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Antón Castro

LA NADIA COMANECIA DE LOLA LAFON

LA NADIA COMANECIA DE LOLA LAFON

LOLA LAFON: VIDA, LEYENDA Y PERSECUCIÓN DE NADIA COMANECI


[Estoy leyendo ‘La pequeña comunista que nunca sonreía’, una novela, con realidad y ficción, sobre la gran gimnasta rumana Nadia Comaneci, que obtuvo el primer diez en gimnasia en las Olimpiadas de Montreal, en barras asimétricas, el 18 de julio de 1976, con catorce años. La novela reconstruye la vida de la joven, su contexto familiar y cómo se vive en Rumanía, bajo el gran poder de los Ceaucescu. En este capítulo, ‘Jugar a lo loco’, están su entrenador Béla, su madre Stefania y ella. Aquí se ve cómo trabaja, cómo entrena, cómo soporta el dolor.]


A las cuatro de la tarde, a una señal de Béla, desalojan el gimnasio, hacen salir a la mujer de la limpieza, a los demás entrenadores e incluso al pianista, sólo quedan Nadia, Béla y Stefania, a quien Béla hace prometer que no contará nada de lo que va a presenciar. Corren las cortinas, encienden las luces a pleno día.
Es como si se ausentara. La niña parece poseída por una misión cuyo nombre ella misma desconoce. Ni una mirada hacia su madre ni hacia él. Su rostro pálido está tenso, los labios prietos, tiene ojeras, inspira hondo y hace una señal a Béla con la cabeza, él la levanta, la iza directamente hasta la barra superior. Nadia emprende el movimiento de balanceo necesario, un impulso. Entonces, a la señal de Béla, suelta las manos y efectúa una vuelta completa sobre sí misma entre las barras, sus muslos se abren completamente, la nuca roza la madera, vuelve a agarrarse por los pelos.
Esa sorpresa es un secreto, una declaración de supremacía mundial cuya existencia todavía nadie conoce. Ese salto inimaginable por el que hay que olvidar todos los huesos rotos, los tendones seccionados y las vértebras fracturadas alguna vez... Para el que hay que jugar a lo loco, fuera de pista. Es inimaginable salto cuyo origen reside en un error ocurrido una mañana hacia unos meses.
Ese día, Nadia se dispone a realizar un mortal clásico. ¿Es su cuerpo el que, para no morir, busca una escapatoria cuando sus manos resbalan, no puede asir la barra y su pelvis golpea con violencia la madera?

-De ‘La pequeña comunista que no sonreía nunca’. Lola Lafon. Traducción de Francesc Rovira. Anagrama. Barcelona, 2015.

 

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