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Antón Castro

DEPORTE, ARTE & LITERATURA O LA CIUDAD DESHABITADA

Una de mis pasiones es el deporte. La teoría y la práctica; la práctica, ahora mucho menos, casi nada. Hace menos de veinte años me ejercitaba a diario para ser mediofondista como mi Sebastián Coe, José Manuel Abascal, Steve Cram, Said Aouita, Steve Ovett o Zola Budd, aquella niña sin suerte que corría descalza e hizo llorar a los norteamericanos al tropezar con Mary Decker, que perdió el equilibrio y la final olímpica. Hacía de seis a ocho series diarias de 1500 metros en el perímetro del parque del Tío Jorge y jugaba a tenis con un comerciante que alternaba el juego y la atención a los clientes con deliciosas estrategias de seducción. Entrabas en su establecimiento y siempre aparecía una mujer bonita, o no demasiado bonita pero con encanto o relativamente segura de sí misma: eran amantes al mediodía, a primera hora de la tarde, a cualquier instante. Y de ese secreto derivada un cierto aire de superioridad de la recién llegada en el local. Andrés, que era un tenista de saque y volea, no galleaba de sus conquistas. También me apasiona el fútbol (llegué a jugar con un prometedor Paco Buyo) y el boxeo (lo practicó ocasionalmente, con dos golpes demoledores por sorpresa, mi padre en Melilla y luego veíamos épicos combates de madrugada, mientras afuera caía la lluvia).

Así que siempre que aparecen libros sobre la historia y las gestas de los deportistas, con buenos textos y buenas fotos, allá voy. Ahora tengo una modesta biblioteca deportiva con alrededor de un centenar de libros de boxeo: Cravan, Clay, Uzcudun, Panamá Al Brown, Kid Chocolate, Legrá, Perico Fernández, Rocky Marciano, Urtain; novelas y relatos de Hemingway, Schulberg, Gardner, Mailer, Sherman Alexie, Conan Doyle, Conrad, Ignacio Aldecoa, Mariano Gistaín & José Antonio Ciria, Andrés Bosch, Félix Romeo y, entre otros, una de las mejores monografías que existen: “Del boxeo” de Joyce Carol Oates.
Ayer, por puro azar, entré en Libería General y vi el monográfico de la revista Litoral “Deporte, arte & literatura”, donde se habla y se escribe de todo, y donde se reproducen obras no sólo de Eduardo Arroyo, famosísimas, sino de Picasso, Braque, Botero, Victor Brauner, Miró, Magritte, Duchamp, Cézanne, Dalí, Klee, Malevich o Matisse, entre otros. Entre los textos, tras la introducción de José Antonio Mesa, aparecen piezas de mucha gente: de poetas del 27, de César Vallejo, Huidobro, Neruda, de Enrique Vila-Matas, el famoso artículo de Jorge Valdano sobre “el miedo escénico”, los dos textos de Alberti y Miguel Hernández sobre dos porteros (Platko y Lolo), Savater, González Ruano, Carlos Marzal, incluso se reproduce un poema de Ildefonso-Manuel Gil sobre una nadadora. Reproduzco aquí el soneto aparecido en 1953.

NADADORA

Me hace seguir tu estela la encendida
ilusión de querer a que me mueve,
ardor y fuego sobre espuma leve,
tu desnudez en ondas sumergida.

Se quiebra el agua por tu afán hendida.
Como rayo de luz tu brazo mueve
rosas de espuma, pétalos de nieve,
y surges vencedora a nueva vida.

Entre las olas ciego te persigo,
porque arriesgarme en tu aventura quiero.
Mi playa se perdió en la lejanía
y en el anhelo de morir contigo
va el corazón buscándote, velero
En aguas de amor, náyade mía.

Al lado mismo, “Litoral” incorpora otro poema de Jorge Guillén, gran amigo de Ildefonso, titulado “Nadadoras”, ilustrado con el cuadro “Las nadadoras” (1941) de Fernand Léger.

En la Librería General me encontré con Javier Aguirre, un profesor aragonés en Euskadi, que está traduciendo a los filósofos presocráticos al euskera, y prepara un amplio libro de carácter misceláneo sobre José Antonio Labordeta, del que hizo una antología poética para Huerga & Fierro. Hablamos de Zaragoza y coincidimos en algo: es un ciudad hospitalaria, preciosa, que crece, que se mueve, pero ninguno de los dos podíamos entender cómo es posible que en verano sea como un auténtico yermo cultural, que no haya conciertos ni teatro ni danza, ni nada. ¿Y es esta ciudad, la quinta de España, la que aspira con fundamento a organizar la Exposición Internacional de 2008? La deslealtad profunda de los políticos a Zaragoza nada tiene que ver con la ausencia de presupuesto o la falta de imaginación: hay una falta de generosidad y de solidaridad y de amor por la ciudad absoluta. La quinta ciudad de España no puede ser un espacio con terrazas y mucha gente pero sin actividades –menos que Alcañiz, Rubielos de Mora, Sos, Barbastro...- y quedarnos todos tan anchos, tan conformes... Así vamos camino de nada. Este año de 2004 pasará a la historia por la indiferencia de nuestra clase política, municipal y autonómica, hacia Zaragoza. El alcalde Belloch, la concejala Rosa Borraz y los suyos son responsables, pero también el presidente señor Iglesias, empecinado en hacerle el vacío constantemente a la capital de Aragón.

3 comentarios

a.c. -

Querido Mariano: No me funciona el correo electrónico, no me admite el password, pero quería que tus artículos de estos días son esplendidos y las fotos de hoy, con esa especie de barridos, me encantan. Un abrazo. Antón

antón castro -

Querido señor Larrosa: Mil gracias por sus ánimos. Yo soy un enamorado total de Zaragoza, la quiero con locura y con toda la ambición del mundo. Es mi ciudad, la única que tengo, estuve a punto de ser coruñés de A Coruña pero me vine aquí. Mil gracias de nuevo: es muy gratificante saber que alguien puede leerte y que además te envía una nota tan cariñosa. Respecto a Zaragoza, estamos en un momento formidable, pero todo se hacen demasiadas cosas a desgana, sin transparencia ni lucidez... Seguiremos aprendiendo... Gracias y un abrazo. Antón

Cándido Larrosa -

querido sr. Castro. Es la primera vez que entro en su weblog, pero no va a ser la última. Su diagnóstico de la vida de nuestra ciudad de Zaragoza es espléndido. Espero que alguien abra los ojos de una vez. Muchas gracias por alzar la voz de los que no la tenemos.