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Antón Castro

JOAQUÍN CARBONELL EN EL PRINCIPAL. 50 AÑOS EN LA MÚSICA

El 13 de noviembre de 1973 fue una fecha mítica para la canción de autor. En el Teatro Principal cobraba vida de manera muy oficial un movimiento que ya tenía canciones, conciertos y reivindicaciones a sus espaldas: actuaron, entre otros, José Antonio Labordeta, Tomás Bosque, La Bullonera, Pilar Garzón, Renaxer, Tierra Húmeda y Joaquín Carbonell. Y a ese concierto empezó refiriéndose el músico y poeta de Alloza en la celebración de sus 50 años en la canción. Estuvo acompañado por una excelente banda: José Luis Arrazola, guitarra eléctrica; Coco Balasch, contrabajo; Enrique Casanova, batería; Roberto Artigas, ‘Gran Bob’, ukelele, armónica y banjo; Kalina Fernández, violín, y Richi Martínez, piano, teclados, voces y dirección musical.  Carbonell es, según Matías Uribe, “a mi juicio, el cantautor español más sólido, maduro, inventivo en la escritura y la voz en plena forma de este milenio, aunque los laureles se los lleven otros”.

El cantante de Alloza, ante el teatro lleno, dijo que estaba emocionado y nervioso. Y se arrancó con dos temas antiguos muy turolenses, que metieron al público en materia poética: Carbonell ha descrito muy bien esas tierras turolenses de olivo, almendro, masadas y pueblos solitarios, heridos por una campanada al atardecer.

Dijo que es posible que en la sala hubiese algún joven cantante que dentro de medio siglo pudiese recordar aquel concierto. Saludó al presidente Lambán y a las autoridades y les pidió apoyo para la cultura. Con Lambán tuvo un detalle de cortesía: recordó que era un gran entusiasta de la canción de autor y que se sabía sus letras mejor que él, que las fue leyendo toda la noche en el atril. Carbonell, que domina muy bien la puesta en escena (recordó a un puñado de músicos que se han ido en los últimos tiempos (Luis Margalejo, Juan Linacero, José Luis Cortés Panoja, Luis Amador ‘Pichurri’…, entre otros, en una suerte de obituario al modo de los Goya, y les dedicó ‘Dónde estabas tú’) Y cosechó nuevos aplausos. Que se multiplicaron cuando cantó a coro ‘La peseta’, y felicitó a los asistentes, entregado a ese repaso de sus temas: ‘Los versos de Pablo Neruda’, ‘Canción para Dimitri’, ‘Soy un género chico’, ‘El gorila’ (ahí evaluó algo más bajo a su coro), ‘A tu madre no le gusta, un blues clásico que fue uno de los mejores momentos musicales de una banda soberbia, de las que da gusto oír.

Los temas siguieron sonando, hasta llegar a momentos inolvidables: una nueva versión de ‘Me gustaría darte el mar’, ‘Canción para un invierno’, otro himno a su provincia, y esa apoteosis que es y fue ‘De Teruel no es cualquiera’. Dijo que todo lo que es se lo debe a Teruel, que su provincia lo tiene todo, y que encarna el futuro, que lo espera todo de Teruel. Aplausos a rabiar. Hizo una versión de Serrat y, poco antes de la despedida, recordó que los cantantes se inspiran en la realidad, en los periódicos, que quieren y deben estar al lado de la gente, y atacó ‘El sonajero de Martín’, y abogó porque “nos dejen enterrar en paz” a todos los muertos.

Joaquín Carbonell contó con mucha gracia diversas historias de la censura y los censores, recordó una noche en La Mandrágora en que Joaquín Sabina, del que tiene algunos ecos en diversos momentos, fue su guitarrista, hizo una versión de Serrat, glosó algunos versos de Labordeta, recordó a Sanchis Sinisterra, que le habló de Dylan, Atahualpa Yupanqui y de los cantautores, y se fue feliz. Inundado del cariño del público, orgulloso de sus músicos. Carbonell hizo un muy buen concierto, quiso tocar temas de todos sus discos, se versionó a sí mismo y dejó la huella de lo que es: un creador de canciones con argumento claro. Canta a la vida y al amor, con un cinismo sentimental, como quien no acaba de creérselo del todo, canta al paisaje y a la tierra, canta a los humildes –‘La Paca del Cañizar’ y ‘Pascual’, entre otras-, fabrica himnos con facilidad y se compromete de inmediato con las cosas que impactan. Brassens ya está es su ADN y Carbonell usa un humor somarda, que puede ser jocoso, festivo o puramente satírico. Está de voz como nunca y se siente el rey del escenario. Querido y respetado.

Oí y sentí el concierto al lado de dos grandes seguidores y amigos de Joaquín: Luis Alegre y José María 'Cuchi' Gómez. Eso tampoco le pasa a cualquiera.

 

*Retrato de Joaquín Carbonell por Guillermo Mestre.

 

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