EL GRAN DÍA DEL LIBRO
Comida familiar con mis cuñados franceses y con Leoncio e Isabel. Hoy ha habido fútbol, pero ni Diego, que estaba en Futuroscope, ni Jorge, enfermo toda la semana, han podido jugar. Esperaré a mañana para ver los resultados. Tras el café y un riquísimo lanzón del Panishop de Conde Aranda, se organiza una pequeña tertulia, presidida por las gracias de mi sobrino Tristán. Recordé que hace años quise bautizar así a mi primer hijo, Daniel, pero se opuso Carmen, su madre: pensaba en la historia de Tristán de Leonís, tristísima, y en la de Tristán Fortesende, uno de mis primeros personajes, que se dedicaba a criar y robar caballos cerca del mar de Barrañán. Luego nos fuimos a la Feria del Libro: el paseo de Independencia estaba atestado. Fuimos con todos mis sobrinos y buscamos algunos libros: para María e Isabel el libro sobre el Quijote (PUZ) que acaba de ilustrar David Guirao en su mejor trabajo de lejos. Impresionantes y cuidados dibujos, con una estampa final simbólica: el sombrero de don Quijote flota sobre las aguas. A David le encanta explicar sus dibujos: los de Romances (PUZ), los de El canario de Brunei (Bruño), los del Quijote, y se demora bellamente con preciosos dibujos. Para Elsa, compré un libro de esculturas efímeras de Anaya de Javier Solchaga; para Tristán, un nuevo proyecto sobre el niño Gus, de Anaya también, realizado por Daniel Nesquens, que se halla es un increíble momento creativo, y por Elisa Arguilé. Para Jose, un libro de una intriga en torno a la danza dedicado por Fernando Lalana; para Jorge, otro volumen de Fernando Lalana, en este caso sobre ciclismo, Fernando le dijo: Éste es un libro muy especial: hay de todo, cartas, secuestros, aventuras. Ya lo verás. En ese puesto de la librería París, muy concurrido, nos regalaron marcapáginas de Ana Lóbez, que ha preparado su primer libro con Daniel Nesquens. Para Paco y France, La velocidad de la luz, esa maravillosa y perturbadora novela de Javier Cercas, en Tusquets, porque Paco es un gran lector de Cercas: ha leído El vientre de la ballena y Soldados de Salamina. Al comprarlo en Cálamo, nos regalaron una bolsa de borraja, en homenaje al buen libro de José Miguel Martínez Urtasun que contiene 117 recetas de la hortaliza. Y, además, a mis cuñados les compré un ejemplar de El sembrador de prodigios, adquirido en el puesto de Certeza. También me habría gustado regalarle la primera y espléndida novela de Agustín Sánchez Vidal, La llave maestra, que inaugura la colección Suma de letras en Alfaguara y que se pone a la venta el próximo 27; narra dos historias complementarias: la de Raimundo Randa que encuentra un enigmático pergamino con el cual se despide del mundo Felipe II, tras cincuenta días espantosos de agonía, y otra narración contemporánea, la del criptógrafo David Calderón y Sara y Raquel Escolano, vinculada a la anterior por el mismo manuscrito o clave secreta.
Nos acercamos a ver a Miguel Mena en la caseta de Xordica: arrasó por la mañana con 1863 pasos y arrasaba por la tarde. Miguel, por méritos propios, por su calidad humana y su calidad literaria, es tal vez el escritor más querido por los lectores. Se ha metido al público en el bolsillo con su prosa y con su presencia humanísima en Estudio de guardia. Dedicaba sus libros con un rotulador negro y un dibujo en trazos gruesos. El padre de Chusé Raúl Usón me musitó al oído: Mena está que se sale. Nunca había visto nada igual. Xordica ha comparecido en la Feria del Libro con muchas novedades: Hacia la tormenta de Fernando Sanmartín, un cuidado e intenso diario desde su apología de la intensidad y de decir lo máximo con lo mínimo; Calaveras atónitas de Jesús Moncada, un buen libro de relatos donde hay todo: historias de las guerras napoleónicas, de cupletistas, historias del río; y comparece también con El gobernador Sancho Panza de José Luis Cano, otro salto al vacío y a la originalidad de Cano, que continúa bordando su serie de Aragoneses ilustres para la colección Xordiqueta. Y con Días sin día de Julio José Ordovás, publicado meses atrás. Y por supuesto que estaba allí, muy visible y atractiva, La galería legítima, los diarios de artista de Isidro Ferrer, Premio Nacional de Diseño 2003, que firmaba en la plaza de San Francisco con Cálamo. No pude acudir a Antígona: hoy domingo es el cumpleaños de Pepito Fernández, su dueño y nuestro surtidor de libros y de cariño, y a media mañana de ayer ofreció un vermú para amigos y clientes, según me dijo Pepe Melero, que me llamó al alba y llamó a Jorge para felicitarlo. Cuando nos íbamos hacia los Italianos de la Gran Vía, a tomar un helado, vimos a Ángel Guinda, bien rodeado de damas, Raquel Arroyo, su compañera, y Trinidad Ruiz-Marcellán, su editora. En el puesto lucía, en ciertos tonos del rosa, Toda la luz del mundo, que se presentó el sábado en la Casa de las Culturas. Ángel me dijo que había firmado más de treinta ejemplares por la mañana y que por la tarde esperaba para estrenarse.
Hacía un día espléndido, ideal para pasear con un helado en la mano. Mucha gente volvía de la Feria y vi a dos familias las dos idénticas: pareja y un hijo varón adolescente- que llevaban en la mano 1863 pasos: es difícil para un escritor hallar una sensación más agradable que encontrar lectores sensibles o interesados por tus libros. Ayer era un día especial: una fiesta de gente, de palabras, de emociones, de identificación con esta ciudad y con el reino global de la literatura. Miguel de Cervantes y su sombra también estaban allí.
Llega Diego con un chándal que pone 1981, el año que nació su hermano Daniel, que publicará un libro de cinco relatos en Xordica para el otoño. Diego, con su pelo rizoso y alborotado, dice que lo pasó muy bien. Me dice que su equipo, el Garrapinillos, perdió 3-4 con el Gancho y que hubo gresca.
Nos acercamos a ver a Miguel Mena en la caseta de Xordica: arrasó por la mañana con 1863 pasos y arrasaba por la tarde. Miguel, por méritos propios, por su calidad humana y su calidad literaria, es tal vez el escritor más querido por los lectores. Se ha metido al público en el bolsillo con su prosa y con su presencia humanísima en Estudio de guardia. Dedicaba sus libros con un rotulador negro y un dibujo en trazos gruesos. El padre de Chusé Raúl Usón me musitó al oído: Mena está que se sale. Nunca había visto nada igual. Xordica ha comparecido en la Feria del Libro con muchas novedades: Hacia la tormenta de Fernando Sanmartín, un cuidado e intenso diario desde su apología de la intensidad y de decir lo máximo con lo mínimo; Calaveras atónitas de Jesús Moncada, un buen libro de relatos donde hay todo: historias de las guerras napoleónicas, de cupletistas, historias del río; y comparece también con El gobernador Sancho Panza de José Luis Cano, otro salto al vacío y a la originalidad de Cano, que continúa bordando su serie de Aragoneses ilustres para la colección Xordiqueta. Y con Días sin día de Julio José Ordovás, publicado meses atrás. Y por supuesto que estaba allí, muy visible y atractiva, La galería legítima, los diarios de artista de Isidro Ferrer, Premio Nacional de Diseño 2003, que firmaba en la plaza de San Francisco con Cálamo. No pude acudir a Antígona: hoy domingo es el cumpleaños de Pepito Fernández, su dueño y nuestro surtidor de libros y de cariño, y a media mañana de ayer ofreció un vermú para amigos y clientes, según me dijo Pepe Melero, que me llamó al alba y llamó a Jorge para felicitarlo. Cuando nos íbamos hacia los Italianos de la Gran Vía, a tomar un helado, vimos a Ángel Guinda, bien rodeado de damas, Raquel Arroyo, su compañera, y Trinidad Ruiz-Marcellán, su editora. En el puesto lucía, en ciertos tonos del rosa, Toda la luz del mundo, que se presentó el sábado en la Casa de las Culturas. Ángel me dijo que había firmado más de treinta ejemplares por la mañana y que por la tarde esperaba para estrenarse.
Hacía un día espléndido, ideal para pasear con un helado en la mano. Mucha gente volvía de la Feria y vi a dos familias las dos idénticas: pareja y un hijo varón adolescente- que llevaban en la mano 1863 pasos: es difícil para un escritor hallar una sensación más agradable que encontrar lectores sensibles o interesados por tus libros. Ayer era un día especial: una fiesta de gente, de palabras, de emociones, de identificación con esta ciudad y con el reino global de la literatura. Miguel de Cervantes y su sombra también estaban allí.
Llega Diego con un chándal que pone 1981, el año que nació su hermano Daniel, que publicará un libro de cinco relatos en Xordica para el otoño. Diego, con su pelo rizoso y alborotado, dice que lo pasó muy bien. Me dice que su equipo, el Garrapinillos, perdió 3-4 con el Gancho y que hubo gresca.
12 comentarios
solomiya -
Anónimo -
¿Qué pensará ahora Miguel Mena de Aragón?
benedictoXVI -
BESOS
Javier -
m , ) -
Antonio Pérez Morte -
Estoy convencido de que cada libro vendido sera leído por dos personas como mínimo (algo que no siempre ocurre).
Lo bueno de Antón es que además de escribir buenos libros, sabe recomendarnos títulos interesantes de otros autores ¿O no?
Yo acabo de releer "La casa de papel" de Carlos María Domínguez.
Abrazos!
De Anton -
2. A Javier: me alegro de que tu padre ya esté contigo y que de una de las primeras cosas que hagas es enseñarle la Ínsula Barataria.Ayer hablé con él mío, que ya está en casa y me dijo que aún no podía ducharse si no era con ayuda, y que me colgaba porque no podía oírme. Me habría gustado decirle que ayer escribí un artículo recordando la casa que construyó, nuestros desencuentros y la lectura del Quijote. Javier, me he dejado en Heraldo tus datos y el título de tus charletas en Albarracín... Si me las pudieses mandar a mi correo de casa, te lo agradecería. Un abrazo y otro abrazo para tu padre.
Javier -
De Antón -
PM -
Hinault -
Cide -
Un abrazo.