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Antón Castro

JOAQUÍN SÁNCHEZ VALLÉS: UN DIÁLOGO

https://www.heraldo.es/noticias/ocio-cultura/2018/02/08/joaquin-sanchez-valles-procurado-limpiar-mis-poemas-ganga-sentimental-1223658-1361024.html

 

Joaquín Sánchez Vallés, poeta y narrador, en Madrid, donde vive desde su jubilación.
Joaquín Sánchez Vallés, poeta y narrador, en Madrid, donde vive desde su jubilación.Elvira Sánchez Mairal

Joaquín Sánchez Vallés (Huesca, 1953) es uno de los poetas más finos, rigurosos y más galardonados de Aragón; ha ganado el Esquío, el Luis Cernuda, el Zenobia, de poesía; el Francisco Ayala de narrativa. Algunos de sus poemarios son ‘Preludio y fado’, ‘Pasos en el jardín’, ‘Páramos del amor’ y ‘Fados huérfanos’. Su última novela, de carácter histórico, género que siempre le ha interesado, es ‘El juglar de Languedoc’.

Tras 37 años en la enseñanza y en Zaragoza, se ha instalado en Madrid. En la página de Parnaso 2.0 del Gobierno de Aragón escribió literalmente: "Finalmente, desengañado de Zaragoza, de la enseñanza, la escritura y el amor, decidió jubilarse de todo y se exilió en Madrid. Se trasladó a Madrid y allí vive y escribe". O, al menos, escribía. Publica ‘Restos de luz en una cesta’ en Prensas Universitarias en su colección La gruta de las palabras y se presenta esta tarde, a las 20.00, en la FNAC en compañía del profesor Antonio Pérez Lasheras.

¿Cómo presentaríamos el libro?

‘Restos de luz en una cesta’ es el final de un proceso. Expresa en buena medida el desengaño, el desaliento y el sinsentido no solo de la poesía o la literatura, sino de mi propia vida personal.

Casi nos deja preocupados.

No quiero entrar en explicar mi vida personal, porque no debe hacerse, solo diré que algunas tristes experiencias me han llevado al terreno de la desolación. Y esa desolación ha tenido expresión en mi obra poética, no solo como manifestación de una frustración emocional y sentimental, sino como desolación de la propia poesía. Eso es lo que digo y siento como poeta.

¿Qué quiere decir?

Que como persona particular no soy tan negativo. Hay muchos alicientes en mi vida: están mis hijas, los viajes, los paseos por el campo, la música, el teatro...

Vayamos un poco más al grano entonces. ¿Cómo entiende usted la creación poética?

Me he dado cuenta de que el camino de la creación poética conduce (al menos en mi caso), si se plantea con auténtica exigencia, a la imposibilidad de la palabra y en último término al silencio. Durante muchos años he ido afilando y decantando el lenguaje poético, buscando hacerlo más incisivo, más íntimo y más puro. Sin abandonar la emoción, he procurado limpiar el poema de ganga sentimental. Eso es situarse en el filo de la navaja y, finalmente, he decidido que no tenía ya nada más que decir. Por lo menos, no tenía nada nuevo que decir.

Leyendo el poemario nadie lo diría. ¿No le parece?

He llegado al límite de mi lenguaje. Tal vez otro mejor que yo sería capaz de dar otra vuelta de tuerca, pero el siguiente paso para mí llevaría al hermetismo, cosa que no me gusta, o a la repetición de lo ya dicho, cosa que me desagrada.

En cualquier caso, los poemas, en su mayor parte, parecen luminosos, variados, están llenos de sugerencias, de temas, de incitaciones...

Estos poemas, que son los últimos que escribí, hace años (desde que me fui a Madrid no he escrito una línea), se titulan ‘Restos’, porque lo son, porque es el último material que me quedaba escrito; ‘de luz’, porque, a pesar de los pesares, la poesía es luz que aclara la existencia; lo de ‘una cesta’ es pura literatura para rematar el sintagma y para darle ritmo al título. De ahí el título final:‘Restos de luz en una cesta’.

¿En qué medida para usted la poesía es música o, en el peor de los casos, ritmo?

Para mí, no es que la música sea necesaria en la poesía, que el ritmo sea imprescindible; es que la poesía es, en sí misma, música. Si no hay curva entonativa, juego de acentos, aliteración, armonía vocálica y, en suma, una eufonía sugerente, la poesía brilla por su ausencia.

¿Es una crítica a la lírica que se está haciendo?

La poesía debe sugerir y es básicamente la música la que sugiere. Por eso considero que mucha de la ‘poesía’ actual, que es expresión cruda de sentimientos y hasta (¡horror!) de ideas, falla por su misma base. Esto de la música se aplica sobre todo a la poesía lírica, claro. Esa poesía narrativa que se ha puesto de moda ahora tal vez sea otra cosa. Pero, en mi caso, para mis versos, para mi manera de entender la escritura poética, es fundamental.

Aquí se ven algunas de sus obsesiones que le han perseguido o perturbado en su evolución. ¿Cómo los resumiría?

Mis obsesiones se ven muy claras. En un libro terminal, con el que me despido del oficio, no pueden ser otras que los límites, la luz que se apaga para dar paso a la sombra, el paisaje como desierto deshumanizado, la desolación de la vida y, en último término, la esperanza de la muerte, como en el soneto elegíaco final: ‘dead end’, ‘cul de sac’, callejón sin salida de la poesía y de la vida.

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