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Antón Castro

PISÓN: EL DETECTIVE Y LA MUERTE

PISÓN: EL DETECTIVE Y LA MUERTE Existen tipos estupendos que nunca necesitan fijar en ellos el foco gratuitamente. Trabajan lo justo o un poco más, se contentan con su suerte, no conjuran nunca y disfrutan de las pequeñas cosas de la vida: la tertulia, la cerveza, un puñado de cigarrillos, el fútbol, el compromiso cívico sin estridencias… Se afanan en ser felices de modo inadvertido. Existen escritores que no cultivan ningún ritual, que escriben con limpidez, casi inadvertidamente, con un estilo invisible, con una pulcritud que parece tan espontánea y natural como si no exigiese esfuerzo. Publican sus libros y los envían al turbión de novedades con calma. Saben que el lector es libre, que tiene criterio y que elige luego. Uno de ellos es Javier Sebastián (Zaragoza, 1962), que presenta esta semana su nueva novela, “Veinte semanas”, la historia de una mujer que hurga en los secretos de familia para saber quién es y de donde viene. Otro es Ignacio Martínez de Pisón (Zaragoza, 1960), que ya está en todos los diarios con motivo de su ensayo literario “Enterrar a los muertos” (Seix Barral), una historia con transparencia de río de la memoria colectiva que le ha exigido ser un detective que anhela esclarecer una muerte: la del republicano leal José Robles Pazos, gallego, experto en los refranes del "Persiles", escritor y traductor del norteamericano John Dos Passos. Pisón, sin llamar la atención, es un hombre de gestos: hace poco renunció a ser crítico del prestigioso suplemente “Babelia” porque no podía soportar que en él, o en el diario “El País”, se maltratase a Bernardo Atxaga, no al escritor en sí mismo, sino al ciudadano y a su vida privada. Y ahora, a riesgo de ser malinterpretado o tergiversado, acaba de indagar en las contradicciones de los comunistas durante la guerra civil española, eso que sólo parece que pueden contar los historiadores y escritores de derechas. Pisón ni es oportunista ni calculador. El azar le puso en las manos una conmovedora historia y la ha contado, con los términos exactos, con las palabras medidas, sin énfasis y sin ira alguna. Aunque es consciente que de ese viaje a la tiniebla se llevaría a algunos por delante; más que llevarse a alguno, pondría el dedo en la llaga de silencios prolongados, de medias verdades, de la infamia. Y ahí está un libro nacido del sigilo, del oficio, de la convicción inquebrantable. Un libro que nos retrata a todos, pero a él mejor que nadie. Pisón es el calígrafo de emociones hondas, el caballero tranquilo que hace de su profesión práctica de honradez, espejo de verdad y desdén de egolatría.

3 comentarios

gustavo -

Aun no lei la novela de Pison. Pero leyendo los periodicos conoci que el personaje del traductor Jose robles pazos era gallego.
Hace unos meses escribi una carta al pais que no se publico pidiendo que ese programa tan de "amigos" Extravagario dedicara un programa a Galicia y a sus escritores. En concreto cuando se cumplio el 25 aniversario de la muerte de Blanco Amor y que se diera conocer a Lorenzo Varela, autor al que se le dedica el día de las letras gallega.
Por cierto para historia novelesca, hay una que pison o tu podrías abordar: la historia de la traductoraque acompaño a Castelao en Nueva York asesinada por su marido una vez que regreso a Galicia. La historia la menciona muy por encima ese ser maravilloso llamada Isac Diaz Pardo en su libro Galicia Hoy (edicions do castro)

Cide -

Lo de Bernardo Atxaga con El País daría para muchos artículos, después de la carta de Echevarría, los despidos, los dimes y diretes,... Aunque seguramente será más constructivo hablar de otras cosas.

Por otro lado, y entre unos y otros vais a conseguir que lea algo de Martínez de Pisón.

bufagateras -

Al jerg´´

Al jergón no te irás sin leer a Antón unavez más.