Blogia
Antón Castro

UNA HISTORIA DE SAN JORGE

El hijo de Leoncio es ingeniero y vive en Francia. En Grenoble, en un paisaje idílico de prados y bosques, ante un montaña coronada de nieves desde diciembre. Comparte su vida con France, políglota, y con sus dos hijos: Elsa y Tristán. Por ahora no tienen perros ni gatos. Es un fanático lector de “El País”, y cuando va a Burdeos, a Marsella, a Niza, a Toulouse o a cualquier ciudad de Italia siempre compra ese diario y busca afanosamente una noticia sobre Aragón o sobre la Zaragoza cargada de futuro que triunfó en París. Hace una década, con el gol del siglo de Nayim, o en el último diciembre cuando conquistó la Exposición Internacional de 2008. Admira al arquitecto e ingeniero Santiago Calatrava, y está pendiente de la última película española o de los novelistas, desde Javier Cercas a Enrique Vila-Matas, desde Javier Tomeo a Ignacio Martínez de Pisón. Hace unos días iba a marcharse de vacaciones a Grecia, pero cambió en el último instante: decidió venir a su ciudad, Zaragoza, donde vive su padre, el ex carbonero y contador de fábulas Leoncio e Isabel, su afanosa madre de cuento bíblico. Cuando había llegado y había tomado posesión de un nuevo barrio, de otros vecinos y de los olores de la calle Agustina de Aragón, lo llamaron por teléfono. En su casa de Grenoble habían entrado los ladrones y le habían llevado el ordenador, la máquina de foto, ese tesoro irremplazable que había ido acumulando a lo largo de sus viajes y sus expediciones a la nieve. Se quedó de piedra. La noche anterior a la partida, que hubo de retrasar un día, ya creyó oír fantasmas al acecho, pasos en el jardín. Pese a todo, ha decidido quedarse con los suyos en San Jorge y se han encomendado a los milagros del caballero de Aragón. El lunes será otro día.

2 comentarios

edimburgueses -

viva Leoncio!
abajo los ladrones!

Cide -

pues vaya historia triste para acompañar un soleado día de fiesta como éste.