ROMERO DE TORRES, EN CÓRDOBA
El pasado miércoles estuve en Córdoba, en Cosmopoética, con un puñado de amigos escritores y periodistas (desde Paco Córdoba a la joven argentina Tes): desde Elena Medel y Juan Cruz a José Manuel Martín Portales, Alejandro López Andrada, Gracia Iglesias, Tao Lín o Luisa Miñana, invitada también a recitar y a hablar de editoriales poéticas. También aparecieron dos amigos de hace 40 años, a los que no había vuelto a ver: Pedro y Charo, profesores de literatura española y francés, que residen en Córdoba desde hace 40 años. Tras un diálogo, con recital, con Gabriela Wiener, fuimos a ver el Museo de Julio Romero de Torres, instalado en frente del de Bellas Artes, en el que fue su propio domicilio. Una casa espléndida. No es muy grande en apariencia, pero es un lugar entrañable, lleno de detalles, en el que luce el gran talento, el sentido del color, la untuosidad, la belleza, el gusto por los carteles, el ámbito un tanto intemporal de sus lienzos, la exquisita mano del pintor, nacido en 1874 y muerto en 1930, a los 55 años. Romero de Torres, más allá del tópico andaluz, es un pintor extraordinario: compone admirablemente, fluctúa entre varios estilos –a veces se acerca al simbolismo, al realismo mágico, al costumbrismo trascendido y clásico-, es un retratista refinado y un contador de historias desde el lienzo. Le interesan Andalucía, la mujer (siempre la mujer: todas las mujeres), la copla, la tauromaquia, el erotismo y el pecado, la pura e inagotable beldad. He aquí uno de los cuadros de él que más me gustan: Diana. Tan simbólico.
1 comentario
Tes -
Un abrazo gigante.