CUANDO LA RAZÓN DE AMAR ES EL AMOR
La memoria del mundo está llena de grandes historias de amor. El amor, tanto como la política, la ambición o el espíritu de supervivencia, estimula la vida cotidiana de todos los seres: es un afán irreductible, una necesidad imperiosa, un deseo de ser con otro o con otros. Uno de los libros más hermosos y totalizadores que se han publicado sobre el tema, y hay miles, es Amar. Un siglo de amor y pasión (Svergreen, Barcelona, 1998) de Florence Montreynaud, que se abre con una cita de Soren Kierkegaard: Si no se es capaz de hacer del amor un absoluto
entonces mejor renunciar a él. El volumen propone un recorrido por distintas historias de amantes, década a década del siglo XX; en cada capítulo se cuenta una relación de pareja célebre y se completa con una sociología de la pasión, donde podemos encontrar apuntes sobre el tango, el divorcio, el tercer sexo, la fotonovela, la mujer fatal o la fiesta de San Valentín que se celebró el pasado lunes, instaurada plenamente a partir de los años 50 en el mundo occidental, aunque posee connotaciones lejanas al mártir cristiano Valentín, que murió en el año 270, a una fiesta romana del amor y la fecundidad, a los pájaros, y también a la palabra inglesa valentine, que designa la postal y a quien va dirigida.
Ese libro, lujoso y bello, impecablemente editado y lleno de fotos, carteles y dibujos, además de innumerables curiosidades y citas, es como una resumen de relaciones llenas de glamour y un inventario constante de aforismos sobre este sentimiento que ha hecho correr ríos de tinta, de imágenes, de emociones. El lector puede encontrarse sentencias como ésta de Saint-Exupéry: No diré las razones que tienes para amarme, pues no tienes ninguna. La razón de amar es el amor, o ésta de Erich Fromm: El amor es un arte que exige creatividad y esfuerzo. No se puede reducir a una sensación agradable cuya experiencia está en manos del azar. Y al lado del amor, casi siempre está el sexo. Así lo formula, con su sabia ironía, Mae West: El sexo con amor es una de las mejores cosas que hay en la vida. Pero el sexo sin amor tampoco está tan mal. Es muy bueno para la piel y para la circulación, pone todos los músculos en movimiento. Este libro lo podemos leer, y hojear incansablemente, con el volumen Grandes pasiones (Aguilar) de Rosa Montero.
El amor siempre está de actualidad. En realidad, el amor es la actualidad permanente: la vida con su envés. Es eterno y cotidiano, va y viene como el aire a su libre albedrío. En el cine, en el arte, en la literatura, en la fotografía. Hace muy poco aparecía en las librerías el libro París mon amour (Taschen, 1996 y 2004), preparado por JeanClaude Gautrand, una selección de las algunas de las mejores fotos que se han tomado en París a lo largo del tiempo, y se han incorporado impresionantes instantáneas de enamorados, fotos de besos: en las Tullerías, en los bancos del parque, en plena calle de repente se alzan dos amantes con cascos de moto y se besan, el famoso ósculo de Robert Doisneau del Hotel de la Ville, otro beso captado por Cartier-Bresson (dos amantes se besan sobre una mesa de una terraza ante la atenta y perpleja mirada de su perro atado), los enamorados que cierran los bares ante la mirada cansina del camarero. Y estos días, en medio del torrente de novedades para celebrar esta fiesta, se han reeditado en nuevo formato dos libros magníficos: La voz a ti debida (Alianza Editorial, 2005) de Pedro Salinas, uno de los poemarios eróticos más hermosos de la lengua castellana, y Veinte poemas de amor y una canción desesperada (Alianza Editorial, 2005) de Pablo Neruda. Son siempre regalos que deben figurar en cualquier buena biblioteca. Para aquellos seducidos por el mito de Isabel Segura y Diego Marcilla pueden adquirir Los Amantes de Teruel. La tradición y la historia (Delsan, 2005) de José Luis Sotoca, donde incluye, además de un sinfín de textos clásicos, la última aportación de Santiago Gascón para la gran fiesta del amor en Teruel.
Las cartas de amor son todo un género, que ahora ha dado un nuevo giro con la consolidación de Internet, cuyos portales son visitados por miles y miles de personas. De esta disciplina clásica, y tan inmortal como el mismo amor, sugerimos un libro reciente: Las cartas de nuestra vida. Correspondencia privada, 1949-1975 (Belacqua) de Asunción Balaguer y Paco Rabal, llena de todos los tópicos al uso, y también de los sentimientos verdaderos. Desde París, precisamente, escribe Paco Rabal en 1967 a su mujer: Hoy recibí tu carga urgente. Muy bien, secretaria, mujer, hermana, madre, etc., etc. AMIGA.
P.D. Carmen, mi mujer desde hace 25 años exactamente, la madre de mis cinco hijos, me regaló ese día unas gafas y un gorro de nadador, y un boleto de veinte baños en la piscina de Utebo. Recuerdo aquí, ya de paso, que mi canción favorita de Ángel Petisme es "Los nadadores".
Ese libro, lujoso y bello, impecablemente editado y lleno de fotos, carteles y dibujos, además de innumerables curiosidades y citas, es como una resumen de relaciones llenas de glamour y un inventario constante de aforismos sobre este sentimiento que ha hecho correr ríos de tinta, de imágenes, de emociones. El lector puede encontrarse sentencias como ésta de Saint-Exupéry: No diré las razones que tienes para amarme, pues no tienes ninguna. La razón de amar es el amor, o ésta de Erich Fromm: El amor es un arte que exige creatividad y esfuerzo. No se puede reducir a una sensación agradable cuya experiencia está en manos del azar. Y al lado del amor, casi siempre está el sexo. Así lo formula, con su sabia ironía, Mae West: El sexo con amor es una de las mejores cosas que hay en la vida. Pero el sexo sin amor tampoco está tan mal. Es muy bueno para la piel y para la circulación, pone todos los músculos en movimiento. Este libro lo podemos leer, y hojear incansablemente, con el volumen Grandes pasiones (Aguilar) de Rosa Montero.
El amor siempre está de actualidad. En realidad, el amor es la actualidad permanente: la vida con su envés. Es eterno y cotidiano, va y viene como el aire a su libre albedrío. En el cine, en el arte, en la literatura, en la fotografía. Hace muy poco aparecía en las librerías el libro París mon amour (Taschen, 1996 y 2004), preparado por JeanClaude Gautrand, una selección de las algunas de las mejores fotos que se han tomado en París a lo largo del tiempo, y se han incorporado impresionantes instantáneas de enamorados, fotos de besos: en las Tullerías, en los bancos del parque, en plena calle de repente se alzan dos amantes con cascos de moto y se besan, el famoso ósculo de Robert Doisneau del Hotel de la Ville, otro beso captado por Cartier-Bresson (dos amantes se besan sobre una mesa de una terraza ante la atenta y perpleja mirada de su perro atado), los enamorados que cierran los bares ante la mirada cansina del camarero. Y estos días, en medio del torrente de novedades para celebrar esta fiesta, se han reeditado en nuevo formato dos libros magníficos: La voz a ti debida (Alianza Editorial, 2005) de Pedro Salinas, uno de los poemarios eróticos más hermosos de la lengua castellana, y Veinte poemas de amor y una canción desesperada (Alianza Editorial, 2005) de Pablo Neruda. Son siempre regalos que deben figurar en cualquier buena biblioteca. Para aquellos seducidos por el mito de Isabel Segura y Diego Marcilla pueden adquirir Los Amantes de Teruel. La tradición y la historia (Delsan, 2005) de José Luis Sotoca, donde incluye, además de un sinfín de textos clásicos, la última aportación de Santiago Gascón para la gran fiesta del amor en Teruel.
Las cartas de amor son todo un género, que ahora ha dado un nuevo giro con la consolidación de Internet, cuyos portales son visitados por miles y miles de personas. De esta disciplina clásica, y tan inmortal como el mismo amor, sugerimos un libro reciente: Las cartas de nuestra vida. Correspondencia privada, 1949-1975 (Belacqua) de Asunción Balaguer y Paco Rabal, llena de todos los tópicos al uso, y también de los sentimientos verdaderos. Desde París, precisamente, escribe Paco Rabal en 1967 a su mujer: Hoy recibí tu carga urgente. Muy bien, secretaria, mujer, hermana, madre, etc., etc. AMIGA.
P.D. Carmen, mi mujer desde hace 25 años exactamente, la madre de mis cinco hijos, me regaló ese día unas gafas y un gorro de nadador, y un boleto de veinte baños en la piscina de Utebo. Recuerdo aquí, ya de paso, que mi canción favorita de Ángel Petisme es "Los nadadores".
12 comentarios
nuriski -
nuriski -
Kike -
romy -
y mas cariño nos tenemos.viva el amor..
Pepe -
Jose -
vanessa -
Anton -
ajci37 -
maite -
Cide -
-------------------------
PARA VIVIR NO QUIERO...
Para vivir no quiero
islas, palacios, torres.
¡Qué alegría más alta:
vivir en los pronombres!
Quítate ya los trajes,
las señas, los retratos;
yo no te quiero así,
disfrazada de otra,
hija siempre de algo.
Te quiero pura, libre,
irreductible: tú.
Sé que cuando te llame
entre todas las gentes
del mundo,
sólo tú serás tú.
Y cuando me preguntes
quién es el que te llama,
el que te quiere suya,
enterraré los nombres,
los rótulos, la historia.
Iré rompiendo todo
lo que encima me echaron
desde antes de nacer.
Y vuelto ya al anónimo
eterno del desnudo,
de la piedra, del mundo,
te diré:
«Yo te quiero, soy yo».
Cide -
De Erich Fromm, El Arte de Amar me parece uno de los mejores libros de ensayo que he leído jamás. El amor o la esperanza de tenerlo es lo que consigue levantar cada mañana a la mitad de la humanidad. El amor y la vida cobra sentido cuando se ama, mucho más que cuando se es amado.
De Paco Rabal y Asunción Balaguer me fascinó el artículo que hizo Luis Alegre hace unos días en el Heraldo. Qué maravilla de relación.
De Neruda queda poco que decir en el año de su centenario. Siempre se vuelve a Neruda. Es un poeta recurrente. Te cansas de leerlo, pero al cabo del tiempo regresas a él.
De Petisme y el amor me quedo con Los ríos de Venus.
No me quiero alargar más. Felicidades por tus bodas de plata Antón.