EL GUARDÍÁN DE LAS SOMBRAS, LOS OJOS DE LA TELE
1. Hoy sí estaba Jorge, el guardián de las sombras. Busca una revista de Soldiers raids, de febrero de 1996, nada menos, que recuerda un campamento donde estuvo de legionario a los 18 años. Está obsesionado con ella. Hoy me ha invitado a su desordenada garita: ropa de trabajo de catorce operarios, un microondas, el rastro de una cena rápida, la linterna inmensa. Tinieblas azotadas por el viento a punto de convertirse en cierzo. Le he dicho que se ha transformado en un personaje del blog. Se consuela con la radio: la música es como una aparición y un conjuro contra el miedo. Hoy ha llegado el frío y una melancolía otoñal. Hemos fumado juntos un Camel y me di cuenta de que le hubiera gustado que ese cigarrillo hubiese llegado hasta el alba. Yo tenía frío. El guardián de las sombras no quería despertar a nadie. Un perro se desveló, en las eras, con el estrépito de nuestras pisadas. De vuelta a casa, al ver los cipreses, pensé en un poema de Ocnos, titulado Amor. El amor del poeta a tres cipreses, el amor a la naturaleza, la nostalgia de llorar por lo que se pierde como un papagayo verde.
2. He estado en Salamandra Gráfica con Nemesio Mata, Lina Vila y Silvia Aurelia Pagliano. Hablamos de grabado, de los numerosos proyecto de edición, de páginas web, de catálogos en cederrón, de exposiciones de gente joven (por cierto, exponen con gusto, en todos los rincones: en la escalera, en el hueco de los ascensores, en una sala especial...), de un raro proyecto que también podría llamarse un nicho del arte. Me lo pasé muy bien. Hablamos con Silvia de Argentina, de Maradona, de Óscar Ringo Bonavena (aquel hombre que le aguantó quince asaltos a Cassius Clay y se desplomó tres veces en el último asalto. Luego sería asesinado con arma de fuego en Nevada, creo) y de Carlos Demoledor Monzón, hombres que habían nacido para ser héroes, héroes que volvieron de la cúspide al arroyo y se sobreponen porque ya son símbolos.
3. Lina Vila es una debilidad para mí. La conocí hace algún tiempo en la Casa de Morlanes, es una gran lectora. Cree en el arte, tiene poderosos y perturbadores asuntos en su cabecita rubia y ha vuelto a Zaragoza tras dos años en la Casa de Velázquez. Acaba de exponer en Veruela Me llamo rojo. Había algunas piezas magníficas: tanto en pintura como en fotografía. Al retornar se ha traído con ella a su compañero, un excelente pianista de proyección internacional que busca conciertos y clases, y quizá busque entender cuál es el vasto encanto de Zaragoza. Lina Vila es hija de Pedro Vila, un mecenas inadvertido y modesto, hermana del fotógrafo Ricardo Vila (a quien debo llamar porque el otro día tuvo un pequeño accidente). Pedro Vila, que es un aragonés de una pieza (él suscribe como Pepe Melero aquello de Todo por Aragón), ha vuelto a su casa de San Mateo de Gállego tras una terrible intervención quirúrgica. El adjetivo es suyo. Pedro viene de vez en cuando a Albarracín, es cordial y entusiasta. Estos días, en un laborioso y forzado descanso (lamenta no poder trabajar su cuidado jardín), lee mucho y escribe pequeñas piezas, pensamientos, aforismos. Es de esas personas que se hacen querer. Le he prometido que iré a verlo a San Mateo de Gállego. No es un farol.
4. Hoy hemos grabado el primer programa de El Paseo sobre los diez años del Auditorio. Lo he dicho alguna vez: tenemos un equipo estupendo. Comienza en Alberto Gámez, un hermano menor que me ha regalado la televisión (como antes me regaló a Sergio Gómez, el realizador de Viaje a la luna, como antes me regaló a Rocío Ibarra...) y termina en Inma, el ángel que nos toca la cara. Comienza en Inma, la maquilladora, que ha estado aprendiendo más cosas en Barcelona y oyó requiebros de pasión en árabe, y termina en Alberto Gámez. En medio están Alfonso, Patricia, Jaime, Santi (un cámara menudo y simpático, que había hecho carrera en Madrid y volvió a casa, desguazado de añoranzas), Carlos Ángel, Peña, David, Elisa (que está a punto de ser mamá), María José (el alma del Muévete con Aitana Muñoz), Natalia, que vive una segunda luna de miel tras casarse con un japonés, que era su compañero desde hacía tiempo... Da gusto trabajar con gente así. Aprendes, te protegen, te miman y comparten tu entusiasmo. Hay días en que ir a algunos trabajos no es un deber: es un placer.
5. Me llama Miguel Mena. Tiene novela para primeros de año en Destino, la editorial donde yo he publicado tres libros. Va a ser el éxito de la temporada, con "Enterrar a los muertos" de Ignacio Martínez de Pisón, que aparecerá en febrero en Seix Barral. Y hablamos con Miguel de su nueva compañera Mónica Farré, con quien he trabajado más de seis meses, hablando de Aragoneses ilustres, ilustrados e iluminados. Siempre pensé que nadie nos escuchaba estuviese con ella o con Lorena Ruano...- y he visto luego que sí, que alguien nos oía, incluso un chico duro del rock como José Manuel Tafalla. Mónica le puso voz, una preciosa voz de radio, una encendida voz de ternura, a un cuento de brujas de Los seres imposibles. Fue la primera vez que me di cuenta de era realmente buena. Cautivadora. De esas voces que al modular levantan una casa o un abrigo luminoso para que te quedes adentro, lejos de los violentos temporales. Y ahora me alegro de que esté ahí, al pie del cañón, en la orilla de la vida en Estudio de Guardia con Miguel y Juanjo Hernández, que pertenecen a esa espléndida tribu de comunicadores que entran en tu cocina y se quedan como fantasmas inevitables, como amigos en el fuego de la emoción que es la radio.
Con Julio Cortázar (estoy releyendo su teatro y sus novelas: Los Reyes, Los premios..., aunque lo que me gusta son sus cuentos y el volumen mestizo Último round), diría aquello tan manido ya: Queremos tanto a Mónica Farré. Queremos tanto a Lorena Ruano. Mucha suerte a las dos. Y a Miguel, y a Juanjo...
2. He estado en Salamandra Gráfica con Nemesio Mata, Lina Vila y Silvia Aurelia Pagliano. Hablamos de grabado, de los numerosos proyecto de edición, de páginas web, de catálogos en cederrón, de exposiciones de gente joven (por cierto, exponen con gusto, en todos los rincones: en la escalera, en el hueco de los ascensores, en una sala especial...), de un raro proyecto que también podría llamarse un nicho del arte. Me lo pasé muy bien. Hablamos con Silvia de Argentina, de Maradona, de Óscar Ringo Bonavena (aquel hombre que le aguantó quince asaltos a Cassius Clay y se desplomó tres veces en el último asalto. Luego sería asesinado con arma de fuego en Nevada, creo) y de Carlos Demoledor Monzón, hombres que habían nacido para ser héroes, héroes que volvieron de la cúspide al arroyo y se sobreponen porque ya son símbolos.
3. Lina Vila es una debilidad para mí. La conocí hace algún tiempo en la Casa de Morlanes, es una gran lectora. Cree en el arte, tiene poderosos y perturbadores asuntos en su cabecita rubia y ha vuelto a Zaragoza tras dos años en la Casa de Velázquez. Acaba de exponer en Veruela Me llamo rojo. Había algunas piezas magníficas: tanto en pintura como en fotografía. Al retornar se ha traído con ella a su compañero, un excelente pianista de proyección internacional que busca conciertos y clases, y quizá busque entender cuál es el vasto encanto de Zaragoza. Lina Vila es hija de Pedro Vila, un mecenas inadvertido y modesto, hermana del fotógrafo Ricardo Vila (a quien debo llamar porque el otro día tuvo un pequeño accidente). Pedro Vila, que es un aragonés de una pieza (él suscribe como Pepe Melero aquello de Todo por Aragón), ha vuelto a su casa de San Mateo de Gállego tras una terrible intervención quirúrgica. El adjetivo es suyo. Pedro viene de vez en cuando a Albarracín, es cordial y entusiasta. Estos días, en un laborioso y forzado descanso (lamenta no poder trabajar su cuidado jardín), lee mucho y escribe pequeñas piezas, pensamientos, aforismos. Es de esas personas que se hacen querer. Le he prometido que iré a verlo a San Mateo de Gállego. No es un farol.
4. Hoy hemos grabado el primer programa de El Paseo sobre los diez años del Auditorio. Lo he dicho alguna vez: tenemos un equipo estupendo. Comienza en Alberto Gámez, un hermano menor que me ha regalado la televisión (como antes me regaló a Sergio Gómez, el realizador de Viaje a la luna, como antes me regaló a Rocío Ibarra...) y termina en Inma, el ángel que nos toca la cara. Comienza en Inma, la maquilladora, que ha estado aprendiendo más cosas en Barcelona y oyó requiebros de pasión en árabe, y termina en Alberto Gámez. En medio están Alfonso, Patricia, Jaime, Santi (un cámara menudo y simpático, que había hecho carrera en Madrid y volvió a casa, desguazado de añoranzas), Carlos Ángel, Peña, David, Elisa (que está a punto de ser mamá), María José (el alma del Muévete con Aitana Muñoz), Natalia, que vive una segunda luna de miel tras casarse con un japonés, que era su compañero desde hacía tiempo... Da gusto trabajar con gente así. Aprendes, te protegen, te miman y comparten tu entusiasmo. Hay días en que ir a algunos trabajos no es un deber: es un placer.
5. Me llama Miguel Mena. Tiene novela para primeros de año en Destino, la editorial donde yo he publicado tres libros. Va a ser el éxito de la temporada, con "Enterrar a los muertos" de Ignacio Martínez de Pisón, que aparecerá en febrero en Seix Barral. Y hablamos con Miguel de su nueva compañera Mónica Farré, con quien he trabajado más de seis meses, hablando de Aragoneses ilustres, ilustrados e iluminados. Siempre pensé que nadie nos escuchaba estuviese con ella o con Lorena Ruano...- y he visto luego que sí, que alguien nos oía, incluso un chico duro del rock como José Manuel Tafalla. Mónica le puso voz, una preciosa voz de radio, una encendida voz de ternura, a un cuento de brujas de Los seres imposibles. Fue la primera vez que me di cuenta de era realmente buena. Cautivadora. De esas voces que al modular levantan una casa o un abrigo luminoso para que te quedes adentro, lejos de los violentos temporales. Y ahora me alegro de que esté ahí, al pie del cañón, en la orilla de la vida en Estudio de Guardia con Miguel y Juanjo Hernández, que pertenecen a esa espléndida tribu de comunicadores que entran en tu cocina y se quedan como fantasmas inevitables, como amigos en el fuego de la emoción que es la radio.
Con Julio Cortázar (estoy releyendo su teatro y sus novelas: Los Reyes, Los premios..., aunque lo que me gusta son sus cuentos y el volumen mestizo Último round), diría aquello tan manido ya: Queremos tanto a Mónica Farré. Queremos tanto a Lorena Ruano. Mucha suerte a las dos. Y a Miguel, y a Juanjo...
5 comentarios
Antón -
Otro Anónimo -
neme -
Puedo decirte que fue para mi un momento agradable, el poder estar entre amigos(Lina vila a la que quiero muchisimo, Silvia y ahora tú) , hablando de todo lo que nos apeteció sin pensar en demasia en los minutos que ivan pasando . Son momentos en los que uno aprende a conocer a los entusiastas, a los enamorados de su trabajo. Espero que se repita.
Desde salamandra, creo que hay riesgos que merece la pena correr ,la cultura y las artes son algo importante que marcan el lugar que ocupamos en esta sociedad .
gracia
neme
Antón -
Cide -
Miguel Mena es un clásico. Uno más de esos aragoneses de adopción a los que acabamos sintiendo como uno de los nuestros. Es el caso de Gervasio Sánchez, Imperio Argentina, o Antón Castro. De Miguel Mena, por mi aprensión a leer autores vivos, no me he leído ningún libro, pero reconozco que a veces me entra curiosidad. Supongo que alguna vez caeré en la tentación.
Siento el rollo soltado, pero has tocado en este post algunos de mis puntos débiles.