PRIMER DISCO DE ROBERTO MIRANDA RIVARÉS Y ELENA GARCÍA
El violonchelista zaragozano Roberto Miranda graba su primer disco
A los 7 años, cuando iba a empezar a estudiar guitarra en el conservatorio (la rasgaba desde los 5), Roberto Miranda Rivarés (Zaragoza, 1987) oyó en televisión una pieza de Bach interpretada por Mstislav Rostropovich. Le impresionó, y le dijo a sus padres, Maribel y Roberto, que quizá fuese mejor elegir el violoncello. Acabó los estudios superiores en Zaragoza, con los maestros Ángel Luis Quintana y con David Apellániz, y partió a Manchester a realizar un máster de cuatro años. Al concluir se halló en una encrucijada: ¿se dedicaría a la enseñanza, opositaría para ser instrumentista en una orquesta o se haría concertista?
Nada era fácil. Y el azar casi decidió por él. Un día, en Internet, vio un anuncio donde pedían ocho profesores para crear en Baja California Sur, en La Paz (México), una orquesta de niños. Era un proyecto social, promovido por la Fundación Azteca, cuya idea era "cambiar el arma por un instrumento musical".
Los ‘hits’ en versión clásica
Allá se fue y coincidió con siete profesores españoles, entre ellos la violinista Elena García (Madrid, 1988). "Teníamos alumnos de 7 a 18 años y los niños, hasta entonces, no habían estudiado música. Ese plan duró dos años, de 2013 a 2015, y cobrábamos unos 400 euros", recuerda.
"A Elena y a mí nos apasiona tocar. A través de diversos contactos empezamos a hacerlo en eventos privados, en bodas, en hoteles de lujo, donde podíamos. Con dos instrumentos como los nuestros, no es fácil hacerlo en acústico. Tuvimos que aprender a amplificar el sonido, a ecualizarlo, a mezclarlo. Con la orquesta, dentro de nuestra labor tutorial, habíamos desarrollado algunas actitudes que nos vinieron muy bien, entre ellas la paciencia". Elena y Roberto formaron el dúo CaboStrings y decidieron trasladarse a Los Cabos. "Esa zona, que está en esa punta donde el Mar de Cortés se une con el Pacífico, es la que les gusta a los norteamericanos para veranear. Mientras los europeos eligen casi siempre Cancún, los vecinos de Estados Unidos prefieren estas costas un tanto vírgenes y desérticas, con muchos kilómetros de largo", dice. Allí vive ahora.
Roberto y Elena tenían clara una cosa: ofrecerían conciertos de música clásica para violín y piano, pero su apuesta iba a ser otra también: coger canciones conocidas y adaptarlas para sus instrumentos. Así nació su primer álbum: ‘White Album’ (2018), que consta de doce temas, algunos tan conocidos como ‘Havana’, que ha popularizado Camila Cabello, ‘Perfect’ de Ed Sheeran y Beyoncé, ‘Échame la culpa’, el tema de Luis Fonsi y Demi Lovato. O ‘Feels’, al que ha puesto su voz Kate Perry.
"Nuestro proceso es laborioso. Elijo el tema, lo oigo, selecciono la melodía principal, compruebo las diversas melodías secundarias, las escribo… Esa tarea suele llevarme unas diez horas". Una vez verificado si el tema se puede adaptar y funciona bien, "nos equivocamos muchas veces", empiezan a grabar en diversas pistas los instrumentos. Y luego se mezcla. Por ello quien oye el álbum puede tener la sensación de que está escuchando una orquesta, instruida en la música contemporánea. "A nosotros nos interesa mucho la música clásica, y lo que hacemos es adaptar canciones o temas que forman parte del imaginario moderno de la gente, y lo transcribimos a nuestra línea de trabajo". A veces, dada la complejidad de la versión, la presencia de las diversas melodías, no es fácil reconocer la pieza. "Yo creo que hacemos una labor de difusión de lo clásico pero a la inversa. Elegimos un tema popular y lo trasvasamos con nuestros ritmos. Tenemos muchos seguidores. Actualizamos el repertorio cada semana, a partir de listas internacionales como Bilboard List EE. UU. y los BBB Chart del Reino Unido".
Pequeña película de la canción
CaboStrings tiene unos 10.000 seguidores en Facebook. Con cada canción graban un vídeo, que dirige y monta Gustavo Jasso. Ahora tienen doce en la red con más de 100.000 descargas cada uno. "Nosotros escuchamos sus sugerencias y todo lo que dice Gustavo, pero el guión es nuestro. En ocasiones pueden ser como pequeñas películas, donde Elena se baña desnuda, como en una película de Alfred Hitchcock, y yo incluso muero. Nos importa mucho otra cosa: estamos instalados en Los Cabos, y hacemos promoción de sus paisajes, algo que los mexicanos agradecen mucho. Son muy patriotas", matiza.
Roberto Miranda Rivarés asume que lo que hacen, desde el prisma de la música clásica, no puede no estar bien visto. "A mí me apasiona la música clásica y mi instrumento. La interacción entre Elena y yo es constante; está viva. Hay diálogo. Buscamos el sonido más puro y elegante, y las nuevas posibilidades instrumentales de vanguardia", añade.
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