EL HOWARD HUGHES DE SCORSESE
Viene a comer José María Cuchi Gómez, un apasionado del cine, un entendido de los toros. Nos conocemos desde 1990, cuando hacía un programa con Paco Ortiz, padre. Recuerdo que un día me llamaron para El Periódico de Aragón y salimos a la calle con tres críticos: Javier Hernández, Pablo Pérez y Cuchi Gómez, que no estoy seguro si llegó a escribir. Da gusto hablar con él de cine, y de toros, y de fútbol. Ahora, convertido en un eficaz y cariñoso agente inmobiliario (siempre pienso en él, no sé por qué, como si fuera un personaje de Italo Calvino), ha vuelto a la radio de Luis del Olmo, Concha García Campoy y Paco Ortiz Remacha. Ve de cuatro a seis películas a la semana, compra las bandas sonoras y exhibe su mitomanía, su pasión por las actrices, su gusto por los grandes directores. Una de sus pasiones es Martin Scorsese. Hablamos de El aviador, que nos llevaba a Uno de los nuestros o Casino o, sobre todo, a Nueva York, Nueva York, una prodigiosa película con Robert de Niro y Liza Minnelli, que he vuelto a ver en las últimas semanas.
Con El aviador le ha ocurrido como a mí. Le ha gustado mucho la primera parte, la primera hora, en particular todo lo que concierne al rodaje de Los ángeles del infierno, a los clubs de música, a las batallas aéreas, a los espectaculares fastos del estreno. Lo que viene luego es psicología de pacotilla, o un poco de pacotilla, y un poco de fuegos artificiales con todo ese universo de la aviación y los tics de la enfermedad progresiva de Howard Hughes, todo muy bien rodado y con algunos instantes prodigiosos. Cuesta creer que Hughes fuese así. De entrada, hay un error de bulto. ¿Cómo es posible que un seductor tan indomable como él, que amaba por igual a hombres que a mujeres, que llevó a su lecho a mujeres como Jean Harlow, Katy Hepburn, Ava Gardner, Jane Rusell, auténticas hembras de fuego, parezca asexuado, tan poco viril, dengue como el merengue, tan poco seductor? El retrato del personaje es incompleto, oblicuo, y menos mal que acude en su ayuda el maravilloso Alan Alda para que la cinta se eleve en ese espléndido juego de antagonistas final, que concluye casi apoteósicamente en el juicio. Hay un hecho también sorprendente en la película: ¿puede alguien creerse a la Beckinsale haciendo de Ava Gardner? Si parece un pija puritana Disculpamos un poco a Cate Blanchett, que tampoco está bien, aunque sea candidata al Oscar.
Con Cuchi también hablamos de hijos. De la vida. Es afectuoso y cómplice, un tipo que desparrama cariño, un tipo al cual la vida le ha golpeado en ocasiones con severidad. Se ha levantado del suelo y ahora, abrazado a la esperanza y a Esperanza, su compañera, recobra la pasión por contar el cine en la radio. El cine en la radio es como una forma de prolongar el sueño y esa forma tan moderna e imprescindible de contar la historia del mundo. Me ha gustado mucho el periodismo escrito, me encanta hacer tele (aunque nadie nos vea, pero ahora debo decir que estamos en un magnífico momento de televisión de calidad en medio de la telebasura, vaya paradoja), pero soy rabiosamente feliz haciendo radio, y aun más feliz oyendo radio.
Con El aviador le ha ocurrido como a mí. Le ha gustado mucho la primera parte, la primera hora, en particular todo lo que concierne al rodaje de Los ángeles del infierno, a los clubs de música, a las batallas aéreas, a los espectaculares fastos del estreno. Lo que viene luego es psicología de pacotilla, o un poco de pacotilla, y un poco de fuegos artificiales con todo ese universo de la aviación y los tics de la enfermedad progresiva de Howard Hughes, todo muy bien rodado y con algunos instantes prodigiosos. Cuesta creer que Hughes fuese así. De entrada, hay un error de bulto. ¿Cómo es posible que un seductor tan indomable como él, que amaba por igual a hombres que a mujeres, que llevó a su lecho a mujeres como Jean Harlow, Katy Hepburn, Ava Gardner, Jane Rusell, auténticas hembras de fuego, parezca asexuado, tan poco viril, dengue como el merengue, tan poco seductor? El retrato del personaje es incompleto, oblicuo, y menos mal que acude en su ayuda el maravilloso Alan Alda para que la cinta se eleve en ese espléndido juego de antagonistas final, que concluye casi apoteósicamente en el juicio. Hay un hecho también sorprendente en la película: ¿puede alguien creerse a la Beckinsale haciendo de Ava Gardner? Si parece un pija puritana Disculpamos un poco a Cate Blanchett, que tampoco está bien, aunque sea candidata al Oscar.
Con Cuchi también hablamos de hijos. De la vida. Es afectuoso y cómplice, un tipo que desparrama cariño, un tipo al cual la vida le ha golpeado en ocasiones con severidad. Se ha levantado del suelo y ahora, abrazado a la esperanza y a Esperanza, su compañera, recobra la pasión por contar el cine en la radio. El cine en la radio es como una forma de prolongar el sueño y esa forma tan moderna e imprescindible de contar la historia del mundo. Me ha gustado mucho el periodismo escrito, me encanta hacer tele (aunque nadie nos vea, pero ahora debo decir que estamos en un magnífico momento de televisión de calidad en medio de la telebasura, vaya paradoja), pero soy rabiosamente feliz haciendo radio, y aun más feliz oyendo radio.
6 comentarios
Caballero Rodríguez embrujado por el sabio Borroy -
pepe cerdá -
Marisancho -
Cide -
Caballero Borroy, embrujado por el sabio Melero: -
Anónimo -
Cuchi es una persona estupenda. Yo he coincidido con él unas pocas veces, pero enseguida me di cuenta de que es uno de esos tipos que crea espacios, que sabe jugar sin balón, que se ofrece permanentemente a sus amigos. Una especie de Bekembauer de la amistad. Además le ha conseguido a Pepe Melero la última bota de vino que ha hecho el último artesano aragonés -de Barbastro- que aún se dedicaba a fabricarlas. Y eso... eso no tiene precio.
¡Viva Antón Castro!