FRAN: MEMORIA DEL "CENTENARIAZO" DEL BERNABEU*
A Fran, el capitán, o neno, no le importó que lo enviasen al banco. Estaba roto de esfuerzo, de golpes y de éxtasis. Ni siquiera se sentó. No había sido el mejor ni le importaba: se estaba fraguando una victoria legendaria, el contramito, el maracanazo que Irureta anunció sin querer. Y lo más que le gustaba era que los suyos no habían perdido la pasión ni la inteligencia. Eran un frontón y un pantano de aguas cenagosas donde el Madrid zozobraba. En ese instante, Zidane había recobrado la dirección y la magia, y Solari abría boquete. Sobrevolaba la fatalidad.
Desde el banquillo reconstruyó un choque nervioso, eléctrico, de fútbol inmejorable en la primera parte. En esas imágenes fugaces de la felicidad vio la película de la gesta: el sentido de la anticipación, la ausencia de complejos, el laberinto geométrico en que habían enmarañado al Real Madrid. Era el cine del fútbol. Repasó de nuevo el primer gol, construido con paciencia de agrónomo por Valerón, Tristán y Víctor; recordó por un segundo la rabieta de Raúl, abatido pero no vencido: el potro blanco se enzarzó con el omnipresente e intratable Mauro Silva. Fue un golpe de efecto y una llamada al tumulto: los forofos debían incendiar las gradas con sus cánticos. Se regodeó Fran en la mezcla de orden y talento que exhibía el Depor, y no dejó de pensar en Arsenio. Una certeza empezó a ganarle la garganta y el corazón atropellado: el Coruña se agigantaba en la destrucción sin ofuscarse y Mauro, su hermano del alma, el modelo de jugador insaciable, impartía lecciones de fe. Brujas fuera, le susurró a Valerón, desconcertado. ¿Qué tengo que hacer en el estadio del equipo del siglo para que me dejen jugar todo el partido?, se preguntaba por dentro el delicadísimo mediapunta.
Siguió unos instantes encadenados a la perfección del primer tiempo. Valerón derramaba tersura y verticalidad, Tristán jugaba sin esfuerzo, Víctor hallaba intersticios en la muralla blanca. El capitán se recreó en el segundo gol: fue hilvanado por el tímido canario, que encadenó pases y regates, y sirvió desde la banda derecha tras una transición de galgo que parece lento o agonioso. Tristán estrujó la impotencia del Bernabéu blanco. A Florentino le mareaban hasta los cigarrillos rubios.
Se lamentó del disparo al palo de Valerón y del estrepitoso fallo de Sergio. En cualquiera de las dos secuencias se hubiese agotado la noche. Pero Scaloni desconsideró el poderío y la clase de Solari: Del Bosque encontró un diamante entre los suplentes. Fran notó el temblor de las sienes: hay que morir ahí, gritaba. Despejaba con sus centrales César y Naybet, le exigía furia a Tristán, furia y habilidad, colocaba a Duscher y bendecía la fortaleza sobrenatural de Mauro Silva. El héroe cotidiano que recordarán los niños para siempre. El Madrid se afanaba en la clarividencia de Zidane y soñaba con otra aparición de Raúl, pero ayer no había nada que hacer. El Depor jugó mejor que nunca y aguantó hasta vencer y dejó una mancha indeleble en el palmarés del Real Madrid, que no estuvo a gusto en ningún instante en su campo ni en su noche.
*Acaba de aparecer el libro "Fran, o neno", la historia de Francisco Javier González, Fran, posiblemente el mejor jugador gallego de la historia con Luis Suárez y Amancio. La obra ha sido redactada por Alexandre Centeno y Rubén Ventureira, periodistas de "La Voz de Galicia". El libro lleva un epílogo de Pep Guardiola, que siempre fue un admirador incondicional de Fran, el gran capitán. El libro me lo envió, con ese cariño inmarcesible que usa siempre, Xulio López Valcárcel, excelente poeta. He escrito muchísimo de Fran, ha sido mi ídolo desde el año 1990, y rescato aquí este texto, la crónica de la victoria del Deportivo ante el Real Madrid, en el año del Centenario, que apareció en Heraldo de Aragón. En Aragón, que se sabe tanto de ganar títulos de Copa, quizá se entienda mi pasión. El texto está narrado una vez que Fran fue sustituido, y glosa el partido, y sufre los avatares de esa incertidumbre final. El Depor venció por 1-2. Pongo aquí el texto también porque aquel, como el de hoy, fue un día especial para los deportivistas y para el fútbol gallego. ¡Viva Fran! ¡Viva Mauro!
Desde el banquillo reconstruyó un choque nervioso, eléctrico, de fútbol inmejorable en la primera parte. En esas imágenes fugaces de la felicidad vio la película de la gesta: el sentido de la anticipación, la ausencia de complejos, el laberinto geométrico en que habían enmarañado al Real Madrid. Era el cine del fútbol. Repasó de nuevo el primer gol, construido con paciencia de agrónomo por Valerón, Tristán y Víctor; recordó por un segundo la rabieta de Raúl, abatido pero no vencido: el potro blanco se enzarzó con el omnipresente e intratable Mauro Silva. Fue un golpe de efecto y una llamada al tumulto: los forofos debían incendiar las gradas con sus cánticos. Se regodeó Fran en la mezcla de orden y talento que exhibía el Depor, y no dejó de pensar en Arsenio. Una certeza empezó a ganarle la garganta y el corazón atropellado: el Coruña se agigantaba en la destrucción sin ofuscarse y Mauro, su hermano del alma, el modelo de jugador insaciable, impartía lecciones de fe. Brujas fuera, le susurró a Valerón, desconcertado. ¿Qué tengo que hacer en el estadio del equipo del siglo para que me dejen jugar todo el partido?, se preguntaba por dentro el delicadísimo mediapunta.
Siguió unos instantes encadenados a la perfección del primer tiempo. Valerón derramaba tersura y verticalidad, Tristán jugaba sin esfuerzo, Víctor hallaba intersticios en la muralla blanca. El capitán se recreó en el segundo gol: fue hilvanado por el tímido canario, que encadenó pases y regates, y sirvió desde la banda derecha tras una transición de galgo que parece lento o agonioso. Tristán estrujó la impotencia del Bernabéu blanco. A Florentino le mareaban hasta los cigarrillos rubios.
Se lamentó del disparo al palo de Valerón y del estrepitoso fallo de Sergio. En cualquiera de las dos secuencias se hubiese agotado la noche. Pero Scaloni desconsideró el poderío y la clase de Solari: Del Bosque encontró un diamante entre los suplentes. Fran notó el temblor de las sienes: hay que morir ahí, gritaba. Despejaba con sus centrales César y Naybet, le exigía furia a Tristán, furia y habilidad, colocaba a Duscher y bendecía la fortaleza sobrenatural de Mauro Silva. El héroe cotidiano que recordarán los niños para siempre. El Madrid se afanaba en la clarividencia de Zidane y soñaba con otra aparición de Raúl, pero ayer no había nada que hacer. El Depor jugó mejor que nunca y aguantó hasta vencer y dejó una mancha indeleble en el palmarés del Real Madrid, que no estuvo a gusto en ningún instante en su campo ni en su noche.
*Acaba de aparecer el libro "Fran, o neno", la historia de Francisco Javier González, Fran, posiblemente el mejor jugador gallego de la historia con Luis Suárez y Amancio. La obra ha sido redactada por Alexandre Centeno y Rubén Ventureira, periodistas de "La Voz de Galicia". El libro lleva un epílogo de Pep Guardiola, que siempre fue un admirador incondicional de Fran, el gran capitán. El libro me lo envió, con ese cariño inmarcesible que usa siempre, Xulio López Valcárcel, excelente poeta. He escrito muchísimo de Fran, ha sido mi ídolo desde el año 1990, y rescato aquí este texto, la crónica de la victoria del Deportivo ante el Real Madrid, en el año del Centenario, que apareció en Heraldo de Aragón. En Aragón, que se sabe tanto de ganar títulos de Copa, quizá se entienda mi pasión. El texto está narrado una vez que Fran fue sustituido, y glosa el partido, y sufre los avatares de esa incertidumbre final. El Depor venció por 1-2. Pongo aquí el texto también porque aquel, como el de hoy, fue un día especial para los deportivistas y para el fútbol gallego. ¡Viva Fran! ¡Viva Mauro!
6 comentarios
Matías Manna -
Blog sobre Guardiola: http://paradigmaguardiola.blogspot.com
Anónimo -
Que pensará Fran?
Anónimo -
A mí me gusta oírle contar a Luis Iglesias las historias del Deportiviño, que lo de Superdepor siempre me pareció un poco hortera. Aquellos enfrentamientos con el Celta de Vigo: "La ciudad de A Coruña saluda al pueblo de Vigo". Así rezaba la enorme pancarta que colocaron los deportivistas en Riazor para recibir a los del Celta. En el partido de vuelta había cierta intranquilidad "¿qué nos habrán preparado?". Al entrar en el estadio del Celta una pancarta gigantesca decía: "El pueblo de Vigo saluda a los hijos de la gran Pita". Y Luis Iglesias, que es uno de aquellos deportivistas de Santiago de Compostela que hacían girar su vida -gran parte de su vida- alrededor del Deportiviño, ríe como sólo ríen las personas de gran corazón cuando cuenta estas anécdotas.
Cuídate mucho, no dejes de cultivar tu pasión por el fútbol, tu pasión, en general, por todas las cosas.
¡¡Viva Antón!!
A. C. -
Cide -
Oí decir a Irureta que él nunca había pronunciado la palabra "chamartinazo". Tal como lo contó él, se cruzó con un periodista que le dijo algo así como: "Si lo de Uruguay se llamó maracanazo, ¿ganar aquí sería un 'chamartinazo'?". A Irureta le hizo gracia la ocurrencia y en el mismo tono de broma le dijo. "Sí, algo así podría decirse". Al día siguiente el periodista inventó el titular deportivo del año poniendo en boca de Don Javier la famosa frase.
Anónimo -