ELVIRA LOZANO: DOS POEMAS
La periodista y poeta Elvira Lozano ha publicado ‘Toay’ en el sello Eclipsados. Viistará ‘Borradores’ (CARTV) en breve. Elvira es hija del poeta José Manuel Lozano. Me envía esta nota sobre el libro:
“Mi primer libro, ‘Toay’ (Eclipsados, 2009), recoge los textos que escribí en un viaje que hice en el verano de 2006 a la Pampa argentina. Un viaje de ida y vuelta al desierto, a Buenos Aires, y a Zaragoza. Toay es el nombre de una pequeña ciudad de la Pampa, donde nació la extraordinaria poeta Olga Orozco, cuyas palabras acompañaron y marcaron mi viaje. Nunca llegué a visitar Toay, que para mí representa los deseos que nunca se cumplen pero que adquieren mayor valor que si se hubieran cumplido. Como ocurre a veces con el amor, que inspiró ese viaje”.
He aquí un par de poemas de Elvira Lozano:
Laura duerme
y con sus manos dormidas fabrica
vientos con que sembrar mañana el mundo.
No son de los que alumbran tempestades
sino de los que sacuden los restos de basura
y convierten las viejas bolsas del supermercado
en globos improvisados que se enganchan en los árboles
y se acaban perdiendo en el cementerio aéreo de los globos.
El mundo es entonces un lugar más delicado.
La basura no se nos queda enganchada en los zapatos,
y se vuelve más feliz, transformada de desecho en deseo.
FELICIDAD GRATIS
Las plantas del centro de salud
de Mauricio Mayer (provincia
de La Pampa) son (eran)
sin duda una metáfora
de lo hermosa que puede
llegar a ser la vida humana.
Era un desvencijado consultorio
de paredes y hombres
agrietados, de colores
hundidos, igual que la esperanza.
Era un lugar rendido al avance
devorador de la nostalgia
de otros tiempos sin duda
mejores.
Ella puso la voluntad de cambiar
los detalles pequeños que construyen
montañas (las que se mueven
en busca de Mahoma).
A cambio de pasar consulta pedía
una maceta cualquiera del jardín
de cada casa, unas monedas para
comprar pintura, un guiño cómplice
al fin de la jornada.
Al frente del pelotón de soñadores
a la fuerza, pasaba las noches
pintando las paredes, por el día
regaba las plantas y sacudía el polvo
de los muebles.
En la salita de espera improvisada
colocó un aparato de música:
no de la que ameniza tiempos
muertos: era la única manera
de ofrecer intimidad a los pacientes
al otro lado del biombo.
Fueron meses de trabajo incansable.
Fueron meses.
Las plantas del centro de salud
de Mauricio Mayer (provincia
de La Pampa) están muertas.
Cuando ella se fue, volvieron
a agrietarse las paredes.
*Una foto de Paul Senn. Había puesto mal el encabezamiento del post anterior: Elvira Navarro por Elvira Lozano. Como el sistema no me permite hacer correcciones, lo copio por entero y le agradezco al amable informante su colaboración. No puedo llevar ahora a comentarios su nota. Lo lamento de veras. Califica Manuel Abacá de “dos buenos poemas” estos de Elvira Lozano.
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