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Antón Castro

"DÍAS SIN DÍA" DE JULIO JOSÉ ORDOVÁS

Xordica anuncia que el nuevo libro “Días sin día” de Julio José Ordovás dará mucho que hablar en los círculos zaragozanos. Tal vez reabra algunas viejas heridas –es crítico, ferozmente crítico y sarcástico, con un narrador bien conocido y un cantautor, cuyo nombre no se cita; es amable con Ana María Navales y Juan Domínguez; evocador, con Miguel Labordeta y con Julio Antonio Gómez, con quienes sueña el autor un encuentro en el Café Niké-, pero aquí hay un narrador, un dietarista, un lector voraz, que igual habla de viajes, de impresiones y paisajes de su Zaragoza –casi resulta incómoda e injusta esa insistencia en “las provincias”: un diario de provincias...-, que de estancias en diversos lugares de Europa o de viajes apasionados a librerías, de donde sale como “El nuevo periodismo” de Tom Wolfe o de una traducción de Dereck Walcott de José Carlos Llop, otro célebre. He visitado hace un rato, gracias a la web-almacén del mundo de Mariano Gistaín, la weblog del estupendo escritor Fernando Iwasaki, al que también cita. “Días sin día”, cite a quien cite, es un libro de esto y de aquello, es la prosa de un observador que escribe en secreto una novela, un libro ameno, divertido en ocasiones, satírico en otras (lean esa diatriba contra los críticos de provincias que en ocasiones no están a la altura de los libros que reseñan y practican el arte de la escalada social e intelectual, o contra los escritores-funcionarios y escritores profesores), de amor y de sexo, más bien, y con elementos de desesperación o fatiga íntima, casi desgarradora, en todas sus páginas. Es también el libro de un cazador de aforismos o de frases felices. Y el libro de un hermano mayor que desea contagiar su pasión por las palabras al hermano menor, tan sabio ya, tan pragmático con sólo catorce años.

Julio José Ordovás muestra aquí un perfil duro, cínico y lírico, reflexivo y hondo. Como dice Fernando Sanmartín, de viva voz, aquí hay un escritor. Sus palabras de contrasolapa recuerdan que estamos ante un viajero y ante un narrador. “Días sin día”, que toma el título de un verso de Juan Ramón Jiménez, dará que hablar, desordenará la calma chicha de las letras aragonesas, pero sobre todo cosechará lectores por su calidad, su vivencia sincera de la literatura, su pasión por los libros ajenos y su ubicación inmediata en un género que frecuentan García Martín, también citado, Fernando Sanmartín, Trapiello, Llop, Joseph Pla, entre otros miles. Xordica, que cumple diez años, ha vuelto a acertar en su apuesta: la edición es espléndida, la portada de Andrés Ferrer habla de una cierta melancolía de la ciudad que desaparece (Julio José Ordovás también alude una y otra vez a las imágenes de la infancia, al niño que se ha perdido en las secuencias del viaje, y habla del gozo que supone volver a Zaragoza), y un texto más, mucho más que prometedor.

2 comentarios

sexo -

muy bien dicho

ROSA ALCONCHEL -

Una íncreible reseña, para un libro que también lo es. Un placer leeros a los dos, esperando que ésto sea sólo el principio de una gran carrera (para Julio). UN SALUDO ENORME.