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Antón Castro

RAIMUNDO LOZANO: UN CUENTO

[El próximo lunes, en la Biblioteca de Aragón, a las 19.30 horas se presenta el libro ‘Cuentos varios’ de Raimundo Lozano, que ha publicado Eclipsados en una de sus colecciones más cuidadas. Participarán en el acto, el crítico de cine, actor y rapsoda Fernando Gracia, a quien le han gustado muchísimo estos cuentos breves, con ecos de Castelao y Fernández Flórez, entre otros, la pintora Berta Lombán y el escritor soriano afincado en Zaragoza desde hace muchos años. Con gentileza, Raimundo y Berta, el escritor y la pintora, marido y mujer desde hace muchos años, me envían uno de los cuentos: ‘Desencanto’, para mí gusto uno de los mejores del conjunto.]

  

DESENCANTO

 

Por Raimundo LOZANO

 

Se conocieron una cálida noche de setiembre recién estrenado el otoño. Cuando las hojas de los árboles se pintan de colores cálidos antes de ser arrancadas de las ramas para caer al suelo donde las recogerá el barrendero de turno.

 

Se conocieron por casualidad. A través de internet. El entró medio en broma medio en serio, en una de esas ventanas donde aparece la foto de alguna chica ofreciéndose para mantener relaciones estables con un chico formal. Tan es así, que a eso de  las once y media de la noche se veían y se relacionaban cono si estuviesen juntos. Así el invento de estos modernos aparatitos.

  

A tal grado llegó su encantamiento que decidieron conocerse personalmente. Curiosamente vivían en la misma ciudad. Alicante. Ella Marisa, empleada en una tienda de ropa de mujer. Él codirector de un gran trasatlántico de una importante empresa multinacional, no sé si finlandesa o sueca. Por lo que estaba de continuo viaje.

  El encuentro, en una cafetería determinada.

Ella vestía un bonito vestido rojo, por encima de las rodillas, con un profundo escote por el que asomaban sus blancos y orondos pechos. Él, un buen traje azul marino, chaqueta cruzada y corbata, como corresponde a un alto ejecutivo.

 Sus vidas cambiaron radicalmente. Sus pensamientos sobre si casarse o no se aclararon rápidamente. Allí, en ese preciso momento. Pienso que, más movidos por un amor puro, por sus fantasías. Decidieron tener una relación normal, verse todos los días. Y, más aún, convivir juntos, para así disfrutar  más aun de los amores comunes.

A los dos años de convivencia decidieron casarse. Que es lo que suele hacer todo el mundo, o casi todos.  Ella continuaba con su trabajo de dependienta, y él con la administración del trasatlántico. Que es lo que solía decir siempre.

 

Decidida la boda para un importante día de junio, el día 13, festividad de San Antonio, patrón que era además de la parroquia de ella.

Empezaron a comunicárselo a los demás, en especial a sus familias, naturalmente.  Se armó un revuelo excepcional, tan lejos unos de otros, tan  distintos en usos y costumbres. A esto surgió un nuevo problema. Por parte de ella, claro.

La despedida de soltera. Casarse con un chico más bien guapo, que además codirigía  uno de  esos trasatlánticos  más famosos del mundo, requería una despedida  de soltera especial. Pensó hacerlo en Benidorm, en el hotel más alto de Europa. No le convencía del todo, más allá de la propaganda. Habría mucho barullo, y además esa localidad tan visitada le parecía un tanto vulgar. Dándole vueltas a su cabeza, pensó en Madrid y  en Barcelona.  Tampoco resultaba original. Una noche y otra merodeando sobre el mismo tema, saltó de pronto una idea, una genial idea: Londres. Había buenas combinaciones, vuelos directos y nada mejor que celebrarlo allí, dado que las amigas de ella y de él gozaban de buena posición económica.

 

Tan fantástica idea se obstruyó de repente. Y la boda también.  Demasiado fantásticos los dos, grandes soñadores, decidieron dar por finalizado todo, incluso su convivencia, y volver a vivir cada uno por su cuenta.  Y volver a sus ordenadores respectivos, volver a verse en internet a las once y media de la noche, dejando de lado ese brutal compromiso de pasar por la iglesia y los juzgados.

 

*Todas las fotos de este cuento son de Jeff Ascough, un gran fotógrafo de bodas.

 

 

2 comentarios

Joserra -

Me parece algo horripilante. Muy mal escrito en la forma y en el fondo.

amigoplantas -

A ver, a ver, que para casarse, con un botijo, unas botellas de rosado, y una tortilla de patata bien grande y mejor acompañada de un jamón buenorrro, basta y sobra. ¿Viajes a no-se-donde...?