a bastantes grupos y gentes y me he inspirado en mi propia experiencia».

Cuando acaba la visita, una joven atractiva y moderna resume: «¡Qué hermosa ha sido la visita!».

el anecdotario

La ferrería. Era una antigua instalación siderúrgica o un pequeño horno donde se transformaba el mineral de hierro en metal. Su existencia se remonta a la prehistoria, como se dice en el cómic; la ferrería muere con los altos hornos a principios del siglo XX. En Aragón hubo siderurgias de monte e hidráulicas en Sierra Menera y Ojos Negros, en el Moncayo, en Albarracín, en Bielsa, por citar algunas localidades. Los autores explican, en cada secuencia histórica, el vínculo de la mina con la vida: «Este es el otro que chupa del hierro», dice un personaje en los tiempos de los romanos, poco antes de que se produzca un crimen. «Fui a por agua como cada mañana y me encontré al encargado muerto. Tenía clavado este pico», revela otro.

 

 

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