Blogia
Antón Castro

EL PINTOR NECESARIO: MARÍN BAGÜÉS

EL PINTOR NECESARIO: MARÍN BAGÜÉS El pintor Marín Bagüés ha sido una auténtica obsesión para el historiador del arte Manuel García Guatas. Por eso ayer, después de que Fernando Gil, presidente de la CAI, presentase su trabajo “Francisco Marín Bagüés. Su tiempo y su ciudad (1879-1961)” e hiciese el elogio de su trayectoria, dijo el biógrafo con honda satisfacción: “Me siento muy feliz porque el libro ha salido así de bonito, tan bien hecho y todo en color”. Recordó que le había dedicado su tesis doctoral, bajo la dirección de Federico Torralba, evocó la exposición de 1979 en la Lonja con 185 obras y afirmó que si no había aparecido esta monografía antes había sido porque no había encontrado un editor que la publicase en color. “Siempre me negué a hacerlo, sobre todo porque Marín Bagüés es un pintor de un gran colorido, y eso se percibe en sus etapas y en sus texturas. Marín Bagüés es el mejor pintor de Aragón de la primera mitad del siglo XX”. Y precisó aún más el elogio: “Por su gran fuerza, por su gran calidad. Realizó una pintura muy sólida. Era lento en la elaboración de los cuadros, y eso se ve en esa búsqueda del movimiento de los futuristas, de Robert Delaunay en concreto, que logra con el óleo ‘Carrera de pollos’ de 1953”.
García Guatas explicó las razones del subtítulo. Marín Bagüés nació en 1879 en Leciñena y murió en Zaragoza en 1961. Fue un artista longevo que vivió casi siempre en esta ciudad, hecha la salvedad de sus estancias en Madrid al principio (fue alumno de Moreno Carbonero) y su estancia de cuatro años en Roma y Florencia, de 1909 a 1912, “que fueron los años más felices de su vida porque le dieron una orientación decisiva a su arte”, entre otras razones, porque vio mucho arte: se entusiasmó con Sandro Botticelli, Tintoretto, Girlandaio o con Franz von Stuck, algo que hacía notar en cartas a sus amigos o a su madre. García Guatas recordó que en esos años viajó mucho por Europa, y por París, y que adquirió catálogos de los futuristas y cubistas, que tanto iban a marcarle. Para entonces, ya había sido el artista aragonés más destacado (“el pintor de Aragón por los temas y por la fuerza de su pintura”, matizó el estudioso) de la Exposición Hispano-Francesa de 1908, donde presentó seis cuadros de tema regional y cosechó elogios de Valenzuela La Rosa y García Mercadal. Poco después de su vuelta a Zaragoza, entró como conservador en el Museo Provincial y pocos años después pasó por una “dura etapa de depresión, de aislamiento y de enfermedad mental. Ese periodo duró desde 1914 hasta 1925, pero a partir de ahí recobró su pulso y desarrolló una etapa muy fecunda que tuvo en el cuadro de ‘La jota’ (1932) el epítome de su producción, al que ya le aplicó algunos de los principios neocubistas”. La crisis de Marín Bagüés, al margen de la consideración de que las dolencias son misteriosas, aparecen de golpe como un zarpazo, pudo deberse a dos consecuencias claras: la desaparición de una pieza arqueológica y su afán inconfeso pero obvio de ser director del Museo Provincial. El elegido fue Palao. Estuvo internado en un psiquiátrico de Reus e intentaba curarse en Castelserás, donde vivían sus hermanos Erundino y Juana, que le habilitaron un ático luminoso abierto a los vientos de la luz. De esta época es una sugestiva y potentísima obra como “La nave de Tetrarca”, donde ealude explícitamente a un cuadro de Millais, aquel de Ofelia ahogada en el río.
Marín Bagüés se quedó conmovido con dos exposiciones: una de Benjamín Palencia en la sala Libros, en cuyo catálogo el artista hablaba de la fuerza de la pintura y del movimiento de los caballos, y asistió a las primeras muestras de los pintores abstractos del grupo Pórtico en el Casino Mercantil: Santiago Lagunas, Eloy Laguardia y Fermín Aguayo. “Aunque era un hombre circunspecto y tímido, quiso quedarse a vivir en Zaragoza y sobrevivió aquí. De ahí el título. Era un pintor respetado: nadie hablaba mal de su pintura”. Guatas definió a Marín Bagüés sobre todo “como un retratista”, influenciado por Velázquez, del que hizo 26 copias en El Prado, Botticelli, El Greco –vio “El entierro del conde de Orgaz” en los años 30, en un tiempo en que tuvo la ilusión de pintar unas bóvedas para el Pilar que luego le dieron a Ramón Stolz, y se percibe la huella del pintor cretense sobre todo en un cuadro de Franco de 1939-, Goya, con el que convivía en el Museo de Zaragoza (en una carta, decía que lo prefería a Velázquez), Zuloaga y Julio Romero de Torres. Aunque también es evidente la huella de Van Gogh en varias obras. Marín Bagüés –que pasó por diversas etapas: pintura regionalista, pintura simbólica o alegórica, donde se aproxima a Moreau, Odilon Redon y a Millais, pintura neocubista, etc.- tenía “una visión peculiar y una afición por aprender todas las técnicas: fue incisidor de medallas, hizo pequeñas esculturas, dibujó y dibujó muchísimo”. Parece que no hizo nada por vender ni por exponer y que era un hombre frugal, metódico, que iba del museo al parque, bajaba al canal e iba a Castillejos a ver los caballos. Pasaba los veranos en Castelserás o a veces en Leciñena, donde había nacido, y anotaba lo que veía en papeles, en recibos de la luz. Paseaba su genialidad a todas horas, pero para entonces ya había hecho cuadros magníficos: autorretratos, el famoso retrato de su madre, “La jota” (1932), “Los placeres del Ebro” (1934-1938) o “Carrera de pollos” (19153), un cuadro donde parece alcanzar una sostenida tentativa: captar el movimiento siguiendo el código de los futuristas.
Francisco Marín Bagüés realizó muchos retratos de decanos y profesores de la Universidad de Zaragoza en la posguerra. Murió en 1961 a los 82 años. El libro de Manuel García Guatas nos ofrece la vida y la pintura de un hombre excepcional, de un solitario que, dicen, amaba en secreto a una de sus modelos y que era capaz de hacer un cuadro a otra mujer cariñosa que le regalaba fruta,

2 comentarios

Josefina Bolea -

Mi abuelo era de Leciñena (Victoriano Bolea ) y hace años me decían algunos familiares que Marín Bagues era cuñado de mi abuelo.Mera curiosidad Tenemos una pintura suya preciosa.La cara de un monje.

LORENZO DOMINGO BARRADO -

Gracias por la amplia reseña de este autor que he conocido a través de la página de la Confederación Hidrográfica del Ebro, que ha usado su obra "Los Placeres del Ebro" como portada de un estudio sobre participación pública en la planificación hidrológica.

ftp://oph.chebro.es:2121/BulkDATA/DOCUMENTACION/DirectivaMarco/Participacion.pdf

Un saludo.