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Antón Castro

ANTONIO, FOTÓGRAFO DE VEDETTES

ANTONIO, FOTÓGRAFO DE VEDETTES

Antonio,

el retratista

de las vedettes,

un enigma

en el tiempo

 

 

El tiempo tiene agujeros negros de olvido. Parece capaz de engullírselo todo o de dejar una memoria borrosa que se disuelve en leyenda. Un buen ejemplo de ello sería el caso de Antonio, “el fotógrafo de las artistas, el fotógrafo de las vedettes”, que tenía su estudio ante la Audiencia y Droga Alfonso, en Coso 28. Firmaba siempre Antonio. Simplemente, Antonio. Y cuando se le cita en las historias de la fotografía en Aragón no aparecen ni sus apellidos ni sus fechas de nacimiento y muerte. Era Antonio Diez Lahoz. Sin embargo, Antonio fue un importante retratista de posguerra, muy amigo de José Alcrudo, el librero y editor de Pórtico, que conservaba estupendas fotos familiares suyas y recordaba con mucho cariño su amistad y algunos viajes que habían realizado juntos por las montañas y pueblos del Pirineo. Hablaba de su espíritu independiente, indómito y de la calidad de sus fotos.

Enrique Vázquez, que se asomó a la sala Oasis de la mano de su tío Celestino Moreno y ha pasado entre sus paredes más de medio de siglo, recuerda a Antonio con perfiles desdibujados. “Era un fotógrafo muy respetado. Los artistas de mayor nivel, de éxito, acudían a él cuando querían renovar sus fotos y postales. O hacer sus afiches y carteles. Tenía un estudio bonito y reconocido, y él llevaba fama de  buen profesional. Los artistas de variedades que tenían menos dinero solían a acudir a Foto Eléctrica de Pepe Gracia, en la calle Pignatelli. En casa de mi tío se conservaban algunas fotos de familia de Antonio”. La anécdota más jugosa o pintoresca que relata el memorioso Enrique Vázquez hace referencia a un Mercedes verde que poseía. “Lo veías pasar en él a menudo. En la ciudad su coche era conocido por el ‘Mercedes Lola’ porque por atrás se parecía a la bata de cola de Lola Flores, a su espléndido trasero. Eso se decía entonces”. A mediados de los años 50, la actriz vivió una intensa historia de amor con el futbolista internacional del Barcelona Gustavo Biosca.

Enrique Vázquez retrata a Antonio como un hombre espigado, con el cabello undoso y cuidado, elegante, bien vestido, algo en lo que también coincide, a grandes rasgos, José Luis Vázquez Giummarra en su libro ’25 + 8 años (1977-2010). Collage de instantes vividos por la Asociación de Fotógrafos de Zaragoza’ (2011), donde dice: “Antonio fue todo un personaje, bien parecido, siempre acicalado y bien trajeado, pelo largo, simpático, zalamero y gran retratista”.

José Antonio Duce, cineasta, fotógrafo e historiador de la fotografía de Aragón, cuenta: “Lo único que recuerdo de él es que, siendo yo muy joven, iba a ver su escaparate, ya que estaba especializado en poner fotos de vedettes de revista ligeras de ropa”. A Antonio le encantaban los escaparates (José Luis Vázquez dice que los suyos “eran atrayentes y muy visitados”), mimaba el propio, pero también le gustaba fijarse y hacer fotos de otros, se conservan instantáneas suyas de los del Sepu y de algunas cafeterías de Zaragoza; su pasión por las vedettes era evidente: retrató a Carmen de Lirio, Mercedes Obiol, Trudi Bora, Salomé de Marcos, Matilde Múgica, Carmen Alvarado, Olga Alcón, a Queta Claver (“No te olvides de Ana María”, escribió en una dedicatoria) pero también a Tony Leblanc, Zori, Santos y Codeso, José Orjas y Conchita Sánchez… Rafael Castillejo, que posee un prodigioso e infinito desván de objetos de la memoria de la ciudad, dice: “Lo único que sé de él es que estaba especializado en retrato y era muy solicitado por los artistas, es decir, algo parecido a lo que ocurría con Gyenes, Maxter o Ibáñez (Madrid), Román, Alfredo o Alfonso (Barcelona). Siempre me han contado amigos como Alberto Castejón, del Teatro Circo, o la vedette Pola Cunard que cuando venían compañeros suyos a Zaragoza les preguntaban dónde tenía el estudio para renovar su foto artística”. Esas fotos eran las que regalaban, dedicadas, a sus fans. Por eso buena parte de las obras que se conservan de Antonio –en los archivos de coleccionistas como Alejandro Castejón, Rafael Castillejo, Laborda-Lázaro, Melero-Polo o Todocoleccion.net, entre otros- suelen ir firmadas por los artistas para sus amigos o seguidores. No hay muchas y, por lo regular, están dispersas. Eran  de gran calidad: Antonio tenía el don de la iluminación, un aire de sofisticación y sueño, y fogonazos de humor, ironía, picardía y desenvoltura como se ve en el montaje de Carmen Alvarado. Podría ser, salvadas las distancias, nuestro George Hurrell. José Luis Vázquez dice que “el exquisito retoque de su operario Luis (posteriormente miembro de Foto Ramón) era sensacional, finísimo”.

Aquí triunfó “por su gran calidad”, ganó dinero y mostró que sabía vivir y que tenía gran personalidad. José Antonio Duce dice: “Se decía que publicó o colgó un desnudo por lo que, creo recordar, tuvo que cerrar y emigrar de Zaragoza”. José Luis Vázquez, inmerso ya en el mito, abunda en algo semejante: “En una ocasión expuso a la bella vedette Carmen de Lirio con aires de Gilda y un vestido negro abierto por el ‘muslamen’, que no gustó a las autoridades, lo que impulsó a la policía a que fuese retirada, limitándose Antonio a tapar con trozos de papel negro las zonas supuestamente escandalosas, costando a su ayudante –Ramón Bonilla, en ausencia de su jefe- dormir unas horas en el calabozo por desobediencia a la autoridad”.

Por esta razón u otra, Antonio abandonó Zaragoza y se instaló en Madrid. Ahí ya se borran, al menos por ahora, sus huellas: al parecer trabajó en el cine en foto fija y falleció poco después. Otra de las conjeturas, que ha circulado de boca a oído, es que puso fin a sus días arrojándose al vacío desde una terraza. Quizá pocos supieran en su adiós, fuese como fuese, que durante años había sido un maestro de la luz de gran calidad, saludado como “el fotógrafo de las vedettes”. 

 

*Este artículo se ha publicado hoy en ’Heraldo de Aragón’. Adolfo Ayuso Roy me envía esta foto de Esperanza Roy, realizada por Antonioi.

1 comentario

Luis -

Según mi padre, Luis, citado en el artículo el fotógrafo se llamaba Antonio Díez Lahoz