LAFORET Y SENDER: UNA AMISTAD ÍNTIMA Y LITERARIA

Carmen y Ramón vivían la escritura con una pulsión distinta: Sender era el escritor constante, la palabra y los personajes y los argumentos eran un exorcismo personal, una necesidad tumultuosa de vaciarse y de desnudarse, una huida del dolor a través de la creación; Laforet padecía cierto pánico, daba una y mil vueltas antes de escribir, reflexionaba, temblequeaba de responsabilidad, pero además era madre de cinco hijos y sentía a flor de piel el agobio de la vida tan áspera como es la de España para los escritores, llena de envidias, enemistades y rencillas.
Pronto se estableció una amistad literaria bellísima entre ambos. En esa década de fértil relación recogida en el libro Puedo contar contigo. Correspondencia (Edición de Israel Rolón; Destino, 2003)-, Laforet le cuenta sus incertidumbres, su condición de abuela, su panorama familiar, le da a entender la separación de su esposo Manuel Cerezales y le narra sus proyectos casi siempre intermitentes y le explica su concepción de la novela, y no duda en hacerle partícipe de sus preocupaciones religiosas, semejantes a las de Sender, a quien le dice: De política, cero. Me uno a ti, anarquista órfico y neo-cristiano.
Sender también le ofreció colaborar en la Agencia Literaria de Joaquín Maurín, le habló de conseguir un trabajo en una Universidad norteamericana e incluso le ofreció ayuda económica. Y en este clima de admiración confesa y constante, incluso hay lugar para la epístola amorosa, para la seducción leve, para la insinuación; al fin y al cabo, Sender era un fauno constante y veía en la abuela de cero años o de una edad divina a una eterna adolescente. El libro es estupendo porque sirve para conocer a los dos escritores y en particular la biografía de Carmen Laforet narrada por ella sus viajes, su estancia en Roma, fascinada con Alberti y María Teresa León, a la cual Sender le envía uno de sus libros-, y quizá sea un apéndice literario amenísimo e intenso de dos personas muy diferentes que se encontraron en la amistad, en la palabra, en la ficción y en la vida.
Laforet escribió: Te admiro no sólo como escritor creo que eres el más grande de los novelistas españoles- sino como tú, como personalidad. Y Sender, más humano y entrañable que nunca en estas cartas, dijo: Tus novelas me gustan más que las mías y son mejores en varios sentidos. Sobre todo ahora, que soy viejo, nervioso (impaciente) y raro. Era tan sincero en su valoración, que no dudó en dedicarle su novela El fugitivoy en reseñar con entusiasmo la versión inglesa del relato de Andrea, la protagonista de Nada.
1 comentario
gustavo -
Anton, un fuerte abrazo dende Auria.