ANTÓN CASTRO, EL OTRO, EN MILÁN Y MUXÍA
El azar existe y a veces tiende puentes a la memoria, a la emoción, a la felicidad. Acababa de colgar el texto sobre Rosalía de Castro y esta misma mañana, antes de ir a jugar al fútbol con Jorge y Diego bajo un intenso sol de mediodía, recibo una llamada de Milán. Es Antón Castro, mi tocayo, mi doble, mi pariente lejano de Muxía. Me dice que llevaba varios días intentando hablar conmigo, pero que había perdido mi correo electrónico y mis teléfonos al partir hacia la ciudad italiana. Por pura casualidad encontró el teléfono de Heraldo y le pusieron conmigo. Se había acordado de su doble de Arteixo, entre otras cosas, porque acaba de enviarle un catálogo del fotógrafo aragonés Rafael Navarro al que va a exponer en el Instituto Cervantes de Milán-, que llevaba un texto, algo así como La caligrafía de la luz sobre el cuerpo. Y decidió llamarme. Era la primera vez que hablábamos por teléfono, no nos conocemos, pero hemos comprobado que tenemos muchas cosas en común.
Me contó, por ejemplo, que hace años cuando quería ser pintor hizo un gran mural sobre Rosalía de Castro, que estuvo cinco meses en Muxía, invitada por la hermana de Eduardo Pondal, el gran poeta de Ponteceso, cuya casa suelo visitar todos los veranos, allí al lado del río Anllóns. De esa estancia derivó la novela La hija del mar, que leí y vi en televisión hace muchos años interpretada por Amparo Pamplona, hija del turolense Clemente Pamplona. Y yo le conté varias cosas: que he escrito un cuento para mi nuevo libro Marinos y mujeres (que saldrá en Destino; allí lo tiene el editor Malcom Otero Barral, también tiene la novela de Miguel Mena donde narra el secuestro de Quini en Zaragoza, entre otras muchas cosas), donde el fotógrafo gallego Manuel Seara de Castro va a impartir una charla al Instituto de Enseñanza Secundaria Ramón Caamaño de Muxía, y habla de su maestro aragonés Patricio Julve, al que acompañó en distintos viajes por Zaragoza y Cantavieja, y que le regaló su mejor cámara y los mejores retratos de su novia. Y le conté también que el año pasado veraneamos en el camping de Leis en una preciosa y casi deshabitada playa de aguas frías, pero realmente bonita. Compartimos unos días con Pepe Cáccamo, Beatriz, Antón y Pedro. Muxía forma parte de mi vida por muchas razones: mi madre siempre me hablaba de las peregrinaciones a la Virgen de la Barca y la piedra de abalar, esa piedra que se estremece cuando el mar se encrespa o cuando tú la pisas, y yo soy un enamorado absoluto de su faro plantado ante el pedregal, que es un bálsamo de luz ante la furia del aguacero.
Antón Castro, mi hermano en Milán, mi doble, al que voy a conocer muy pronto, me dice que ha sido padre hace dos años y medio, y que está muy feliz. Prepara muchas exposiciones, programas culturales y cursos de español en Milán. Entrega más de media vida a su nuevo cargo, pero está entusiasmado. Volvimos a recordar que empezamos a darnos cuenta de la existencia del otro en Venecia en 1990. Él pasó a recoger su catálogo de La voz de Galicia y ya lo había recogido otro tal Antón Castro de El día de Aragón, que era yo. Ese día los dos empezamos a creer en fantasmas. Y eso que aún no habíamos visto las maravillosas piezas de Anselm Kiefer o aquellas fotos de lujuria de Jeff Koons y Cicciolina que luego publicó en España con todo lujos de detalles El Europeo
Me contó, por ejemplo, que hace años cuando quería ser pintor hizo un gran mural sobre Rosalía de Castro, que estuvo cinco meses en Muxía, invitada por la hermana de Eduardo Pondal, el gran poeta de Ponteceso, cuya casa suelo visitar todos los veranos, allí al lado del río Anllóns. De esa estancia derivó la novela La hija del mar, que leí y vi en televisión hace muchos años interpretada por Amparo Pamplona, hija del turolense Clemente Pamplona. Y yo le conté varias cosas: que he escrito un cuento para mi nuevo libro Marinos y mujeres (que saldrá en Destino; allí lo tiene el editor Malcom Otero Barral, también tiene la novela de Miguel Mena donde narra el secuestro de Quini en Zaragoza, entre otras muchas cosas), donde el fotógrafo gallego Manuel Seara de Castro va a impartir una charla al Instituto de Enseñanza Secundaria Ramón Caamaño de Muxía, y habla de su maestro aragonés Patricio Julve, al que acompañó en distintos viajes por Zaragoza y Cantavieja, y que le regaló su mejor cámara y los mejores retratos de su novia. Y le conté también que el año pasado veraneamos en el camping de Leis en una preciosa y casi deshabitada playa de aguas frías, pero realmente bonita. Compartimos unos días con Pepe Cáccamo, Beatriz, Antón y Pedro. Muxía forma parte de mi vida por muchas razones: mi madre siempre me hablaba de las peregrinaciones a la Virgen de la Barca y la piedra de abalar, esa piedra que se estremece cuando el mar se encrespa o cuando tú la pisas, y yo soy un enamorado absoluto de su faro plantado ante el pedregal, que es un bálsamo de luz ante la furia del aguacero.
Antón Castro, mi hermano en Milán, mi doble, al que voy a conocer muy pronto, me dice que ha sido padre hace dos años y medio, y que está muy feliz. Prepara muchas exposiciones, programas culturales y cursos de español en Milán. Entrega más de media vida a su nuevo cargo, pero está entusiasmado. Volvimos a recordar que empezamos a darnos cuenta de la existencia del otro en Venecia en 1990. Él pasó a recoger su catálogo de La voz de Galicia y ya lo había recogido otro tal Antón Castro de El día de Aragón, que era yo. Ese día los dos empezamos a creer en fantasmas. Y eso que aún no habíamos visto las maravillosas piezas de Anselm Kiefer o aquellas fotos de lujuria de Jeff Koons y Cicciolina que luego publicó en España con todo lujos de detalles El Europeo
3 comentarios
Daniel -
Isabel Alonso -
Yo también me había dado cuenta de dicha coincidencia cuando vi un libro tuyo en una librería, y me llamó la atención ya que soy amiga de Antón Castro desde hace muchos años y me sorprendió no tener conocimiento sobre dicho libro, hasta que ojeándolo me di cuenta de la coincidencia.
Por cierto, si estás con él dale un abrazo de mi parte, ya que es para mí una persona muy querida, y también yo tengo muchas ganas de verle. Decirte que tendrás la suerte de conocer a una gran persona.
Enhorabuena por tu trabajo. Un saludo.
Anónimo -