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Antón Castro

EL PINTOR PEPE CERDÁ: DIÁLOGOS EN CAUTIVIDAD

EL PINTOR PEPE CERDÁ: DIÁLOGOS EN CAUTIVIDAD

DIÁLOGOS EN CAUTIVIDAD

 

Pepe Cerdá: “¡Esto no es nada! Lo excepcional

es el confort y la seguridad de los últimos decenios”

 

El pintor y escritor reflexiona sobre la reclusión, la importancia del arte, la economía y ‘el día después’

 

 

Pepe Cerdá (Buñales Huesca, 1961) es un pintor que piensa y escribe, y se ejercita al óleo y a la acuarela, muy especialmente. Ha expuesto en la Lonja y en el Paraninfo y, con su trazo realista, que beben los clásicos y en la gran pintura del siglo XIX y XX (Sorolla, Pradilla, Sargent, Muñoz Degrain, Moreno Carbonero o Marín Bagüés), despliega su talento en el paisaje y en el retrato. Julio José Ordovás le dedicó una espléndida monografía: ‘Pepe Cerdá. Entre dos luces’ (Eclipsados).

¿Cómo vive estos días de confinamiento?

Con absoluta serenidad. Recuerdo al Stefan Zweig de su libro de memorias, ‘El mundo de Ayer’, en especial el del prólogo, en el que cuenta cómo su mundo, su vida, su identidad, se destruyó súbitamente y en varias ocasiones. Recuerdo a Fernando Fernán Gómez en la película que David Trueba y Luis Alegre rodaron entrevistándole, titulada ‘La silla de Fernando’, sobre todo cuando Fernan Gómez, anciano, les hace saber, no porque lo suponga sino porque lo sabe, cómo hacen saber los ancianos los asuntos importantes a sus jóvenes amigos, cómo los privilegios de inquilina viuda no le sirvieron a su madre para no ser desahuciada de su casa para albergar a un cura tras la guerra civil, fue tan fácil como cambiar la norma que protegía a su madre por otra que protegía al cura. Recuerdo las ‘Memorias’ de Arthur Koestler en las que cuenta como la vida le dio mil tumbos…

¡Veo que está bien acompañado de referencias!

Podría seguir citando a escritores: a Pla, a Quevedo, a Galdós, incluso a Cervantes o a Montaigne; todos cuentan en esencia lo mismo: la desesperanza y la fragilidad del individuo con respecto a la fatalidad política. La inutilidad práctica y consecuencias criminales de todo pensamiento revolucionario. Podríamos convenir que la práctica totalidad de la literatura habla de la lucha, condenada a ser perdida, del individuo contra el todo. En las épocas en las que la realidad se impone sobre el pensamiento único socialdemócrata y la cultura del confort como derecho, se ve lo frágiles que somos. La realidad siempre exagera.

¿Qué es lo que más le incomoda?

En realidad muy pocas cosas. El no poder ir a Francia sobre todo.

¿En algún momento se le pasó por la cabeza que podía surgir un ente invisible y maléfico, como de película de ciencia ficción, que paralizase el mundo?

Los que tenemos el vicio de leer, sabemos que esto ha ocurrido con frecuencia. En realidad, lo inaudito es los más de 80 años que llevamos en España sin sobresaltos graves. Por esto, por no tener problemas reales, teníamos un montón de problemas imaginarios.

En una circunstancia como ésta, ¿es el tiemplo de los científicos y sanitarios, de los creadores, de los gobernantes o de la sociedad civil?

No me gusta el término ‘sociedad civil’. Da por supuesto que existe otra ‘sociedad’, la ‘no civil’. Es como en un rebaño en donde hay ovejas perro, pastor, burro y ganadero. La ‘sociedad civil’, en este símil, se supone que serían las ovejas. A mí ni me gusta ser oveja, ni perro, ni burro, ni pastor. Dicho esto, nuestras ‘élites políticas’, a mí me gusta más el término ‘élites extractivas’, muestran su verdadera cara cuando las cosas se complican. Es muy difícil estar en un partido político desde la independencia. A Picasso, cuando ingresó en el Partido Comunista, influido por Paul Éluard, le pusieron un comisario político en el estudio de la calle de les Grands Agustins, que, junto a su secretario Sabartés, velaba por el maestro. Lo cuenta de pasada Palau i Fabre en su libro ‘Querido Picasso’ (Ed. Galaxia Gutemberg, pag: 48, 49 y 50.). Este comisario preguntaba qué, quién, para qué, ideología, etc., de todo visitante.

¿A dónde quiere ir a parar?

Los partidos no aceptan mentes libres, tan solo intelectuales orgánicos. Basta tan solo ver cómo y qué pronto desaparecieron la mayoría los fundadores de partidos surgidos recientemente como Ciudadanos o Podemos.

¿Qué le conmueve de lo que ve, le cuentan o sigue por los medios? ¿Cómo percibe la psicosis?

Lo que más me preocupa es el afán delator de los ciudadanos que insultan a cualquiera que ven desde sus balcones sin saber por qué está en la calle.

¿Tiene la sensación de que su disciplina artística, la pintura, se había acercado a un fenómeno así o las múltiples enfermedades que ha tenido la historia del mundo?

Claro. Estoy pensando en Brueghel, en George Grosz, o en nuestro Goya. En realidad, casi todos los pintores importantes lo han hecho. Algunos más explícitamente que otros.

¿Qué respuestas da el arte a una situación como ésta?

El arte no da respuestas, se limita a constatar, a transmitir. Cualquier persona sensible se comunica con el autor y con la época de cualquier obra de arte del pasado con tan solo observarla sin prejuicios.

¿Le consuela algún artista especialmente, lo mira con más frecuencia, en caso de que lo necesitases o te apeteciese sin más?

Mas que artistas hay obras de arte. Cualquiera de las que me lo parece me vale. En mi caso, aguantarle la mirada al último autorretrato de Van Gogh o al retrato de ‘Inocencio X’ de Velazquez, o al escriba egipcio sentado del Louvre, me basta para entender íntimamente el oficio de pintor o escultor y la futilidad de la vida.

¿Cómo afecta el coronavirus al artista, de un modo particular?

Supongo que como a todo el mundo. A través de personas contagiadas de mi entorno de amistades, o la posibilidad de padecerlo yo mismo. La imposibilidad de viajar. Proyectos que se abortan. Lo dicho: como a todo el mundo.

¿Consume todos esos menús que ofrecen a diario los museos a través de la red?

No. Las obras han de verse en directo. Tengo una buena biblioteca sobre arte que consulto de vez en cuando para refrescar alguna pieza en mi memoria. También uso internet para lo mismo. Pero sabiendo que lo que veo es tan solo un vago recuerdo de lo que es.

¿Ha descubierto autores, líneas de trabajo, en alguna de esas búsquedas, desde esa contención que apunta?

Josep Pla decía que leyó vorazmente a los autores clásicos y a sus inmediatos predecesores, sobre todo franceses e ingleses, en su juventud. Después comenzó a leer a sus contemporáneos, y sobre éstos decía: “… siempre tenía la impresión de que ya lo había leído”. Algo parecido me pasa a mí. La novedad es tan vieja como el mundo. Cada vez estoy más convencido que la idea de progreso no es aplicable a las artes. Para mí todas las obras de arte, estén hechas en la época que estén hechas, son contemporáneas. Son como el uranio: emiten radiación durante milenios.

¿Considera que, en algún momento de la historia, más allá de las grandes guerras, ha sido tan evidente la fragilidad del ser humano?

¡Esto no es nada! Imagínese el gueto de Varsovia, o el cerco de Estalingrado, o los sitios medievales… Lo excepcional es el confort y la seguridad de los últimos decenios.

¿Se tenía que haber suspendido la manifestación del 8-M?

En Facebook un pintor conocido, tan torpe como bienintencionado, me ha reprochado que es muy fácil hacer criticas “a posteriori”. Me ha recordado a aquél de un pueblo cercano al que nací que en los entierros exclamaba: “Este año se está muriendo gente que no se había muerto nunca”. Las dos afirmaciones son igualmente absurdas. Tan absurdo me pareció el 8M, como el mitin de Vistalegre. Absurdo, inoportuno y, desgraciadamente para alguno, letal. Una muestra de la disociación entre el sentido común, que aconsejaba precaución, y la mal llamada lógica política que aconsejaba la celebración. Me molesta más el empeño de culpar a los “expertos” de la decisión. Hasta el bazar chino de Villamayor ya había cerrado “por vacaciones” unos días antes. Que jamás hubiese cerrado un bazar chino ni por vacaciones ni por nada ya era una señal inequívoca para tomar en serio la cosa.

¿Qué piensa de las medidas económicas?

Las medidas económicas que vendrán serán de una dureza aún inimaginable. Similares a una posguerra sin plan Marshall. Parecida a la autárquica posguerra que vivimos aquí. Aún no se ha tomado ninguna de calado. Las medidas de calado se toman sin anunciar.

Insisto un poco más. ¿Son meditadas y coherentes o se intenta tranquilizar a la población con decisiones que se revelarán más bien imposibles?

Hoy hablaban de confinar contra su voluntad a centenares de miles de personas y unos cuantos expertos en derecho constitucional se mostraban a favor en los informativos.

¿Entiende las quejas de los autónomos, y cuál sería su queja o sus quejas?

A los autónomos se nos cobra por el hecho de existir, por respirar; además gozamos de la animadversión del estado. Tenemos que probar nuestra inocencia por adelantado y constantemente. Solo dos tribunales exigen que el reo pruebe su inocencia: el de la Agencia Tributaria y el de la Santa Inquisición. En las situaciones de crisis todo esto resulta más evidente.

¿Ha recuperado alguna de tus pasiones o ‘hobbies’ pasados durante el confinamiento?

Nunca he tenido ‘hobbies’, tan solo ocupaciones.

En un sentido puramente físico, ¿tiene miedo, está intranquilo?

Siempre he sido bastante pesimista. Es mi estado natural. “Sin esperanza, luego sin miedo”, decía Lucrecia Borgia. También se puede decir lo contrario y también es cierto: “Solo en el riesgo está la esperanza”

Usted tiene una mirada escéptica sobre la realidad. ¿Una situación así le la razón o se la quita?

Creo que es evidente que me da la razón. Por tener una edad recuerdo a una muchedumbre de jóvenes gritándole a José Luis Rodríguez Zapatero en la noche de su triunfo electoral: “¡No nos falles!”. Recuerdo a una muchedumbre rodeando el congreso al grito de: “¡No nos representan!”. Lo que me parece inaudito que alguien conserve aún la fe. Exceptuando, claro está, los que cobran por mantenerla.

¿Para qué sirve el humor en este momento?

El humor vale para todo. Qué hubiese sido de la España franquista sin ‘La Codorniz’, sin Gila y sin Tip y Coll. Por cierto, este fenómeno humorístico nunca se da en las dictaduras comunistas. Saben que la risa es muy peligrosa.

¿En qué es distinta la percepción del coronavirus desde Aragón y Zaragoza que la de otros lugares?

Creo que ahora es igual. Las cosas cambian cuando se les pone cara y nombre a las cifras de fallecidos.

Le gusta mucho pensar el tiempo que vive, acompañarse de filósofos y teóricos. ¿Nos recomendaría algo para este tiempo de crisis?

Las ‘Memorias’ de Arthur Koestler.

 

1 comentario

Gonzalo -

Excelente entrevista.