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Antón Castro

VIAJE AL MATARRAÑA

 

Aragón es un pequeño país de territorios fascinantes. Uno de ellos, tan fronterizo y en apariencia tan lejano, es la comarca del Matarraña. Posee dos lenguas y un paisaje tan hermoso como variado. Si ese paisaje de almendros y viñedos, de colinas y de aves que planean, de terrazas que ordenan las fincas y escalan las montañas, es conmovedor, no lo es menos la arquitectura. Avanzas y ahí está el barroco de Calaceite, con sus angostas callejas, los palacios con escudos y la piedra del tiempo. Continúas en dirección a Beceite e irrumpe, majestuoso, tras cerrados de sarmientos, Cretas: tierras de vinos y de toreros. ¿Y Beceite? ¿Qué se puede decir del Parrisal, del paso del río bajo los puentes, y de esas antiguas fábricas de papel? En una de ellas creó su estudio y su mundo más personal la pintora Gema Noguera (1965-2008): ahí está, muda de dolor y de abandono, su bicicleta, cerca de esos collages que ella hacía con números, con botones, con billetes de tren y tranvía, con las raspas de pescado que parecen animales milenarios. Al lado se sitúa Valderrobres: ese pueblo con castillo que se inclina ante el río con sus miradores. Valderrobres tiene un porte intemporal que desata la melancolía; la localidad posee un embajador cultural: el librero Octavio Serret, capaz de movilizar a medio mundo. Y desde ahí pasamos a La Fresneda y La Portellada, de donde son los antepasados del escritor mexicano Juan Villoro. El Matarraña es el solanar de gente que trabaja y resiste, de creadores, soñadores y fugitivos que desean atrapar la esencia de la luz. Una luz mediterránea El pasado fin de semana recibía a un centenar de escritores en las tres lenguas de la Corona de Aragón. El Matarraña es el lugar donde se cruzan todas las historias.

 

*Dos imágenes de Calaceite (del blog 'Todos los pueblos') y de Beceite, una instantánea del Matarraña muy cerca de la Antigua Fábrica Noguera.

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