"LEONES Y CAMALEONES", ALFREDO VALENZUELA PREGUNTA
Como en casa no se está en ninguna parte. Pero a veces sales. Vas a ver a Pedro Valtierra, fotógrafo zacatecano, que aún no ha llegado a Zaragoza y expone en Spectrum. Ves su obra, ojeas la revista Cuartooscuro que dirige, conversas con Julio Álvarez que analiza las elecciones gallegas y te anuncia que va a ir de vacaciones a Lira, en la Costa da Morte. Y luego te pasas por Librería Central: por allí está Javier Lahoz, un librero-escritor que es un espléndido amigo, un librero-actor, un cómplice permanente; está Yolanda, feliz de haberse desembarazo de la Feria del Libro y de sus humores calientes, y está José Antonio Quílez, el Lucas Estevan de Artes & Letras de Heraldo que el próximo jueves cerrará sus puertas hasta septiembre.
Compro uno de esos libros raros de un personaje que también deber ser raro, raro al menos en el concepto que usa con tanta felicidad Enrique Vila-Matas. Hablo de Alfredo Valenzuela y su libro Leones y camaleones (Veintiuna entrevistas), que ha publicado Renacimiento y que prologa con su finura, su humor y su calculada autobiografía Vila-Matas. Es un libro de personajes extraños, poco conocidos, casi todos salvo Jodorowsky (de quien quiero hablar, aunque mañana Félix Romeo comenta El maestro y las magas; hay una increíble anécdota de los amoríos de Leonora Carrington y Luis Buñuel, creo que desconocidos hasta ahora, en caso de que fuesen ciertos, donde la ex amante de Max Ernst usa la sangre de su regla como pintura) y Leopoldo María Panero, y acaso Vicente Núñez. Y Pedro Gálvez, nieto de aquel Pedro Luis de Gálvez, cuyas primeras ediciones atesora el bibliófilo Pepe Melero y cuya desaforada vida contó Juan Manuel de Prada en Las máscaras del héroe. Y muy conocido desde luego es Miguel Pardeza, del que dice Valenzuela: Pardeza rima con rareza.
Le pide luego: Diga futbolistas que considere dignos protagonistas de novela épica, de novela negra, de relato corto y de soneto
-De novela épica, Maradona, de novela negra, Julio Alberto, de relato corto, yo mismo, de soneto, Zidane
( ) Supongo que no comparte la opinión que sobre Ruano tienen Martínez Carrión y Muñoz Molina ¿no?
-Es fácil destrozar a una persona, no digamos a un escritor que alimentó por puro dandismo la controversia social, cuya contradictoria y aparatosa vida terrenal no reparó en escrúpulos morales. También tengo que decir que me resultaron de una pesadez insufrible los moralistas que tienen un dogma preparado para lanzártelo a la cabeza.
-¿Podría usted convencernos de que, además de buen escritor, Ruana era buena persona? ¿Qué virtudes tuvo?
-La generosidad, el sentido de la amistad, la gratitud, el amor a las buenas letras, el principio del placer inmediato, un estilo, una voz y el don de la palabra. ( ) No creo que haya sido superado; tiene escuela y es fácilmente reconocible. Pero la ductilidad, la agilidad, la rapidez, la perspicacia, la sensibilidad de su prosa en los periódicos se fueron con él. Eran otros tiempos, y los periódicos todavía permitían el alarde y la creación.
( )-¿Qué es más grande, que te recuerden por un gol en un Mundial o por un soneto que te equipare a Shakespeare?
-Un gol y un soneto tienen más concomitancias de las que se pudiera creer a simple vista. Es la búsqueda y el hallazgo. Jugué un Mundial y no metí ningún gol. Tengo varios sonetos escritos, humildemente no creo que ninguno me vaya a salvar de la quema.
Hay otras piezas estupendas e insólitas, desternillantes, disparatadas. Siempre rezuman ingenio y sorpresa. Una de las más increíbles es la de María Larrañaga, esposa de Agustín de Foxá, por muy poco tiempo, una mujer realmente hermosa que despertó pasiones, entre ellas la de Gary Cooper y la de Porfirio Rubirosa (en la foto), que desdeñó casi con irresponsabilidad. O algo así parece sugerir.
Cito algunos párrafos del libro de Alfredo Valenzuela.
1. (¿Tampoco le gustó Gary Cooper?) Es que a las mujeres les molesta mucho que un hombre lleve pestañas postizas. Además no me porté bien con él. Le llevaban las mujeres más guapas y se supone que tenía que gustarle a todas. ( ) El hombre que me gustó a mí fue (Porfirio) Rubirosa. ( ) Una vez estuve en su casa de París y tenía una puta en el baño. Debía ser muy buena, muy profesional, porque luego se casó con ella. Era un hombre que tenía un gran cuerpo y sabía moverlo, como saben los gitanos.
2. (¿Y con Franco?) ¡Pues anda que no le gustaba yo! Cada vez que me veía quería dar un paseo conmigo ( ) ¡Pues qué me iba a decir si era analfabeto! Pues que si qué alta eres, qué guapa eres, de dónde eres. Era un hombre torpe, un tipo que te podías encontrar en el tranvía.
3. (Agustín de Foxá, su marido). Nunca consideré que fuera mi marido, aunque lo fuera. Agustín no tenía ninguna gracia y quienes reían sus chistes lo hacían interesadamente. ( ) No leí nunca sus libros. Pero es que los poemas de Agustín son malísimos; yo era más joven que él pero todavía muchísimo más moderna. Él y sus amigos se emocionaban viendo a una señorita tocar el piano, pero yo venía de Inglaterra, de nadar y jugar al tenis Me da pena morirme por no poder nadar. ( ) Me parecía muy bien Muñoz Rojas, tengo buen recuerdo de él. Hace una vida muy ordenada, vive en el campo, es un gran señor y escribe con la finura del que no tiene resquemores ni rabietas.
Bien se ve que Leones y camaleones. Veintiuna entrevistas (Renacimiento) de Alfredo Valenzuela es un libro altamente recomendable. E inflamable. Y divertido.
Compro uno de esos libros raros de un personaje que también deber ser raro, raro al menos en el concepto que usa con tanta felicidad Enrique Vila-Matas. Hablo de Alfredo Valenzuela y su libro Leones y camaleones (Veintiuna entrevistas), que ha publicado Renacimiento y que prologa con su finura, su humor y su calculada autobiografía Vila-Matas. Es un libro de personajes extraños, poco conocidos, casi todos salvo Jodorowsky (de quien quiero hablar, aunque mañana Félix Romeo comenta El maestro y las magas; hay una increíble anécdota de los amoríos de Leonora Carrington y Luis Buñuel, creo que desconocidos hasta ahora, en caso de que fuesen ciertos, donde la ex amante de Max Ernst usa la sangre de su regla como pintura) y Leopoldo María Panero, y acaso Vicente Núñez. Y Pedro Gálvez, nieto de aquel Pedro Luis de Gálvez, cuyas primeras ediciones atesora el bibliófilo Pepe Melero y cuya desaforada vida contó Juan Manuel de Prada en Las máscaras del héroe. Y muy conocido desde luego es Miguel Pardeza, del que dice Valenzuela: Pardeza rima con rareza.
Le pide luego: Diga futbolistas que considere dignos protagonistas de novela épica, de novela negra, de relato corto y de soneto
-De novela épica, Maradona, de novela negra, Julio Alberto, de relato corto, yo mismo, de soneto, Zidane
( ) Supongo que no comparte la opinión que sobre Ruano tienen Martínez Carrión y Muñoz Molina ¿no?
-Es fácil destrozar a una persona, no digamos a un escritor que alimentó por puro dandismo la controversia social, cuya contradictoria y aparatosa vida terrenal no reparó en escrúpulos morales. También tengo que decir que me resultaron de una pesadez insufrible los moralistas que tienen un dogma preparado para lanzártelo a la cabeza.
-¿Podría usted convencernos de que, además de buen escritor, Ruana era buena persona? ¿Qué virtudes tuvo?
-La generosidad, el sentido de la amistad, la gratitud, el amor a las buenas letras, el principio del placer inmediato, un estilo, una voz y el don de la palabra. ( ) No creo que haya sido superado; tiene escuela y es fácilmente reconocible. Pero la ductilidad, la agilidad, la rapidez, la perspicacia, la sensibilidad de su prosa en los periódicos se fueron con él. Eran otros tiempos, y los periódicos todavía permitían el alarde y la creación.
( )-¿Qué es más grande, que te recuerden por un gol en un Mundial o por un soneto que te equipare a Shakespeare?
-Un gol y un soneto tienen más concomitancias de las que se pudiera creer a simple vista. Es la búsqueda y el hallazgo. Jugué un Mundial y no metí ningún gol. Tengo varios sonetos escritos, humildemente no creo que ninguno me vaya a salvar de la quema.
Hay otras piezas estupendas e insólitas, desternillantes, disparatadas. Siempre rezuman ingenio y sorpresa. Una de las más increíbles es la de María Larrañaga, esposa de Agustín de Foxá, por muy poco tiempo, una mujer realmente hermosa que despertó pasiones, entre ellas la de Gary Cooper y la de Porfirio Rubirosa (en la foto), que desdeñó casi con irresponsabilidad. O algo así parece sugerir.
Cito algunos párrafos del libro de Alfredo Valenzuela.
1. (¿Tampoco le gustó Gary Cooper?) Es que a las mujeres les molesta mucho que un hombre lleve pestañas postizas. Además no me porté bien con él. Le llevaban las mujeres más guapas y se supone que tenía que gustarle a todas. ( ) El hombre que me gustó a mí fue (Porfirio) Rubirosa. ( ) Una vez estuve en su casa de París y tenía una puta en el baño. Debía ser muy buena, muy profesional, porque luego se casó con ella. Era un hombre que tenía un gran cuerpo y sabía moverlo, como saben los gitanos.
2. (¿Y con Franco?) ¡Pues anda que no le gustaba yo! Cada vez que me veía quería dar un paseo conmigo ( ) ¡Pues qué me iba a decir si era analfabeto! Pues que si qué alta eres, qué guapa eres, de dónde eres. Era un hombre torpe, un tipo que te podías encontrar en el tranvía.
3. (Agustín de Foxá, su marido). Nunca consideré que fuera mi marido, aunque lo fuera. Agustín no tenía ninguna gracia y quienes reían sus chistes lo hacían interesadamente. ( ) No leí nunca sus libros. Pero es que los poemas de Agustín son malísimos; yo era más joven que él pero todavía muchísimo más moderna. Él y sus amigos se emocionaban viendo a una señorita tocar el piano, pero yo venía de Inglaterra, de nadar y jugar al tenis Me da pena morirme por no poder nadar. ( ) Me parecía muy bien Muñoz Rojas, tengo buen recuerdo de él. Hace una vida muy ordenada, vive en el campo, es un gran señor y escribe con la finura del que no tiene resquemores ni rabietas.
Bien se ve que Leones y camaleones. Veintiuna entrevistas (Renacimiento) de Alfredo Valenzuela es un libro altamente recomendable. E inflamable. Y divertido.
8 comentarios
Manuel -
gustavo -
gustavo -
gustavo -
A. C. -
Graciñas. Antón
gustavo -
Anónimo -
Tambien me gusto una idea que repetia continuamente " No me definas". Pues hoy encontre un cita del pintor cubista Braque que decia " El conformismo comienza en la definición. No busco la definicion. Tiendo a la in-finición" ( el día y la noche- el acantilado)
Cide -