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Antón Castro

EL VIAJE ESPAÑOL DE ANNEMARIE SCHWARZENBACH Y MARIANNE BRESLAUER

EL VIAJE ESPAÑOL DE ANNEMARIE SCHWARZENBACH Y MARIANNE BRESLAUER

El ángel de la modernidad que pasó por Huesca en coche

La escritora, viajera y arqueóloga suiza, que murió tras una caída de bicicleta, viajó a Huesca en 1933 con la fotógrafa Marianne Breslauer en su Mercedes Mannheim

 

PIES DE FOTO MARIANNE BRESLAUER / MNAC

Annemarie Schwarzenbach con su automóvil y un pastor con sus ovejas en los Pirineos. Mayo de 1933.

 

La escritora y viajera se detiene a hablar -¿en qué lengua?- con unos niños gitanos en los Pirineos. 1933.

 

 

Antón CASTRO

Roger Martin du Gard dijo que Annemarie Schwarzenbach tenía “un bello rostro de ángel inconsolable”. Thomas Mann la retrató como “un ángel devastado”. Nació en Zúrich en 1908 y murió, a consecuencia de una caída de bicicleta, en Sils im Engadin / Segl (Suiza) en 1942. Tenía 34 años y parecía haber vivido su propia existencia y dos o tres o cuatro más. Se había doctorado en Historia, escribió crónicas de sus viajes y novelas, realizó labores de arqueóloga, periodista y fotógrafa. Se casó con el diplomático Claude Carac y amó a varias mujeres, entre ellas a Erika Mann, hija del citado Nobel de Literatura, y fue amada por la escritora Carson McCullers. Annemarie Schwarzenbach está de moda en España: fue objeto de una biografía en Circe, Minúscula ha publicado algunos de sus libros y ahora La Línea del Horizonte ha rescatado ‘El valle feliz’. Lo que quizá fuese menos conocido es que esta mujer deslumbrante, que pedía “dejadme sufrir”, estuvo en Huesca el 21 de mayo de 1933.

Estos días, en el Museo Nacional d’Art de Catalunya, en Barcelona, se exhibe una exposición de la fotógrafa alemana Marianne Breslauer (Berlín, 1909-Zúrich, 2001), donde se recogen más de un centenar de fotos datadas entre 1927 y 1938, que ha comisariado Mercedes Valdivieso, autora del catálogo. La muestra consta de fotos de reportaje -de París, de Berlín, de diversos lugares de Grecia-, varios retratos, entre ellos de Pablo Picasso o Man Ray (con quien colaboró un tiempo), y uno de Annemarie, datado en Berlín en 1932, el año en que se conocieron; en sus memorias, Breslauer dijo: “Todavía recuerdo muy bien el impacto que me produjo cuando la vi por primera vez. Annemarie era –y esto lo tengo que repetir una y otra vez– el ser más bello que había visto jamás. Más tarde conocí también a Greta Garbo, cuyos rasgos faciales parecían quizá todavía más perfectos, pero Annemarie era una persona de la que a primera vista no se podía decir si era hombre o mujer”. En la muestra lo que más llama la atención son las fotos del viaje que hizo con la escritora y viajera suiza por España. Duró dos semanas, desde el 14 de mayo, en que llegaron a Gerona, hasta el 27, que partieron desde Pamplona en dirección a Lourdes.

Pamplona fue decisiva en esta odisea y era uno de los polos de atracción. Ambas tenían en la cabeza la novela ‘Fiesta’ de Ernest Hemingway, que se había vertido al alemán hacía poco tiempo. También existía otra razón: conocían ‘Un libro sobre los Pirineos’ (1927) de Kurt Tucholsky. En cierto modo copiaron parte de su itinerario y recorrieron, en un impresionante Mercedes Mannheim, que conducía casi siempre Annemarie, Gerona, Barcelona, San Sebastián, Andorra, Huesca, Pamplona, etc. Según se ve en las fotos tomadas en el monasterio de San Cugat del Vallès, Annemarie parecía confeccionar un diario en un cuaderno, donde iba tomando notas de casi todo.

A ninguna de las dos les interesaron mucho los monumentos, aunque estuvieron en Montserrat, y en cambio sí los paisajes (Breslauer captó el paso del coche por los desfiladeros) y la vida cotidiana de la gente: niños, colegialas, jóvenes en el puerto, bañistas y un grupo de gitanillos que hacen pensar en algunas obras de Ricardo Compairé.

Las fotos más oscenses de la muestra son la de Annemarie, con su buzo claro, al lado de su coche y un pastor con su rebaño. Todo un exotismo y diálogo entre modernidad y tradición. Otra es de unos niños que se acercan a hablar con ella en el coche. ¿En qué lengua lo harían? Schwarzenbach los retrata “como criaturas desamparadas, sucias, envueltas y ocultas con extraños andrajos, con cabellos rizados y miradas tristes y graves, impropias de unos niños”. Hay una tercera foto de una construcción típica del Altoaragón con su característica chimenea. No se alude a Huesca explícitamente, sino genéricamente a los Pirineos. La escritora, un tanto desolada por lo que veía, expresó un deseo: “Con la República seguro que cambiarán las cosas”.

 

*Annemarie Schwarzenbach en el objetivo de Marianne Breslauer en los Pirineos, cerca de Huesca.

 

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