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Antón Castro

'ONTOLOGÍA POÉTICA' DE J. C. ELIJAS

JUAN CARLOS ELIJAS: POEMAS DE 'ONTOLOGÍA POÉTICA'
El escritor Juan Carlos Elijas (Tarraco, 1966), acaba de publicar 'Ontología Poética' (1998-2014), con prólogo y selección de Javier Peñas Navarro y epílogo de Pilar Gómez Bedate, viuda de Ángel Crespo, de quien se cumplen ahora 20 años. El libro aparece en el sello Isla de Siltolá de Javier Sánchez Menéndez. El autor me envía u na pequeña selección de sus poemas. La foto de Juan Carlos Elijas la tomo de aquí: 

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POEMAS DE JUAN CARLOS ELIJAS

PRIMERA NOTICIA

Odiar y amar a un tiempo, qué vano sacrificio
L. MARTÍNEZ FALERO

y puede que haya sido caro el precio
para este final que muere con la página

hago mío
este ruido que cruje
de pasos en mi abdomen
y este aliento de polvo desbocado
y este gas que rebota con su aceite
contra el velo culpable de la última nómina

albergo la impresión de haber llegado
tarde a todas partes, de haber
tomado mal el pulso al abandono
o abrir a cada hora la celda del olvido
y hallar el cuerpo ahorcado de presuntas bellezas

quizás leyendo a Cernuda te entienda
peor
puedo omitir los versos más felices
esta noche o templar la protesta con un poco de blues

quizás no haya otro remedio
que aparcar en la doble fila del desencanto
e invocar tres caídas en el nombre del miedo

y puede que una espora del soplo que se extingue
invente en tu ventana las ruinas algún día
de ese viento rubio que te arrulla desde Oriente

sé que dirás que resulta un insulto
pronunciar el silencio con las voces mayúsculas
y escribir de tu parte al deseo salvaje
que relincha en su jaula

acaricio el incendio secreto de la noche
y aballestan tus labios en fundida respuesta
el vencido velamen que las manos gobiernan

y de los dedos la fiebre se vierte
descalza sobre este poema
con olor a vinagre con olor a ese ungüento
legítimo y prohibido
—de amor sí y de odio—
que condena al delirio a cadena perpetua

de 'Vers.o.s. atávicos' (1998)


NOVIEMBRE

[lo has llamado el otoño de las rosas.
Aspíralas y enciéndete]
FRANCISCO BRINES

comprueba así el horror de la pureza
desabrochando la última blusa
antes de que el día condene
con su luz de nuevo la alcoba
sostén en tus manos el peso
acuoso y túrgido del seno
que afirma su verdad temblando
bésalo en su cima estriada
y conserva el calor que endurece las venas

de 'Vers.o.s. atávicos' (1998)



LA RECOGIDA DE CADÁVERES

1

Nosotros, que trajimos al desierto la memoria de la nieve, con una fe de ratas perdida en los oscuros pasadizos del olvido hacia la nada.
Nosotros, que en soledad fuimos ciervos contra la soledad mayor, contra la compañía de la manada y sus cuchillos y sus canciones.
Nosotros y nuestras huellas en el sendero que atraviesa los bosques de alisos y de fresnos, donde sonaron las ráfagas en otro tiempo y los cuerpos rodaron al humilladero del barranco.
Nosotros, que aprendimos a interpretar el vuelo de las águilas, su ataque majestuoso y su pieza, liebre o corza, herida mortalmente con un temblor o un beso o un disparo.
Nosotros estamos aquí, en los roquedos erosionados del abandono, y creemos oír desde la espesura la voz del pantano y sus aves de uniforme, la espesa noche del desfiladero.

de 'Camino de Extremadura' (2005)

UN DÍA DE AGUACERO

Paris, me moriré un día de aguacero. Los jueves un dragón viene a la ciudad poniendo el dedo y deja caer su vómito de fuego hasta la ceniza.

Cada jueves de cada otoño un dragón busca con su mechero, con su cintura, la campánula de Hécuba, la alcaldesa, la que tiene su vientre repleto de belleza.

Paris, torre fiel para mis muslos, ambrosía para mi lengua y para mi boca, flecha para un talón de dracmas o de francos o de dólares.

Paris, con aguacero, tus pasos en la estación del norte, en la orilla izquierda del río, tu viaje de regreso con el botín pendiendo de tu falo.

Esos caballos que han salido en tu busca siguen trotando por el poema silenciosos, derramados, eternos.

de 'Delfos, me has vencido' (2009)


DESDE LA TORRE DE SU TEMPLO

He ahí la casa tantos años cerrada,
la que ha visto desfilar a los ejércitos del frío,
la que tuvo sus tripas acordadas para una música
que dijeron pura sus habitantes hoy ya entre la tierra.

El patio o el corral bajo la parra,
los ríos de la sombra que acuden cada noche
a templar su canción con las voces de sus muertos,
todas las auroras de cada otoño en cuarentena.

Las hoces y guadañas aún desatendidas,
los cedazos de la edad o la insistencia,
el yugo estrecho de las cosas que reposan
desde un tiempo infeliz de telaraña.

He ahí el inventario de los que nos fundaron,
sus objetos que hoy nos miran desde el paraíso
amueblado para la consumación, los cencerros
que nos llaman desde la torre de su templo.

de 'Cuaderno de Pompeya' (2009)


III

la taranta del tiempo
cualquier día una maceta
al salir de casa

habremos amado
con la piel y la palabra
la infancia Nino Bravo
camino de Madrid

mi vida sucesiones
de entreactos 
la sangre de mi máscara
la lengua bañada
en brezo
de mis antepasados

y afuera los cursis
firmando sentencias de muerte
el disparo primero
en la cabeza
y por último el trasplante
las recién nacidas lloran
entre raspas y botellas
vacías 
en un cubo de basura

y tú
talento y cálamo
te arrebujas en la manta
toses y apuras
un ron caliente
y templas y decides
qué palabra escribir
para poner también la vida
mientras el otro Benengeli
querrá la historia a su manera

de 'Nuevo aullido para Allen Ginsberg' (2011)

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