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Antón Castro

USE LAHOZ: "ME GUSTA QUE LA LITERATURA TENGA EMOCIÓN"

[Hoy se publica en la sección de Cultura de Heraldo una entrevista con Use Lahoz (Barcelona, 1976) a propósito de su segunda novela, ‘La estación perdida’ (Alfaguara, 2011), que se presenta esta tarde en la FNAC con la presencia del autor y de Manuel Vilas. Use Lahoz, vinculado muy entrañablemente con Aragón, también es poeta. El pasado 2010 publicó en Prames el poemario ‘A todo pasado’. Esta es la entrevista completa, bastante más larga de la que aparece en la sección, permite conocer mejor al joven y entusiasta escritor. ]

 

Foto promocional de Use Lahoz.

Empecemos por algo que llevas misteriosamente: ¿Por qué rara vez hablas, con nombre, de ese lugar donde pasaste una parte de tu infancia? ¿Qué había de especial, cómo te marcó el pueblo y la figura de tu abuela?

No lo llevo con misterio alguno. Pasé los quince primeros veranos de mi vida en La Hoz de la Vieja, un pueblo de la provincia de Teruel que, cuando yo era pequeño no salía en los mapas y no llegaba ni el coche de línea. Allí me enviaban mis padres nada más terminar el curso en Barcelona, en un viaje que parecía que no iba a terminar nunca: caminos de tierra, su parte tétrica al pasar por Belchite… y me quedaba los tres meses de verano, eternos y maravillosos. Imagínate, pasar el verano con los caprichos de tus abuelos, sin ninguna obligación, con los amigos del pueblo y algunos primos mayores, con el campo y la pelota por delante, las propinas de mi abuelo cuando jugaba al guiñote los domingos, el futbolín del bar… Tener un pueblo es maravilloso. Mi abuelo falleció temprano, por lo que pasé más tiempo con la abuela, y con otros familiares (casi todos eran familia), algunos de recuerdo imborrable como el hermano de mi abuelo, el tío José, tan cariñoso y tan sensible, la tía Rosita que tenía tienda, los vecinos estupendos… todos muy buena gente, y eso, la buena gente está muy presente en esta novela. Lo especial era la libertad, por supuesto. Me ha marcado en el sentido en que si no hubiera vivido allí no tendría conocimientos del mundo rural y La estación perdida No hubiera tenido el mismo arranque. Luego también he pasado tiempo en el pueblo de mi madre, La Almolda, pero ya fui siendo más mayor. De vez en cuando todavía voy. Y me lo paso muy bien.  

¿Qué le debe ese pueblo al pueblo de Santiago, el protagonista?

Valdecádiar le debe algunos detalles. Yo trabajo con la experiencia, la memoria, la imaginación y el poso de ciertas lecturas que me han marcado profundamente. La atmósfera, el ambiente, el lenguaje, el modo de comunicarse entre los personajes, las canciones, el vino, los trabajos del campo… vienen de mi experiencia. Pero en cualquier caso esto es ficción, es una novela que como todas se sostiene por sus leyes intrínsecas de verosimilitud. En muchos casos, la ficción es más verdadera que la realidad. No obstante el pueblo de Santiago, Valdecádiar, le ofrece una infancia maravillosa, pero también luego le roba esa felicidad. No todo es maravilloso en Valdecádiar, existe la solidaridad, pero también existen las envidias y las malas lenguas, como en todos los pueblos.

Santiago nace en 1945. ¿Cómo era la vida rural entonces?

Yo no viví esa época, es obvio, pero he ido preguntando por ahí a los más mayores, que son los que más saben y he ido creando un universo en un pueblo imaginario producto de mi memoria, las explicaciones y la ficción. Una vez fui a una presentación de un libro de Saramago y dijo aquello de que “el hombre más inteligente que he conocido en mi vida era mi abuelo, que no sabía leer ni escribir…” siempre me ha gustado esa frase.

La posguerra es cruel en estos núcleos rurales rezagados y olvidados. El retroceso cultural en todo el país después de la guerra es innegable. Son generaciones de gente sin oportunidades y un poco golpeados por el miedo. La mayoría son hombres y mujeres, trabajadores prematuros, sin recursos, sin poder estudiar más allá de lo básico, que tienen que buscarse la vida lejos del pueblo para tratar de prosperar. En esa época a ninguna mujer nadie le hablaba de sexo ni de amor, por ejemplo, y la presencia de los curas y los maestros pesaba más que ahora. Había necesidad, y había que repartir lo poco que había y ganarse el pan sin que sucedieran cosas extraordinarias. Los avances tecnológicos llegaban en cuentagotas, pero como siempre, sus habitantes eran felices con cosas muy pequeñas, con lo que había.

-¿A qué se debe esa fascinación por la jota? ¿Es real o es un motivo literario, un señuelo para algún tipo de lector, casi una ironía’

 En un momento dado Santiago Lansac se fascina por ese género y la canción le atrapa. Es un motivo literario, melancólicamente irónico, pues le acompaña toda la vida.

En el pueblo siempre se cantaban jotas, pero curiosamente sólo en fiestas, y casi siempre hombres. No sé porqué… me hubiera gustado que también cantaran las mujeres en las cocina, por ejemplo, pero no sucedía… quizás en otros pueblos…

-¿Cómo nació este buscavidas, este aventurero sin fortuna que es Santiago?

 Nace de una frase de Albert Camus que dice “El sol que reinó sobre mi infancia me privó de todo resentimiento”, pues me parece que define muy bien la infancia y el temperamento del personaje, que se verá sin suerte pero que nunca tendrá resentimiento. Hallará más fértil la fantasía que la realidad, y se equivocará mucho, pero sin maldad.

Retrato del escritor un tanto perplejo. El País.

-¿Querías redactar una novela picaresca, una novela de aventuras, casi de antihéroe, o una novela psicológica?

En realidad, sin darme cuenta, hay varias novelas en una. Novela de aventuras, picaresca, psicológica, de amor, de viaje, de iniciación a la vida, de formación… Consideraba interesante hablar de temas como el amor, la muerte, el dinero, la huida, la identidad y la infancia, muy importantes en la literatura, partiendo de la humildad absoluta, poniendo en práctica lo aprendido con Los Baldrich, haciéndolo lo mejor posible y con la misma ambición de siempre: tratar de contar una historia lo más fascinante posible con personajes que puedan permanecer en la memoria del lector. 

¿Cómo se explica el cambio psicológico del personaje central, igual es un canalla que un desvalido?

 Se explica a partir de una noticia que recibe a los 18 años y que trastocará el andamiaje de su vida. Esa noticia justifica su sufrimiento y su desconcierto. Desde entonces ya nada será igual y se verá obligado a asumir responsabilidades para las que no está preparado lejos de su pueblo, mientras busca un futuro que le redima. Los pájaros de su mala cabeza le jugarán malas pasadas…¿qué vamos a hacer?  A pesar de eso es una novela bastante optimista, hay mucho humor y mucho amor y está llena de sorpresas y sentimientos.

-¿Has querido redactar la historia de un hombre sin atributos al que zarandea la vida?

 De alguna manera sí. Es un personaje zarandeado por los palos que le da la vida, que funde lo trágico y lo cómico. En realidad, Santiago Lansac no tenía intención de abandonar su pueblo, pero la situación lo requiere y la vida no le trata como esperaba. Es un personaje indomable, es un poco como un víctima al que le gusta hacerse la víctima, que en cualquier momento te la lía, que te hace sufrir igual que te hace reír, muy peculiar.

-¿Esa Zaragoza de la que hablas, quién te la ha contado, cómo te llega, y por qué eliges Zaragoza?

 Me llega de mis familiares próximos y algo de mi experiencia. Ten en cuenta que mi abuela por parte de mi madre vivía en la Calle Fuenclara y yo venía mucho a ese piso, que era interminable. Era genial mi abuela, muy sentimental. Siempre he estado rondando por aquí, por el Tubo: el Texas, Cafetería Habana que ya no existe, Casa Lac, Plata… esas calles son muy interesantes para Santiago, como lo es luego el chino de Barcelona. Todo ambiente que sea susceptible de generar líos, es territorio para Santiago.

De Zaragoza, a Barcelona, a Montevideo, ¿por qué ese travesía?

 Era inevitable ir a Barcelona, por dos motivos: es la escenografía de mi vida hasta hace poco y es un destino tradicional que absorbió mucha mano de obra, no solo de Aragón. Zaragoza se le queda pequeña a Santiago, que siempre prefiere el anonimato, y tiene demasiados problemas, aunque en realidad, la abandona por amor. Los otros destinos ya son cosa de él, yo no me lo esperaba, pero ya te digo que es muy difícil de domesticar.

 

Si Santiago pudiera ser el hombre sin atributos, el gran personaje del libro es Candela Paz. ¿Es la perfecta antagonista, es la mujer que es capaz de desmoronarse o transigir por amor?

 Para mi Candela es igual de protagonista que Santiago, si bien es cierto que lo que Candela hace es en función de él. Es un personaje para mi fundamental e impagable. No se la merece Santiago y creo que tampoco me la merezco yo como autor.  Es una mujer que proviene también de un pueblo de la posguerra,  a la que nadie le ha explicado nada que no sea ir a misa y ayudar en casa, trabajadora prematura e incansable. Con toda su ingenuidad se enfrenta al amor de manera inocente y entregada… y sufrirá las consecuencias.

En ella reside, intencionado, un reconocimiento a las madres solteras y mujeres trabajadoras que en los sesenta y setenta, cuando ya era extraño incluso que trabajaran, muchas de ellas sacaron adelante, con muchísimo esfuerzo, ninguna ayuda social y en la sombra, a sus hijos y en muchos casos también al marido. Todo para poder dar a sus hijos las oportunidades que ellas no tuvieron. Extraordinariamente dignas.

Esta es una novela donde siempre suceden cosas, donde siempre hay acción, personajes desalmados, conflictos. ¿Cómo entiendes la novela?

Entiendo la novela como una historia de ficción que se alimenta de conflictos, sorpresas, sentimientos, en la que se refleja la vida misma y que aporta una experiencia de la vida… me gusta que la literatura tenga emoción. Creo que si lo miramos detenidamente todas las novelas son históricas, y contribuyen a ser espejo de la realidad superándola. Es un género estupendo: No conozco mejor entretenimiento que leer novelas: enseña otros mundos, cómo se vivía en otras épocas, está muy presente la memoria, conmueve, rescata del aburrimiento, te hace pensar en la esencia del ser humano, a veces te ríes mucho, es barato y no deja resaca.

El año pasado publicaste ‘A todo pasado’ en Prames. ¿Cómo fue la experiencia?

Estupendo, un placer publicar un poemario con buena gente que guarda un rincón para la poesía.

¿Qué relación hay entre el poeta y el novelista?

 No mucha porque para mí son dos géneros muy distintos: la novela requiere el esfuerzo, método, rutina, constancia… y la poesía se trabaja de otra manera. La poesía es como mi mejor amiga, igual no la llamo en tres meses pero si la necesito siempre está. En mi caso con la novela tengo una relación intensa a diario, con la poesía la relación también es intensa, pero ocasional.

Vivimos en una época de grupos, de estéticas, de clanes casi excluyentes. ¿qué tipo de novelista, mejor aún de escritor, quiere ser Use Lahoz, qué busca, qué quieres decirle al lector?

Yo soy un trabajador que hace su trabajo lo mejor que puede, con humildad y procurando ser mejor que yo mismo. Intento transmitir al lector mi voluntad y mi apuesta por las buenas historias contadas lo mejor posible, con personajes que sientan y logren conmover como me conmovieron a mi los personajes de las novelas que leí y que me cambiaron la vida, teniendo en cuenta a los maestros clásicos y a los jóvenes contemporáneos. Estoy a favor de la literatura, eso ante todo, y afortunadamente una historia se pude contar de muchas maneras.

1 comentario

Gonzalo Fanlo -

Muy Buenas,

No hace mucho leí una entrevista al escritor Use Lahoz en la que hablaba de su relación con Aragón, y de sus veraneos en el pueblo La Hoz de la Vieja.
Resulta que mi madre es de dicho pueblo y de muy niño cuando yo veraneaba allí, Use y yo éramos vecinos y amigos aunque perdimos el contacto hace muchísimo tiempo; agradecería si me puedes enviar su dirección de mail para saludarlo, pues nunca volví a saber de él.

Gracias por anticipado

Un abrazo

Gonzalo