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Antón Castro

ELVIRA LOZANO: DOS POEMAS

ELVIRA LOZANO: DOS POEMAS

La periodista y poeta Elvira Lozano ha publicado ‘Toay’ en el sello Eclipsados. Viistará ‘Borradores’ (CARTV) en breve. Elvira es hija del poeta José Manuel Lozano. Me envía esta nota sobre el libro:

 

“Mi primer libro, ‘Toay’ (Eclipsados, 2009), recoge los textos que escribí en un viaje que hice en el verano de 2006 a la Pampa argentina. Un viaje de ida y vuelta al desierto, a Buenos Aires, y a Zaragoza. Toay es el nombre de una pequeña ciudad de la Pampa, donde nació la extraordinaria poeta Olga Orozco, cuyas palabras acompañaron y marcaron mi viaje. Nunca llegué a visitar Toay, que para mí representa los deseos que nunca se cumplen pero que adquieren mayor valor que si se hubieran cumplido. Como ocurre a veces con el amor, que inspiró ese viaje”.

 

He aquí un par de poemas de Elvira Lozano:

 

 

 

Laura duerme
y con sus manos dormidas fabrica
vientos con que sembrar mañana el mundo.
No son de los que alumbran tempestades
sino de los que sacuden los restos de basura
y convierten las viejas bolsas del supermercado
en globos improvisados que se enganchan en los árboles
y se acaban perdiendo en el cementerio aéreo de los globos.
El mundo es entonces un lugar más delicado.
La basura no se nos queda enganchada en los zapatos,
y se vuelve más feliz, transformada de desecho en deseo.

 

 

FELICIDAD GRATIS

 

 

 Las plantas del centro de salud

de Mauricio Mayer (provincia

de La Pampa) son (eran)

sin duda una metáfora

de lo hermosa que puede

llegar a ser la vida humana.

 

 

Era un desvencijado consultorio

de paredes y hombres

agrietados, de colores

hundidos, igual que la esperanza.

 

Era un lugar rendido al avance

devorador de la nostalgia

de otros tiempos sin duda

mejores.

 

Ella puso la voluntad de cambiar

los detalles pequeños que construyen

montañas (las que se mueven

en busca de Mahoma).

A cambio de pasar consulta pedía

una maceta cualquiera del jardín

de cada casa, unas monedas para

comprar pintura, un guiño cómplice

al fin de la jornada.

Al frente del pelotón de soñadores

a la fuerza, pasaba las noches

pintando las paredes, por el día

regaba las plantas y sacudía el polvo

de los muebles.

En la salita de espera improvisada

colocó un aparato de música:

no de la que ameniza tiempos

muertos: era la única manera

de ofrecer intimidad a los pacientes

al otro lado del biombo.

Fueron meses de trabajo incansable.

Fueron meses.

 

 Las plantas del centro de salud

de Mauricio Mayer (provincia

de La Pampa) están muertas.

 

Cuando ella se fue, volvieron

a agrietarse las paredes.

 

*Una foto de Paul Senn. Había puesto mal el encabezamiento del post anterior: Elvira Navarro por Elvira Lozano. Como el sistema no me permite hacer correcciones, lo copio por entero y le agradezco al amable informante su colaboración. No puedo llevar ahora a comentarios su nota. Lo lamento de veras. Califica Manuel Abacá de “dos buenos poemas” estos de Elvira Lozano.

 

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