RAFAEL SOLER: CINCO POEMAS
RAFAEL SOLER
Para que nadie olvide el tamaño de su miedo
En un sueño caben todas las palabras
que nunca pronunciaste
y el decoro de haberlas olvidado
cuando se hizo la luz
niño crucial
mujer al son de todas
joven almado con estatura suficiente
hombre que nace en su coyunda fértil
dispuestos a vestir la carne que les llama
pues todo empieza ahora
en la axila un trueno
en la boca cien semillas precintadas
en la espalda liviano el peso de su nombre
y abajo
zurcido el pantalón
junto a la pelvis anhelante
alzado en su escote el pregón de las discordias
un fruto escondido
una espina crucial enarbolada
un testimonio accidental definitivo
tú a la espera
atónito de hombros
todavía inguinal superlativo
en el caldo nutricio que te acoge
pues todo empieza ahora
y siempre será el silencio la única respuesta
cuando proclames exigente
que el aire que respiras
las manos con que amas y el cielo que te cubre
son tu manera de estar alzado entre las cosas
que sólo para ti
futuro perdedor de cuanto tienes
fue trazada la dimensión del agua
y el espanto azul de la estrellas
pues todo empieza ahora
aunque lejos resuene indiferente una carcajada
al comprender que apenas fuiste
un liviano envase desechable
burbuja que por brillar estalla
una costura
en la arpillera universal del frío.
(En Ácido almíbar)
Metabolismo basal de un edificio adolescente
Nacerás cuando ames
y por amado tomarás posesión de cuanto venga
con esa solvencia del que ignora
que habla por él un ignorante
pero ahora
que tiene tu latido
el peso de un discurso
ahora que no has pedido nunca prórroga
y no eres todavía un asunto general
un pie de página en cursiva
ahora que de glándulas opíparas colmado
te basta con salir al mundo
para salir del mundo
y la verdad de un colibrí no es suficiente
lánzate escúchate atrévete
cuando enciendan la luz
y justo a tiempo empiece el infinito.
(En Ácido almíbar)
Prohibido correr por el pasillo
Abuelo bebía a sorbos lentos
aguachirle de coñac y manzanilla
un caldo raro para un pueblo sin ventanas
y recién amanecido amanecía
de moscatel vestido con una chispa encima
cordial y entrometido
jugaba como un dandy al dominó
blasfemaba cuando el viento fumaba su tabaco
sabía de putas y de erizos
y jamás se dejaba acompañar en los domingos
un verano se clavó un anzuelo
en otro le clavaron un desplante
y el tercero lo pasó desprovisto tiritando
en legítima defensa de padre no me acuerdo
pero tenía boca y dedos
sopló los noventa con sus velas
y dicen que amaba en la distancia a su manera
un verano me clavó un anzuelo
otro le clavé un desplante
y el resto lo pasamos dicho queda
solitarios enfrentados tiritando.
(En Ácido almíbar)
Desprendimiento indoloro de un cercano tóxico
El amarillo es algo más que un indicio hepático
o el jubiloso corazón de un girasol en llamas
o la camisa de agosto para el trigo
hay tipos amarillos
como hay bancos cargados de intención
y naves vacías de interés
y préstamos a ciento veinte vidas
que no se cobran nunca
tipos de tersa faz sin una greña
hidratados solventes decididos
y amarillos
tipos en suma a su manera dialogantes
uncidos a un reproche como otros a la nieve
tramitadores de afectos calculados
hereditario el beso
parca la saliva
tipos solidariamente amargos
decretando la expulsión de los ausentes
en la boca ortogonal una sintaxis
que nunca dice toma
faltos de lumbre
fingirán el entusiasmo con que nace la sed
aunque luego se desfonden al conocer el agua
y severamente tóxicos
recibirán un día tu saludo en navidad
su lengua de membrillo desconchada
y sus hombros con espalda a tus espaldas.
(En Ácido almíbar)
Receta para una biopsia consentida
Tomad la víscera completa
desprovista de piel y de esperanza
digamos por ejemplo el tiempo incompleto
de una vida
que corra el agua
limpiando con esmero su pasado
la válvula espinal de los reproches
cualquier rastro de besos y de hambre
cortad después en láminas severas
el lado más oscuro del rencor
los entresijos solemnes del orgullo
la huella que dejaron los errores
pronunciando en voz baja la palabra corazón
entero vuestro ajado corazón
perdido corazón
hasta doscientas veces.
(En Las cartas que debía)
Nacido en Valencia, Rafael Soler reside en Madrid, donde ha trabajado como profesor titular en la Universidad Politécnica. Poeta y novelista, en los años ochenta tuvo una intensa producción literaria, que fue recibida como una de las más interesantes de la nueva literatura española, y que inició con la publicación en 1979 de su novela “El grito”, y el libro de poemas “Los sitios interiores” en 1980, a los que siguieron títulos como “El corazón del lobo”, “El sueño de Torba” o “Barranco”, última de sus publicaciones en Cátedra en 1985, así como dos libros de relatos. Vino luego un largo silencio editorial, que decidió romper en 2009 con la publicación del libro de poemas “Maneras de volver”, al que siguió en 2011 “Las cartas que debía” y en 2012 “La vida en un puño”, antología publicada en Paraguay, y “Pie de página”, publicada también en 2012 por la Institución Alfons El Magnànim. En enero de 2.014 publicó el libro de poemas "Ácido almíbar". (nota de wikipedia)
*La foto la tomo de allí. Es de Quiquecomba.
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