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Antón Castro

ATLÉTICO DE MADRID, LÍDER AL FIN

ATLÉTICO DE MADRID, LÍDER AL FIN

 

 

[Jorge Rodríguez me envía su segunda crónica: la del Atlético de Madrid y Real Sociedad. Ganaron los rojiblancos que han recuperado a un jugador maravilloso, uno de los grandes: Diego Ribas.]

 

EL ATLÉTICO DE MADRID, LÍDER 18 AÑOS DESPUES.

 

 

Por Jorge RODRÍGUEZ GASCÓN

 

El Atlético de Madrid se colocó líder en solitario en una jornada viva, llena de alternativas y de partidos disputados. A las siete de la tarde se vestía el Calderón de etiqueta y de luto para celebrar el liderato y rendir un emotivo homenaje a Luis Aragonés. La figura del sabio ha sido tan universal que no se asocia a un solo club, pero si algún equipo ha de hacerlo, ese es el rojiblanco.

Pasado el minuto de silencio, con la visible emoción de la afición atlética, el balón echó a rodar. El Atlético de Madrid tiene la pegada de los grandes y el espíritu luchador de los equipos pequeños.

El partido de comienzo fue disputado. La Real posee gran destreza en el manejo de balón, un grupo unido y trabajador, un central de gran nivel como Íñigo Martinez y dos zurdos exquisitos como Carlos Vela y Antoine Griezmann. El mexicano es lo más parecido a Messi que hay en la liga, y el francés ostenta gol y finura.

Pero el Atleti es un equipo experimentado, que hace del partido a partido su consigna principal, y que madura las contiendas poco a poco. Son corredores de fondo que esperan a desgastar al rival para lanzar sus cambios de ritmo más feroces. Hasta entonces, luchan, bregan, porfían, pegan y hacen todo lo que sea necesario para alcanzar un resultado positivo. Juegan al límite de la legalidad, a veces no tienen excesivos miramientos en rebasarlo si es preciso.

Y así lo hicieron en una primera parte en la que las ocasiones llegaron con cuentagotas. Villa aprovechó una cabalgada de Diego Costa por la izquierda, para rematar el centro del brasileño a gol. El balón pasó por el túnel que dibujaron las piernas del meta realista, Claudio Bravo. El guaje, que posteriormente se lesionó, le dedicó el gol a su maestro recientemente fallecido: el sabio Luis Aragonés. La Real estuvo en el partido, escudado en sus dos estiletes zurdos. Peligrosos siempre, el férreo entramado atlético anestesió sus dañinas cualidades.

Hubo partido hasta que salió Diego Ribas al campo. Regresaba de un exilio difícil en Alemania, donde los entrenadores se cansan de su juego atractivo a las primeras de cambio. Harto de vagar por equipos alemanes, que normalmente se inician con una W, Diego ha vuelto al lugar donde mejor ha jugado al fútbol, donde realmente ha sido feliz. Antes de que Ribas tuviera contacto con el balón, Diego Costa marcó el segundo gol aprovechando una defensa abierta de la Real. Costa, una pantera con rostro y alma de boxeador, batió a Bravo con un preciso disparo al palo largo.

Tras el plástico remate de Miranda, el Atlético anotó el tercero. El resultado era engañoso, de acuerdo al buen nivel mostrado por la Real durante todo el partido, al ritmo de los pases de Xabi Prieto y la velocidad de los zurdos. Bien es cierto, que todas sus acometidas fueron atajadas con facilidad por uno de los mejores porteros del mundo:

 
Thibaut Courtois.
 
 

Ahí empezó el festival de Diego. El regreso del hijo pródigo, el debut soñado. Recibió en el área con el defensa encima, con un amago sutil y una tranquilidad pasmosa lo dejó atrás para reventar la red con saña. La celebración fue efusiva y el Atlético se acordó de Aragonés, de su celebración del gol de Demetrio Albertini que suponía un empate en el Bernabeú, cuando los derbis con el vecino no se ganaban. Del penalti parado por el Mono Burgos a Figo con el rostro; del último liderato en liga, hace 18 años. Se acordaron de que hace tiempo que el Atleti dejó de ser el pupas, para convertirse en uno de los mejores atléticos de la historia. Hace tiempo que el conjunto de Simeone se sacudió ese bloqueo mental que le llevó a las catacumbas del fútbol. Ahora la gente celebra que el equipo es líder, que es un equipo completo y aguerrido, con más recursos que nunca. Y más ahora, con Diego. El brasileño promete formar con Arda Turan una sociedad de muchos quilates. El talento está de vuelta en el Calderón.

 

 

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