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Antón Castro

VICENTE GARCÍA-PLANA, UN DIÁLOGO

VICENTE GARCÍA-PLANA, UN DIÁLOGO

Vicente García Plana presenta en el CDAN de Huesca la exposición más compleja y ambiciosa de su vida. En ella, a través de más de 10.000 objetos y piezas, reflexiona sobre su condición de artista. El artista explica aquí sus intenciones, sus logros.

¿Si tuvieras que definirte, pensando en el lector, cómo te defines como artista, qué eres exactamente?

Yo siempre me he visto como un obrero de la plástica. Veo mi oficio como un trabajo, una opción personal del máximo interés, pero no me gusta la idea del artista mitificado y ajeno a los demás.

 

Sigo en la línea de las preguntas fáciles, ¿qué es el arte para ti, cómo lo vives?

SOLO SOMOS LO QUE NO PODEMOS DEJAR DE SER, SOLO AMAMOS A QUIEN NO PODEMOS DEJAR DE AMAR

En estas dos frase se podría resumir mi relación con mi oficio. Una vez que has estado sumergido en el proceso creativo ya no puedes (suponiendo que quisieras) alejarte de él. Hay un conjunto de inteligencias que nos hacen entender el mundo cotidiano, nos enseñan física, matemáticas, economía, historia... pero la inteligencia artística nos plantea interrogantes y nos ofrece respuestas que anidan en lo más sutil, en lo intangible, en lo que desconocemos de nuestro interior. Investigar y avanzar dentro de esos campos interiores no visitados es un privilegio para nosotros y debe entenderse como una obligación con la vida. Algunos de los momentos más plenos de mi vida se derivan del proceso creativo por lo que no me resulta nunca un esfuerzo dedicarle toda mi atención.

 

¿Desde cuándo lo guardas todo o casi todo?

Desde niño. Recuerdo a mi padre divertido llamándome para que vaciara mis bolsillos delante de sus amigos y ver la cara de sorpresa de los adultos al enumerar las variopintas colecciones de objetos que llevaba encima. Siempre he recogido cosas y siempre le he dado mucha importancia a dónde las guardaba. Me refiero a que algunas cosas tenían sentido por el contenedor que las acogía. Escondía un papel en una grieta, un caballito en una caja o una navaja tras un armario y tenía un enorme placer al volver tras un tiempo y encontrar los objetos en sus sitios. También he asociado siempre las cosas a las personas que las tuvieron con un carácter entre místico y fetichista.

 

¿Hay algo que tú arrojes a la basura o un contenedor?

Con la excepción de la propaganda electoral lo guardo casi todo. Tengo mucho sitio, mi taller es enorme y procuro ser ordenado, eso me hace muy capaz de almacenar. Mi sistema de trabajo funciona por la acumulación.

 

Viendo tu monumental exposición y tu estudio, se me ocurre preguntarte, ¿cómo es tu casa o cómo son tus almacenes?

Mi taller tiene 1.600 m2 y está lleno de suelo a techo de estanterías, cajones, archivadores... Decenas de miles de objetos se acumulan ordenadamente con el fin de convertirse antes o después en parte de una composición artistica. En realidad el taller está concebido y desarrollado como una obra de arte en só mismo. Es un contenedor que compite con su contenido. Crea una atmósfera única en la que me encuentro muy cómodo y capaz. En los últimos tres años hemos estado construyendo una casa que une los talleres y la vivienda en un solo edificio lo que me permite vivir y trabajar en el mismo sitio. Intentamos que la casa no sea tan densa como lo son los talleres pero no sé si lo vamos a conseguir...



¿Cuánta gente trabaja para ti en Huesca, a quiénes les dices que te den tal o cual cosa?

Tengo dos colaboradores a tiempo completo y medio centenar de proveedores externos que desarrollan trabajos esporádicos según la naturaleza de cada encargo. En lo referente al origen de los objetos es infrecuente que yo los pida. Normalmente la gente que conoce mi criterio me ofrece la oportunidad de rescatar elementos entre los restos de una herencia, los desvanes que serán desalojados, los almacenes que se cerraron hace tiempo... Lo que a mí me interesa no suele ser lo que la gente más valora, a mí me ayuda un trozo de madera desgastado que se usó como tope de una puerta durante años mucho más que cualquier pieza de mobiliario o de ornamento. La mayor parte de las piezas que atesoro tienen poco o nulo valor real.

 

Según la RAE, el término Taxonomía es “Ciencia que trata de los principios, métodos y fines de la clasificación”. ¿Por qué has elegido un título tan técnico para tu exposición?

Yo quería hacer una exposición que no empezara ya por los cuadros y las obras finales. Quería enseñar el proceso previo también. De esta forma hay tres capítulos en la visita: qué recojo, cómo lo clasifico y qué hago con eso. El uso del término Taxonomías (en plural) alude al segundo bloque, (cómo lo clasifico). La Taxonomía es, como bien apuntas, un término técnico y no se asocia con el mundo del arte. Me gustaba la idea de establecer un paralelismo entre el criterio estricto de un naturalista clasificando plantas o insectos y los diversos criterios tan peregrinos que sigo para ordenar mis objetos (por materiales, por tamaños, por origen, por destino, por formas, usos...) El hecho de usar más de un criterio de clasificación explica el porqué de poner en plural Taxonomías. Por otro lado veía bien establecer un vínculo con el mundo de la Naturaleza al presentar este trabajo en el Centro de Arte y Naturaleza.


¿En qué medida la exposición es el arca de Noé o la memoria del siglo XIX y XX?

La vocación de la exposición no es la de inventariar nuestra época o las inmediatas a través de los objetos. Los objetos que la componen son los que han ido apareciendo en mi vida y por alguna razón he salvado del olvido, pero carece de ese criterio exhaustivo del coleccionista o del investigador. Lo cierto es que recojo para transformar y crear posteriormente y por esto no hay un hilo conductor único. Ahora bien, sin excepción alguna, no hay ni una sola persona a quien no haya visto sorprenderse con algún objeto familiar y en algunos casos he visto saltar lágrimas al encontrarse con algo que en sus vidas llegó a tener importancia. Lo curioso de esto es que nunca son las mismas cosas. Los objetos de los que nos desprendimos hace tiempo sin otorgarles valor resurgen ante nosotros para recordarnos quienes fuimos y eso les otorga un poder enorme. No los echamos de menos a ellos, nos echamos de menos a nosotros mismos.

De manera sencilla, haznos una pequeña enumeración de objetos que hay ahí dentro... 

Hay más de 10.000 objetos de todo tipo, ramas de árbol, muñecos, cabezas de piedra, latas chafadas, trozos de máquinas, pastillas de jabón, herramientas, botellas, juguetes diminutos, lupas, casi cualquier cosa imaginable puede estar allí.

Taxonomías rinde homenaje a treinta años de trabajo, pero también a la poética del objeto encontrado. ¿A quiénes sigues aquí: a Duchamp, a Antonio Pérez de Cuenca, a Brossa? 

Creo que hay un vínculo mucho más potente con Antonio Pérez porque viviendo los dos en España los objetos con los que más fácilmente nos encontramos pertenecen al mismo entorno. Antonio recoge y reinterpreta en base a su vasta base cultural y artística. Brossa andaba más centrado en el desarrollo de la obra final y aún cuando se apoyaba en el objeto encontrado normalmente no le permitía existir sin su intervención. Si algo le debo a Antonio Pérez a quien tengo la suerte de haber conocido, es la confirmación de que ésta era una línea de trabajo entendible y posible, algo que también afirmó Antonio Saura. Antonio Pérez, hace ya tiempo, me ayudó a sentirme fuerte en la búsqueda e interpretación del objeto. En cualquier caso, el artista que más ha influido en mi trabajo es Joseph Cornell.

 

¿Qué tiene de excitante el objeto encontrado? ¿Qué significa el azar para un artista como tú? 

El azar es un tremendo aliado. Hay cosas que tú no sabes que sabes y el azar te da la oportunidad de desvelarlas. Tantas veces ha sido providencial el azar, ha sido tan oportuno y tan vital que dudo de que en realidad sea solo consecuencia de la casualidad y quizá haya algo más. El objeto encontrado tiene su fuerza en la oportunidad, en la originalidad, muchas veces en la unicidad. Llega a tus manos y con un grito o un susurro te dice por dónde buscar. Vas caminando por la vida y los objetos van pasando por tus manos y en unos instantes debes decidir lo que se guarda y lo que no. Hay que estar muy atento, hay que observar continuamente, ser consciente y eso te ayuda a vivir.

¿Cuál es tu objeto (u objetos) favoritos y por qué? 

Si me tuviera que llevar a una isla desierta un único objeto sería una navaja suiza que me regaló mi padre cuando era niño. Tiene para mí un enorme y obvio valor sentimental y además es una herramienta. Cuando un padre le regala una herramienta así a un hijo le está dando varios mensajes que puede tardar en entender. Los objetos son mensajeros de quienes los crearon o los eligieron y al igual que esa navaja pueden tener muchos usos. Por otro lado, con esa navaja y algo de tiempo yo puedo convertir la isla desierta en una urbanización de lujo...

 

Hay una pieza espléndida, entre otras: esa ciudad en miniatura. ¿Qué has querido hacer ahí? 

La Ciudad Gris es un proyecto de hace casi quince años. Hasta esta exposición no había tenido oportunidad clara de desarrollo. Es una instalación hecha con antiguos moldes de fundición de madera. Cada molde se ha interpretado como un edificio de una ciudad imaginaria con una arquitectura irreal. Todo el conjunto está pintado en una gama de grises y sus edificios y avenidas están poblados por cientos de muñecos de color blanco. Los muñecos están siempre aislados, no interactúan entre ellos. Todo el conjunto transmite cierta sensación de soledad y tristeza. Pero en una plaza una pareja de muñecos se abraza y estos aparecen en color. Lo que me gusta de esta pieza es que, con un mensaje casi pueril, tiene un tremendo impacto en todo el mundo. Creo que le ayuda el ángulo de ataque visual (la pieza está en el suelo) y el hecho de trabajar con elementos que claramente eran otra cosa antes y ahora parecen tan idóneos en su nueva misión.

 

Rindes homenajes a muchos amigos a través de instalaciones y objetos muy elaborados. Cuéntanos cómo están y dónde... 

Además de mi trabajo artístico siempre he desarrollado una fértil trayectoria en nuestro estudio de interiorismo. Esta actividad me ha dado cierta independencia económica que me permite hacer el tipo de obra artística que me interesa y no el que me conviene. A menudo me planteo proyectos que no tienen como destino la venta sino el crecimiento personal. En esta línea hice el proyecto de 100 muestras para analítica. Me ha llevado siete años terminarlo. Entregué 100 botes de cristal a las 100 personas que más protagonismo habían tenido en mi vida con la pauta de que introdujeran en el bote un objeto que se refiriera a la relación que mantenían conmigo. Yo tenía otros 100 botes preparados y había hecho el mismo ejercicio con cada uno de ellos. Hay 100 cuadros, en cada uno están los dos botes que definen mi relación con cada persona. El resultado es un inventario a través de los objetos de la gente con la que he convivido. Lo que me gusta de este proyecto es que avanza en lo personal, en lo social y en lo artístico. A nivel afectivo ha supuesto mucho, algunos participantes han fallecido mientras se desarrollaba, otros han cambiado radicalmente de vida y con la mayoría he tenido una profunda reflexión en torno a la relación que nos une.

 

Tú mismo estás dirigiendo las visitas guiadas... ¿Qué está pasando, qué oyes, qué te preguntan? 

Me está gustando mucho explicar la exposición, veo que la gente que llega hasta el CDAN viene con interés real. Yo había hecho antes exposiciones en el centro de las ciudades batiendo records de asistencia, que frecuentemente son visitadas por gente que pasa caminando por la puerta y tiene cierta curiosidad pero no un interés suficiente por tu trabajo. El hecho de desplazarse fuera de la ciudad y pagar una entrada (aunque solo sean 3 €) dentro de un horario más bien reducido supone que el público esté siendo muy puro, muy receptivo. Lo cierto es que llevamos casi mil visitas en cuatro semanas y me dicen que son muy buenas cifras. Hacer las visitas guiadas personalmente me parece un gesto obligado para con quien se toma este interés y lo disfruto mucho. Observo que mantienen la atención por igual niños y mayores y que los puntos fuertes son muy diferentes para cada persona. Al principio no preguntan mucho pero enseguida surgen preguntas y comentarios, algunas personas se emocionan visiblemente, otras me ofrecen algún trasto. La mayoría agradece y valora el rato que han pasado allí y a muchos los veo repetir visita.

 

¿Cuáles son las reacciones de los niños’ 

Es muy divertido ver a los niños allí. El objeto encontrado y por lógica la mayor parte de mi trabajo es muy cercano, tiene un mensaje limpio y rápido que muchas veces está cargado de sentido del humor. Los niños captan esto con gran facilidad. Incluso con piezas que no están pensadas para un público así, como la Ciudad Gris, muchos pequeños cuando les preguntan a la salida la nombran como su favorita. Hemos planteado a todos los centros educativos la posibilidad de hacer visitas guiadas fuera del horario del exposición y la respuesta ha sido muy positiva, la mayor parte de los centros va a visitar la exposición y algunos atenderán los talleres que se han organizado.

 

Última cuestión. ¿Hay alguna relación entre tu exposición y la Navidad? 

Pues lo cierto es que no. Salvo por la coincidencia de fechas y que nadie me ha regalado nada...

1 comentario

Guillermo -

Excelente entrevista y excelente exposición que hace honor al objeto, que marca al humano, lo quiera o no.