LA CRÓNICA DEL SÁBADO
EDELWEISS, 4- SAN GREGORIO, 1
El fútbol me ha llevado a Sabiñánigo en una mañana neblinosa. Voy en coche con Alfonso Alcaine, padre del mediocampista Javier, y Javier Pellejero, padre de Alex, nuestro extremo izquierdo. Comentamos la vida secreta del San Gregorio de División de Honor infantil y, por un momento, nos dejamos llevar por el entusiasmo: como si fuese el cuento de la lechera, le hacemos vencer en los últimos partidos, casi todos salvo el del intratable Zaragoza, y lo aupamos a la séptima o sexta posición. Durante el viaje analizamos a nuestros hijos, comentamos historias pasadas de entrenadores, casi ni nos damos cuenta del paseo de 120 kilómetros. Mi ciática, en ese parloteo incesante, se serena. Los tres teníamos claro que íbamos a ganar, creo que tan claro que ni barajamos la derrota. Y la derrota se consumó demasiado pronto. San Gregorio formó con José; Richi, Víctor, Jorge Crespo y Jorge Pérez; Adrián, Xavi, Javier Alcaine; Nano, Héctor y Jorge Jorge Rodríguez.
Como Jorge Rodríguez, mi hijito menudo, había jugado bien los dos últimos partidos, José Luis Violeta le concedió la titularidad y sentó en el banco a Pelle, Alex Pellejero. Siempre he pensado que los zurdos son compatibles, pero doctores tiene el fútbol. El Peña Edelweiss era el último pero no lo pareció nunca: se acercó dos veces con alguna nitidez y marcó. Mientras, en el banquillo se veía borrasca, intranquilidad, una sorda disputa entre Violeta y el colegiado, que acabaría expulsándolo. No hubo color: los locales, sin hacer alardes, pero más sobrios y entonados, vencían por dos a cero. Resulta muy difícil destacar a uno de los nuestros: pocos pases, un centro del campo mal colocado, escasamente combinador, y una delantera ineficiente y sin pegada. Sin pegada y, lo que es peor, sin llegada y sin pressing. Jorge desaprovechó su oportunidad a pesar de su constante trabajo: tiende a correr mucho, muchísimo incluso, pero roba pocos balones y se extravía en una zona de nadie, como si se olvidase de que debe apurar hasta el fondo. En la reanudación, entró Alex Pelle por Jorge y Dani Morón por Richi, lo que supuso un cambio táctico: Morón se estrenaba como central, Nano bajaba a lateral derecho y el central Víctor pasaba a delantero centro, apoyado en otro cambio de posición: Héctor Solanilla se desplazaba a la banda. Hubo algún momento en que pareció que el San Gregorio se iba algo más arriba, pero fue un espejismo.
Los locales volvieron a marcar, nos quedamos con diez por lesión de Adrián, marcó Pelle, y finalmente en otro contragolpe, el Edelweiss sentenció por 4-1. No hubo otro color que el del Sabiñánigo que venció y convenció a su entusiasmada parroquia. E incluso a aquellos que, no sé por qué, no habríamos concebido un fracaso tan estrepitoso. También consuela un poco, sólo un poco, ver a tanta gente feliz y tan identificada con sus chicos
GARRAPINILLOS 3 CIUDAD ZARAGOZA, 1
En el partido que no vi, Diego y sus compañeros vencieron en la competición de Copa al Ciudad Zaragoza, en la categoría de cadetes. Pese a la ausencia de Mario Martín y Adrián Serna, nuestro grandes jugadores, los chicos de Garrapinillos dominaron siempre, jugaron bien, Diego cumplió con creces en su labor de mediocentro (llegó a disparar al larguero y el portero abortó un mano a mano en un milagroso despeje), y colaboró en la victoria. Jugó todo el partido.Christian Gimeno, que ha estrenado un look con mechas, marcó los tres goles. Me ha alegrado muchísimo:ha sido un jugador incomprendido por algunos de sus últimos entrenadores que tendían a prescindir de su furia, de su ambición y de sus ganas.
El fútbol me ha llevado a Sabiñánigo en una mañana neblinosa. Voy en coche con Alfonso Alcaine, padre del mediocampista Javier, y Javier Pellejero, padre de Alex, nuestro extremo izquierdo. Comentamos la vida secreta del San Gregorio de División de Honor infantil y, por un momento, nos dejamos llevar por el entusiasmo: como si fuese el cuento de la lechera, le hacemos vencer en los últimos partidos, casi todos salvo el del intratable Zaragoza, y lo aupamos a la séptima o sexta posición. Durante el viaje analizamos a nuestros hijos, comentamos historias pasadas de entrenadores, casi ni nos damos cuenta del paseo de 120 kilómetros. Mi ciática, en ese parloteo incesante, se serena. Los tres teníamos claro que íbamos a ganar, creo que tan claro que ni barajamos la derrota. Y la derrota se consumó demasiado pronto. San Gregorio formó con José; Richi, Víctor, Jorge Crespo y Jorge Pérez; Adrián, Xavi, Javier Alcaine; Nano, Héctor y Jorge Jorge Rodríguez.
Como Jorge Rodríguez, mi hijito menudo, había jugado bien los dos últimos partidos, José Luis Violeta le concedió la titularidad y sentó en el banco a Pelle, Alex Pellejero. Siempre he pensado que los zurdos son compatibles, pero doctores tiene el fútbol. El Peña Edelweiss era el último pero no lo pareció nunca: se acercó dos veces con alguna nitidez y marcó. Mientras, en el banquillo se veía borrasca, intranquilidad, una sorda disputa entre Violeta y el colegiado, que acabaría expulsándolo. No hubo color: los locales, sin hacer alardes, pero más sobrios y entonados, vencían por dos a cero. Resulta muy difícil destacar a uno de los nuestros: pocos pases, un centro del campo mal colocado, escasamente combinador, y una delantera ineficiente y sin pegada. Sin pegada y, lo que es peor, sin llegada y sin pressing. Jorge desaprovechó su oportunidad a pesar de su constante trabajo: tiende a correr mucho, muchísimo incluso, pero roba pocos balones y se extravía en una zona de nadie, como si se olvidase de que debe apurar hasta el fondo. En la reanudación, entró Alex Pelle por Jorge y Dani Morón por Richi, lo que supuso un cambio táctico: Morón se estrenaba como central, Nano bajaba a lateral derecho y el central Víctor pasaba a delantero centro, apoyado en otro cambio de posición: Héctor Solanilla se desplazaba a la banda. Hubo algún momento en que pareció que el San Gregorio se iba algo más arriba, pero fue un espejismo.
Los locales volvieron a marcar, nos quedamos con diez por lesión de Adrián, marcó Pelle, y finalmente en otro contragolpe, el Edelweiss sentenció por 4-1. No hubo otro color que el del Sabiñánigo que venció y convenció a su entusiasmada parroquia. E incluso a aquellos que, no sé por qué, no habríamos concebido un fracaso tan estrepitoso. También consuela un poco, sólo un poco, ver a tanta gente feliz y tan identificada con sus chicos
GARRAPINILLOS 3 CIUDAD ZARAGOZA, 1
En el partido que no vi, Diego y sus compañeros vencieron en la competición de Copa al Ciudad Zaragoza, en la categoría de cadetes. Pese a la ausencia de Mario Martín y Adrián Serna, nuestro grandes jugadores, los chicos de Garrapinillos dominaron siempre, jugaron bien, Diego cumplió con creces en su labor de mediocentro (llegó a disparar al larguero y el portero abortó un mano a mano en un milagroso despeje), y colaboró en la victoria. Jugó todo el partido.Christian Gimeno, que ha estrenado un look con mechas, marcó los tres goles. Me ha alegrado muchísimo:ha sido un jugador incomprendido por algunos de sus últimos entrenadores que tendían a prescindir de su furia, de su ambición y de sus ganas.
4 comentarios
Anónimo -
!Viva Diego!
Antonio -
¡Hay más días que longanizas!
Habrá otro momento y ojalá sea pronto. ¡Cuídate!
DE AC -
Lo lamento porque estuve pensando en verte todo el partido, y también había pensado ir a ver el mural de Santiago Arranz, que no he podido ver. Un abrazo. AC.
Antonio PÉREZ MORTE -
Es broma (Pablo no juega y Juan aún es pequeño), pero si me lo hubieses dicho, nos podíamos haber tomado una infusión de tila y otra de harpagofito (respectivamente) para esas dolencias que ni la bici estática ni la lectura nos quitan.
¡Un abrazo, Antoncico!