Blogia
Antón Castro

REMBRANDT: EL NARRADOR DE LA LUZ Y DEL COLOR

REMBRANDT: EL NARRADOR DE LA LUZ Y DEL COLOR

Rembrandt se reúne

en el Museo del Prado

con sus pares

 

 

La exposición “Pintor de historias” consta de 40 obras de todas

sus épocas, que proceden de museos y colecciones privadas

 

Alejandro Vergara dice que el pintor es “un gran coreógrafo de lo dramático que busca límites expresivos que otros no han logrado”

 

 

 

 

Rembrandt (Leiden, 1606-Amsterdam, 1669) usa, como nadie, una tenebrosa luz de fuego. La empleó desde muy pronto, con su peculiar sentido del humor y de la parodia, en ese “Autorretrato con traje oriental” (1631) que recibe al visitante de la exposición “Rembrandt. Pintor de historias” y que parte de la “Adoración de los Magos” de Rubens. La muestra, espectacular y sutil a un tiempo, patrocinada por el BBVA, recoge 40 obras de todas de todas épocas, cinco de ellas estampas, adscritas a ese género tan característico de los siglos XVI y XVII: la pintura de Historia, en la que el hijo del molinero de Leiden hizo tanto fortuna como la haría en el retrato  y el paisaje. Miguel Zugaza, director del Museo del Prado, dijo que “Rembrandt era uno de los artistas más originales e influyentes de todos los tiempos y uno de los grandes narradores de Historia”, y definió la muestra “como un fabuloso conjunto de obras. Rembrandt se encuentra aquí como en casa, entre sus pares. Completa el Prado y lo ennoblece en este justo intercambio”.

El comisario Alejandro Vergara se había pasado media mañana analizando el proyecto, contando los secretos de los cuadros, recordando la unidad temática de un conjunto deslumbrante que abraza el relato bíblico, mitológico e histórico. Explicaba el tránsito del artista: ese viaje desde la gestualidad, la atmósfera teatral, el movimiento y el dibujo de estados de ánimo hacia, a partir de 1645, la contención, la quietud y cierta severidad psicológica o de introspección. Señaló que se trata de una exposición “trabajosa, que no difícil”. Sí la calificó como “magnífica, muy ambiciosa y variada, que ofrece obras de todas las épocas”. Recordó que Rembrandt es un artista intensamente emocional, muy trágico, “un gran coreógrafo de lo dramático que busca límites expresivos que otros no han logrado”. Uno de los grandes ejemplos es “Sansón cegado por los filisteos” (1636), un cuadro complejo de composición, de movimiento, de una cegadora luz interior, y brutal en su drama, “gore” llegó a decir Vergara.

El comisario situó a Rembrandt en la estela de Bernini, del barroco internacional y de Rubens. “Rembrandt quiere ser una gran figura del arte y tiene en Rubens a su gran mito viviente, pero también quería ser original. Buscaba historias extremas y cómo contarlas a su modo. Se inspiraba en los grandes artistas del Renacimiento”, como Tiziano, Veronés y Caravaggio. A todos ellos, los miraba más o menos “de reojo”, a través de los grabados que llegaban a Ámsterdam. Paradójicamente, el pintor quería ser cosmopolita, coleccionaba grabados y piezas exóticas que luego trasladaba a su lienzo, y apenas se movió de Leiden y de Amsterdam.

La muestra contempla otro aspecto: Vergara y sus colaboradores han querido situar al artista en el contexto de su tiempo, y lo hacen dialogar con Rubens (dos obras), Tiziano, Veronés, Ribera y Velázquez. Del artista sevillano se ha incorporado la obra “Marte” y se ha colocado al lado de una de las piezas magistrales de Rembrandt: “Betsabé” (1654), esa mujer a la que el rey David contempla en el baño y se enamora perdidamente de ella, y mata a su marido. Vergara recuerda que el artista “nos invita a ver y a desear el desnudo que David deseó”.

En la obra de Rembrandt siempre percibimos su presencia y queremos saber más de su vida, queremos saber por qué pintó con esa claridad increíble y vívida un retrato como “Artemisa” (1634), la única obra suya que posee el Prado, o de modo “goyesco” ese rostro envejecido y burlón que cierra la exposición: “Autorretrato como Zeuxis” (1667-68), que alude a aquel pintor griego que fue el creador de la belleza ideal y a la vez murió mientras pintaba a una anciana fea. Rembrandt se mira a sí mismo al espejo y éste le devuelve el sarcasmo final de quien presume que se acerca el fin.

 

 

 

Crónica de una vida trágica

y de un proceso apasionado

 

 

 

Rembrandt llevó a cabo una indagación incesante en el cuadro mismo: si al principio empleó una idea del relato, un actor, un decorado, algo así como una gran representación escénica, poco a poco se lanzó a tumba abierta en la pintura: le interesan la mancha, la sugerencia más que la precisión del trazo, la sobriedad más que el dinamismo o el énfasis, la untuosidad, la calidad misma de la materia. La exposición del Prado es la crónica de un proceso, meticuloso y apasionado, de un gran vigor creativo. Rembrandt pintó más de 300 cuadros en sus 63 años de vida con una vocación invencible. Sorteó toda suerte de dificultades, personales y artísticas, y fue un pintor de mercado cuya obra se ha dispersado mucho: los cuadros proceden de 20 museos del mundo, desde el Hermitage de San Petersburgo, el Louvre, el Rijksmuseum de Ámsterdam... Contó con un mecenas, pero pintaba y vendía, se arriesgaba pieza a pieza. Perdió la cabeza por Saskia, su primera mujer, y la vio morir; vio morir a su segunda esposa, Hendrickje, y a su hijo Titus, y pasó de la opulencia a la ruina más absoluta. Es uno de los artistas que más veces se pintó a sí mismo. Sin renunciar a la estética de su país, estuvo casi en las antípodas de Vermeer. Su pintura, rotunda, pródiga en escenas delicadas y violentas, es su mejor biografía.

 

[*El montaje de “Rembrandt. Pintor de historias” lo ha realizado ese maestro del diseño de exposiciones que es Jesús Moreno y su equipo, responsable también del montaje de Degas en la Fundación MAPFRE estos días, de la muestra “Goya e Italia”, y también acaben de ganar el concurso para montar “Goya y el arte moderno”, que se realizará próximamente en el Museo de Zaragoza. La exposición de Rembrandt la inauguran mañana los Reyes y se abre al público el miércoles. El jueves Artes & Letras, de Heraldo de Aragón, publica la crítica de César Pérez Gracia. En la foto, el cuadro que cierra la muestra: "Autorretrato como Zeuxis". Borradores de Aragón Televisión desplazó un equipo en el que iban Yolanda Liesa,. ayudante de realización, Gomis, el cálido y excelente operador de cámara, y un servidor. El reportaje saldrá en breve, probablemente el jueves de la semana que viene.]

0 comentarios