NOTAS SOBRE EL HOLOCAUSTO
Al atardecer de aquel 21 de junio fuimos conducidos, bajo buena escolta, al pueblo de Rambervilliers, llevándonos a los heridos y a los enfermos, y, por todo equipaje, el macuto con algunos harapos dentro. Llegamos a ese pueblo al cabo de media hora y fuimos concentrados en el campo de fútbol, a la salida del pueblo, en la carretera de Baccarat. Allí estábamos, entre 15.000 y 20.000 prisioneros hacinados, sin otro refugio que nuestras mantas, lo cual me recordaba nuestra llegada a Francia, meses antes. Los años rojos (Círculo de Lectores, 2004. 276 páginas).
Uno de los libros más impresionantes que se han escrito sobre Auschwitz es Si esto es un hombre de Primo Levi, donde el químico y escritor piamontés narra con absoluta minuciosidad su estancia en ese campo de. Primo Levi es aquí un entómologo del horror y de la supervivencia. El libro fue rechazado por Einaudi en 1947, apareció en una editorial pequeña, y en 1957 el gran editor rectificó. Natalia Ginzburg, esposa de un deportado judío, había dado un mal informe. Acaba de ser reeditado en Círculo de Lectores con otros dos textos: La tregua y Los hundidos y los salvados.
Fue Teodor W. Adorno quien dijo: Después de Auschwitz no habrá poesía. Felizmente se equivocó, y ahí están varios libros del Nobel Imre Kertész, presentado por El Acantilado en España. Sin embargo, fue Herder quien publicó ya en 1999 sus ensayos, Un instante de silencio en el paredón. El holocausto como cultura, donde el autor repasa su año en el campo de exterminio, su dolor y su desesperación, su reingreso luego en la vida civil y las contradicciones del sistema comunista de Hungría. Evoca también a cautivos famosos como Primo Levi, Celan, Jean Améry. O Ruth Klüger, entre otros.
El escritor Mihail Sebastián quería estar un poco al margen de la política. Se sentía sobre todo escritor y quería desarrollar su obra bajo el influjo y la protección de Marcel Proust. Inició su diario en 1935 y anotó muy pronto: Ser desinteresado y neutral, nunca indignado o aprobatorio: ésa es la mejor de las actitudes. Pero de golpe se desencadenaron las hostilidades, Rumanía se puso a combatir al lado de Hitler, y todo eso lo cuenta él en un texto estremecedor y preciso, de gran pulso literario, que concluye en 1994. Hablamos del Diario de Mihail Sebastian (Círculo de Lectores. La Memoria del siglo).
A más de uno este libro emotivo, un oasis en medio del desierto más desalentador, podría recordarle El lápiz del carpintero. Hablamos de Boda en Auschwitz de Erich Hackl (Destino, 2004), que narra la historia del preso austriaco Rudi Friemel y la española Marga Ferrer. Se casaron en un pequeño banquete, pudieron celebrar la noche de bodas en un prostíbulo de las SS, y luego prácticamente no volvieron a verse nunca. Rudi fue ejecutado, pero aquel hecho, aquella boda dejó una impresión indeleble, una expansión luminosa de un momento único, y eso es lo que cuenta Hackl.
También en La memoria del siglo, que dirige Antonio Muñoz Molina para Círculo de Lectores, ha aparecido Los años rojos de Mariano Constante. Uno de sus títulos de mayor importancia. Constante, que estaría preso en Mauthaussen, reconstruye aquí toda su existencia: la vida en Riglos y Ayerbe, la proclamación de la II República, la guerra Civil, el éxodo a Francia y, por fin, su traslado al campo de concentración, donde con el fotógrafo Francisco Boix y otros- llegó a ser lugarteniente de las SS, cargo que dio lugar a otro libro sobre este periodo.
Uno de los libros más impresionantes que se han escrito sobre Auschwitz es Si esto es un hombre de Primo Levi, donde el químico y escritor piamontés narra con absoluta minuciosidad su estancia en ese campo de. Primo Levi es aquí un entómologo del horror y de la supervivencia. El libro fue rechazado por Einaudi en 1947, apareció en una editorial pequeña, y en 1957 el gran editor rectificó. Natalia Ginzburg, esposa de un deportado judío, había dado un mal informe. Acaba de ser reeditado en Círculo de Lectores con otros dos textos: La tregua y Los hundidos y los salvados.
Fue Teodor W. Adorno quien dijo: Después de Auschwitz no habrá poesía. Felizmente se equivocó, y ahí están varios libros del Nobel Imre Kertész, presentado por El Acantilado en España. Sin embargo, fue Herder quien publicó ya en 1999 sus ensayos, Un instante de silencio en el paredón. El holocausto como cultura, donde el autor repasa su año en el campo de exterminio, su dolor y su desesperación, su reingreso luego en la vida civil y las contradicciones del sistema comunista de Hungría. Evoca también a cautivos famosos como Primo Levi, Celan, Jean Améry. O Ruth Klüger, entre otros.
El escritor Mihail Sebastián quería estar un poco al margen de la política. Se sentía sobre todo escritor y quería desarrollar su obra bajo el influjo y la protección de Marcel Proust. Inició su diario en 1935 y anotó muy pronto: Ser desinteresado y neutral, nunca indignado o aprobatorio: ésa es la mejor de las actitudes. Pero de golpe se desencadenaron las hostilidades, Rumanía se puso a combatir al lado de Hitler, y todo eso lo cuenta él en un texto estremecedor y preciso, de gran pulso literario, que concluye en 1994. Hablamos del Diario de Mihail Sebastian (Círculo de Lectores. La Memoria del siglo).
A más de uno este libro emotivo, un oasis en medio del desierto más desalentador, podría recordarle El lápiz del carpintero. Hablamos de Boda en Auschwitz de Erich Hackl (Destino, 2004), que narra la historia del preso austriaco Rudi Friemel y la española Marga Ferrer. Se casaron en un pequeño banquete, pudieron celebrar la noche de bodas en un prostíbulo de las SS, y luego prácticamente no volvieron a verse nunca. Rudi fue ejecutado, pero aquel hecho, aquella boda dejó una impresión indeleble, una expansión luminosa de un momento único, y eso es lo que cuenta Hackl.
También en La memoria del siglo, que dirige Antonio Muñoz Molina para Círculo de Lectores, ha aparecido Los años rojos de Mariano Constante. Uno de sus títulos de mayor importancia. Constante, que estaría preso en Mauthaussen, reconstruye aquí toda su existencia: la vida en Riglos y Ayerbe, la proclamación de la II República, la guerra Civil, el éxodo a Francia y, por fin, su traslado al campo de concentración, donde con el fotógrafo Francisco Boix y otros- llegó a ser lugarteniente de las SS, cargo que dio lugar a otro libro sobre este periodo.
1 comentario
Cide -
Cuando asistí a esa charla, Canal Plus acababa de emitir un reportaje sobre Boix. Constante nos contó, que Boix era una persona leal y comprometida, pero que todos colaboraron en la heroicidad de sacar esas fotos del campo confiando en que podrían mostrarse en algún juicio. También que la labor de Boix no fue más comprometida -ni tampoco menos, lo dejó claro- que la de los demás españoles que conformaban la resistencia. Se mostraba disgustado porque -contaba- canal plus se ha empeñado en construir una historia con un héroe para personificar la resistencia, algo que se aleja de su ideal, y de lo que ocurrió en realidad. También se mostró disgustado porque a Boix lo eligieron por ser catalán. Políticamente interesaba que el héroe de la película que se inventaron fuera catalán.
Nos habló también de LePen, de algunas de las pantomimas del juicio de Nuremberg donde no les dejaron decir todo lo que tenían que decir.
En fin, que ojalá vuelva a tener la oportunidad de coincidir en algún acto con este gran hombre.