EUGENIO MATEO: 'MAGNÍFICOS'
[Eugenio Mateo, un activista cultural incansable, recoge en su blog esta crónica sobre la puesta de largo del documental 'Magníficos', firmado por su hijo Juan Mateo Piera, que contó con un colaborador de lujo como Luis Alegre.
Aquí puede leerse el texto: http://eugeniomateo.blogspot.com.es/2014/10/magnificos-documental-de-juan-mateo.html]
Por Eugenio MATEO
Precedido de una gran expectación, en gran parte motivada por la difusión que los medios de comunicación habían generado, se estrenó con categoría de evento especial, el documental Magníficos, producido por el Real Zaragoza y dirigido por el joven realizador Juan Mateo Piera. El lugar elegido fue el auditorio del flamante CaixaForum de Zaragoza y convocó a lo más granado de las personalidades y jugadores en torno al Club aragonés, así como a empresarios, periodistas y autoridades locales y autonómicas. Los actuales dirigentes de la SAD, a la cabeza su Presidente, Christian Lapetra, recibieron a los invitados entre los que se contaban los míticos componentes de aquella plantilla, que pasará a la historia de la ciudad y de su deporte como el equipo de Los Magníficos.
Un reencuentro con la identidad que viene a reforzar el sentimiento de vinculación, aunque sólo sea como simple aficionado, al club de fútbol que ha sido y es, el referente aragonés del deporte. Como dijo el realizador, Juan Mateo, es un homenaje a la época dorada del club cuando se cumplen 50 años de las primeras grandes gestas deportivas, como la consecución de la Copa de Ferias y la Copa del Generalísimo, ambas ganadas en 1964, porque todos tenemos magníficos a los que emular en nuestras vidas.
El documental recurre al hilo argumental de la viuda del fotógrafo Antonio Calvo Pedrós, que fue notario de la vida ciudadana y autorizado testigo de los triunfos del equipo, y que capturó con su cámara los momentos inolvidables de un Zaragoza en su mejor periodo. Rosa Lahilla bucea, desde el archivo municipal del Palacio de Montemuzo, en el legado que su marido donó a la ciudad y a partir de ahí, Juan Mateo intercala con maestría y desparpajo los testimonios de los protagonistas como Villa, Canario, Marcelino, Violeta, Reija o Santamaría, que a través de sus anécdotas y vivencias consiguieron crear una atmósfera entrañable en el Auditorio del CaixaForum, en donde las risas y la emoción fueron tejiendo una historia que acabó perteneciendo a todos los asistentes.
Pieza fundamental en la preparación de las entrevistas fue el periodista y profesor de la Unizar, Luis Alegre. A lo largo de la película, personajes como Iñaki Gabilondo, Agustin Diaz Llanes, José Luis Melero, Antón Castro, Juan Antonio Gracia, Victor Muñoz, Pedro Luis Ferrer, ex-presidentes del Club y ex jugadores, ofrecen al espectador la frescura de sus testimonios, mejor documento visual de unas circunstancias de sus vidas que de una u otra manera estuvieron ligadas al Real Zaragoza.
Destacamos las imágenes rodadas en Galicia, en Ares, Ría del Ferrol, lugar de residencia del mítico delantero y goleador Marcelino, que ha pasado a la historia como autor del famoso gol de cabeza contra la URSS, que en aquel tiempo pasaba por ser la bestia negra del régimen franquista. He sido testigo, en calidad de inmediato, de los comentarios de Juan sobre la hospitalidad con la que fue agasajado por Marcelino Martinez Cao y su esposa Tete Perez Diaz y del aprecio que ha surgido de esta visita. Lo cierto es que los comentarios del ex-jugador en el documental no tienen desperdicio, al igual que los de Villa o Canario, por la franqueza y la perspectiva que da el tiempo. Siempre, con la figura de Carlos Lapetra planeando en sus recuerdos como el cerebro de un estilo de juego de un equipo que se ganó a pulso lo de irrepetible.
La gran virtud del documental es que habla de fútbol sin apenas mostrar fútbol. Prioriza el sentimiento de unos deportistas en un contexto que tiene tanto de romanticismo que pertenece a un pasado del que no es posible renunciar sin renunciar a la propia dimensión de la memoria, nexo inexorable de la razón que no reniega.
Es un trabajo honrado, meditado, donde los protagonistas reconocen que jugar al fútbol era cuestión de pundonor, porque el mero hecho de pertenecer durante tantos años a una plantilla anda reñido con los nuevos mercenarios que en el dinero basan sus esfuerzos, y no es que sea esto malo, es simplemente lo que hay; por tanto, un club histórico tiene derecho a acudir a sus fuentes, épicas referencias de un pasado de esplendor, para afianzar su intento de trascender por encima de intereses permitiendo un desarrollo acorde con los principios sentimentales de su masa social. La sensibilidad de Rosa Lahilla aporta serenidad, ajena al casi siempre frenético entramado deportivo, dejándonos el eficaz antídoto contra el olvido que surge de su mirada mientras repasa con añoranza las fotos que su marido perpetuó de aquellos héroes magníficos.
Juan Mateo Piera ha tejido, con sabiduría de filósofo y paciencia de observador, el retrato humano de unos seres que forman parte de un imaginario colectivo, incluso para los que no nos gusta el fútbol, y que son casi como de la familia. El distintivo de pertenencia al grupo. Ya se sabe que si el fútbol no existiera, habría que inventarlo. Un documento que bebe de la antropología, la única ciencia que puede explicar aquello de pegar patadas a un balón.
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