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Antón Castro

ADIÓS A MIGUEL PARÍS: PIONERO DE TVE Y FOTÓGRAFO

Ha muerto Miguel París Plou (Letux, Zaragoza, 1921). Bien podría ser definido como "la memoria visual de Aragón" del pasado siglo. Pionero de la televisión entre nosotros y fotógrafo profesional desde mediados de los años 40 hasta los 80, ha recogido en cine y en nitrato de plata miles de imágenes y cientos de acontecimientos. Su hijo Nacho, que ha heredado -como su hermano Miguel- el oficio de su progenitor y que se inició con él con las cámaras de cine mudo, recordaba que estuvo en todos los acontecimientos de Aragón y en particular de Zaragoza, y evocó instantes precisos como la visita de Salvador de Madariaga a Zaragoza, tras su vuelta del exilio, o el retorno de Ramón José Sender en 1974.
"Lo recuerdo perfectamente: estuvimos dos días completos con él e hicimos parada en Calatorao", dice Nacho París. "Mi padre sufrió hace unos veinte días un infarto, que se le complicó luego con un problema en la sangre. Mantuvo la lucidez todo este tiempo, falleció sin sufrimientos alguno, y nos habló de cosas de las que apenas nos había dicho nada. Él estuvo en la División Azul. Estos días recordó su estancia de 1941 a 1943 en Riga y los bombardeos que lo dejaron por muerto. Iban a enterrarlo y se dieron cuenta de que respiraba. Nos contó la dureza de la ventisca y también nos recordó que, con apenas 16 años, combatió en la Guerra Civil en Alcubierre. Siempre fue muy pudoroso con este asunto".
Miguel París Plou estudió en las Escuelas Pías de Zaragoza y luego vivió esas dos peripecias que estuvieron a punto de acabar con su vida. "También nos contó que recibió un bayonetazo que en vez de clavarse en su cuerpo se incrustó en su grueso abrigo y así se salvó". Miguel contó al periodista Ricardo Vázquez-Prada -redactó unos cuadernos del combate, un diario en varias libretas que mimaba con un tesoro- que su brigada en Rusia "levantaba campos de minas, cortaba alambradas y daba los golpes de mano para preparar el ataque posterior de los suyos". Volvió de Rusia, adonde había acudido como voluntario (como Luis Ciges, como Luis García Berlanga, si recuerdan el documental “Extranjeros de sí mismos” de José Luis López Linares y Javier Rioyo), y luego accedió a la plaza de fotógrafo titular de la Diputación de Zaragoza, y compaginó la dedicación a la fotografía con el deporte: fue campeón de tenis de Aragón y del Sur de Francia durante cinco años, alcanzó títulos como lanzador de jabalina y fue algo más que un meritorio atleta de pista. Ya en los años 50, solicitó una excedencia del organismo público porque se convirtió en fotógrafo en exclusiva del Savoy, de la Seo, del Pilar, del Centro Mercantil o de las fiestas de la Lonja.
Por entonces, nació la idea de crear la televisión en España, y desde Madrid llamaron a algunos fotógrafos jóvenes, entre ellos a él. Hizo los correspondientes cursos hacia 1956 y le ofrecieron quedarse en el paseo de la Habana como operador de cámara o de filmadora. Otro aragonés entraba por entonces en el Ente: el realizador Alfredo Castellón, que también fue un excelente atleta. "Como tenía aquí su estudio, decidió regresar a Zaragoza como corresponsal de televisión para Aragón. Adquirió tres cámaras, de cine mudo, claro, y empezó a recorrer la Comunidad. Lo mismo se iba a Teruel que a Huesca o a cualquier lugar de Zaragoza en su 'seiscientos'. Al final renunció a Teruel y Huesca, y se centró en Zaragoza. Iba de aquí para allá con su pesada cámara, rodaba, escribía la información y llevaba imágenes y texto al tren hacia Madrid; el motorista recogía sus paquetes y los llevaba a TVE”.
Así estuvo trabajando, sin descanso y con entusiasmo y con generosidad desarbolada, hasta que se creó en Zaragoza el Centro Territorial de TVE en Aragón, y siguió colaborando casi hasta su jubilación. Sus hijos Nacho y Miguel ya se habían incorporado a TVE-Aragón, que se creó en 1979 gracias al apoyo de Hipólito Gómez de las Roces, bajo la dirección de Maximiliano Bernad y con Rosa María Artal como rostro más conocido. Nacho recuerda: "Grabábamos los partidos de fútbol con tres cámaras. Mi padre colocaba una en el centro, y mi hermano y yo nos poníamos en los extremos con las otras dos. Aprendimos con él. Empecé a trabajar de cámara a su sombra a los quince años. Era un operador clásico, trabajador, concienzudo, no concebía un plano inclinado, lo que ahora llamamos los 'planos aberrados'. Procedía de la foto y del cuidadoso encuadre".
Miguel París Plou no abandonó la fotografía nunca: colaboró en "Pueblo", "Amanecer", solía enviar o ceder sus fotos a todo el mundo. "Estaba atento a los avances tecnológicos", señala su hijo. Coincidió en su pasión por documentar la vida con reporteros como Gerardo Sancho, Fernando García Luna, Antonio Calvo Pedrós o Luis Mompel Castelar, el fotógrafo de HERALDO durante medio siglo. Asistió en mayo a la inauguración de su retrospectiva en la Sala María Moliner, “El objetivo en la calle” (que organizó el Congreso de Periodismo Digital de Huesca y la Asociación de la Prensa de Aragón) y nos dijo: "Tengo más de 400.000 negativos. Espero encontrar tiempo para ordenarlos y hacer una exposición".
Mantuvo su estudio, en Don Juan de Aragón, hasta principios de los años 80 con varios empleados. Y aun en los últimos tiempos llevaba su cámara a cualquier acontecimiento, un instrumento ligero, una Leica (a la mítica cámara que inmortalizaron el finado Cartier-Bresson, Robert Capa o Eugene Smith seguía comprándole nuevos objetivos) o una cámara digital. "Estaba atento a los avances tecnológicos", señala su hijo. Tenía alrededor de 60 cámaras: tres Leicas, la clásica Nikon F que se empleó en la guerra de Vietnam, una Mamiya Press de 6 x 9 y de placas, una Rolleiflex de 6 x 9...
El periodista Ángel de Uña, gran amigo suyo, lo define así: "Ha sido un hombre apasionado, sincero, amplio, que defendía sus ideas con absoluta naturalidad y con gran entereza. Era un hombre de detalles: siempre te sorprendía con una foto que había tomado años atrás. Destacaba por su sentido de la amistad". En los últimos años, hurgaba en sus positivos –siempre anotados con una leyenda, una anécdota o el preciso momento en que fueron tirados- y encontraba una foto o un reportaje completo que no había entregado a su dueño. En más de una ocasión, a lo mejor era una foto de boda de alguien que ya tenía nietos...

2 comentarios

Idem -

Creo que la ciudad debería recordarle con una calle. Sería un emocionante y perpetuo recuerdo de Miguel, siempre presente en loa acontecimientos de nuestra ciudad, cercano a sus gentes, exquisito y cordial, profesional de rectísimo criterio, .... Jamás te olvidamos!

Anónimo -

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